En algún momento de la vida todos experimentamos dolor, una sensación molesta o desagradable, que representa una alarma ante un daño potencial o real.
La coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Cuidados Paliativos del Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la
Facultad de Medicina de la UNAM, Nayely Vianey Salazar Trujillo, considera al dolor como “la primera alerta de que algo no anda bien”.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México el 27 por ciento de sus habitantes, o sea 40 millones de personas sufren de dolor.
Sumado a ello, un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública indica que las mujeres son las más afectadas por el sentimiento de dolor, y en la población en general la prevalencia de este malestar aumenta conforme la edad.
Problema de salud subestimado en el mundo
El dolor se trata de uno de los problemas de salud más subestimados en el mundo. La
Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) refiere que a nivel global una de cada cinco personas lo padece.
Por ejemplo, en Estados Unidos alrededor de 50 millones de habitantes experimentan dolor crónico a diario, de ellas 19.6 millones ven limitada su vida o actividades de trabajo a causa del padecimiento.
Según su temporalidad, el dolor se puede clasificar en agudo (aparece de repente debido a una lesión o como síntoma de una enfermedad) o crónico (cuando persiste por más de tres meses).
“Vivir así afecta a quien lo padece en diferentes esferas. Tanto el rol del paciente como su actividad laboral y relaciones interpersonales se ven alterados, pues el malestar le impide actuar como antes”, explicó Salazar Trujillo.
Día Mundial sobre el Dolor
El pasado 17 de octubre se conmemoró el Día Mundial sobre el Dolor, padecimiento que según la especialista representa un desafío para quien lo experimenta y para aquellos que lo rodean; ya que genera daño a nivel físico, psicológico, social o conductual, principalmente tratándose del dolor crónico.
Los estragos del dolor dependen de su severidad, duración, tolerancia y capacidad del sujeto para manejarlo.
“Vivir con un malestar cotidiano induce incertidumbre, pues una misma actividad puede detonar dolencias un día y al siguiente no; ello invita a permanecer inactivo y aislado, de ahí que sea la principal causa de ausentismo laboral y discapacidad”, explicó la experta.
Tratamiento específico
A decir de Salazar Trujillo, los diagnósticos y medicación incorrectos son un problema grave. Quienes llegan a los servicios de una clínica del dolor suelen hacerlo de manera tardía y con tratamientos no específicos para su etiología (causas de una enfermedad).
En algunos casos, destacó, se atiende a pacientes con un modelo de dolor neuropático (no tratable con analgésicos convencionales), quienes refieren que han tomado antiinflamatorios no esteroideos por más de un año, lo cual además de ser ineficaz les produce graves efectos secundarios.
“Cada medicamento tiene un perfil farmacológico y farmacodinámico diferente, por lo que no podemos recetar lo mismo a todos sin distingo; hay que enfocar los tratamientos a la necesidad de cada cual”, afirmó.
Dolores crónicos
En ese sentido, la especialista expuso que existe una clasificación etiológica del
dolor crónico: nociceptivo, neuropático y nociplástico.
El primero produce síndromes agudos, viscerales o musculares, mientras que en el segundo hay alteración del sistema nervioso central que deriva en dolencias neuropáticas centrales y periféricas.
El término nociplástico —integrado en 2017— se trata de un modelo de dolor surgido de una nocicepción (percepción consciente del dolor) alterada a pesar de no haber evidencia clara de un daño tisular real; por ejemplo, la fibromialgia o síndromes musculares crónicos encajan en esta etiología.
La afección más común en el último caso son las lumbalgias, a tal grado que “60 por ciento de las solicitudes en las clínicas del dolor son por síndromes lumbares, los cuales evolucionan en lapsos que pueden ir de los tres meses a los 10 años”, precisó.
Reportan alza en cuidados paliativos
En el país ha habido esfuerzos para tratar esta problemática. De 2017 a 2021 han aumentado los servicios en dichos sitios o de cuidados paliativos en centros que ofrecen segundo o tercer nivel de atención.
Es decir, pasaron de 42 a 117, y de 57 a 218, respectivamente, establecen datos del Sistema Nacional de Salud (SNS).
Sin embargo, esto no es suficiente, pues hay un rezago de 79 por ciento, ya que en 2021 solo 11.5 por ciento de los hospitales del SNS tenían clínicas del dolor y apenas 21.5 por ciento ofrecía cuidados paliativos, aseveró Salazar Trujillo.
Además, la probabilidad de tener acceso a medicamentos efectivos es baja, considerando que en 2015 de 252 mil médicos mexicanos únicamente mil 200 (0.5 por ciento) contaban con recetarios para la prescripción de opioides.
Esto propicia que cada año 229 mil personas fallezcan en medio de sufrimientos intensos y que 224 mil intenten sobrellevar sus problemas sin el apoyo de cuidados paliativos.