La Sociedad Española del Dolor (SED) ha creado un Grupo de Trabajo sobre dolor infantil con el objetivo de avanzar en la mejora del tratamiento de los más pequeños. 'Se calcula que entre el 20 y el 30 por ciento de los niños experimenta algún tipo de dolor crónico', incide Juan Antonio Miró, presidente de la SED durante su intervención en la I Jornada Nacional sobre Dolor Infantil, que tuvo lugar en el Ministerio de Sanidad y fue codirigido por Jordi Miró, director de la Cátedra de Dolor Infantil Universidad Rovira y Virgili-Fundación Grünenthal, y Francisco Reinoso-Barbero, coordinador médico de la Unidad de Dolor Infantil del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
'El manejo del dolor infantil se perfila como auténtico reto social, ya que hay que tener en cuenta la variabilidad clínica que suponen los cambios cronobiológicos (no es lo mismo tratar a un lactante que a un adolescente), las causas (el dolor asociado a una enfermedad concreta, como el dolor oncológico, por ejemplo, frente al dolor primario) y el propio curso de la enfermedad en una población tan heterogénea', señala Francisco Reinoso-Barbero, coordinador médico de la Unidad del Dolor Infantil del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
Otro de los desafíos, en opinión de Reinoso-Barbero, pasa por lograr un manejo multidisciplinar. En este sentido, 'se ha mejorado y avanzado mucho en el abordaje de esta patología en niños, pero aun así, nos queda mucho camino por recorrer', apunta Miró.
Por su parte, los profesionales reunidos han insistido en la necesidad de crear más unidades de dolor infantil, así como en la importancia de diseñar e implementar programas específicos para el manejo del dolor infantil en los hospitales. Además, han coincidido en destacar que el futuro de un correcto abordaje del dolor entre los más pequeños pasa por una clara identificación epidemiológica, sus problemas y repercusiones; por el desarrollo de las herramientas adecuadas de valoración del dolor, imprescindibles para su tratamiento; por el establecimiento de guías clínicas eficaces, y, muy especialmente, por determinar las opciones terapéuticas más adecuadas en función de las características y del perfil de cada paciente.
'Hasta el momento, la tendencia ha sido adaptar intervenciones efectivas en adultos. En algunos casos han funcionado, pero en otros no. Por tanto, el reto reside en averiguar qué tratamiento es más adecuado para qué persona; identificar qué factores influyen en la eficacia de los tratamientos para poder diseñar mejores armas terapéuticas para la población infantil', apostilla Miró.