La administración de una cepa específica de probióticos es eficaz para reducir la gravedad de la infección por COVID-19.
Pediococcus acidilactici combinada con
L. plantarum CECT 7484 (KABP-022),
L. plantarum CECT 7485 (KABP-023) y
L. plantarum CECT 30292 (KABP-033) son los elementos integrantes de AB21, que ha sido desarrollado por AB-BIOTICS y se distribuye por los principales países europeos bajo la marca Xebevir. Dicho compuesto ha demostrado su eficacia frente a placebo en un estudio aleatorizado en pacientes ambulatorios con COVID-19 en cuanto a la tasa de remisión de la enfermedad, la duración de los síntomas y la carga viral.
Tal y como se recoge en el estudio publicado en
Gut Microbes, que ha sido dirigido por el Dr. Pedro Gutiérrez-Castrellón, del Hospital General Dr. Manuel Gea González, Ciudad de México, AB21 a una dosis mínima de 2 por 10 a la 9 (2 mil millones) unidades formadoras de colonias aumenta de forma significativa la tasa de remisión completa en sujetos con SARS-CoV-2 y COVID-19.
El objetivo primario de remisión completa; es decir, la eliminación completa de los síntomas y del virus, en el día 30, fue logrado por 78 pacientes, el 53,1%, tratados con probióticos en comparación con 41 pacientes, 28,1%, del grupo de placebo, una diferencia altamente significativa (p-valor < 0.001).
Durante el citado estudio se observó que no se produjeron hospitalizaciones ni muertes, por lo que se descartó la evaluación de otros objetivos co-primarios. Además, de los beneficios que se han cuantificado en la duración de los síntomas y en la carga viral en los pacientes ambulatorios COVID-19.
También se observó mejoría en los pacientes que presentaron infiltrados pulmonares al inicio del estudio, un total de 116. En dicho grupo, el tratamiento con probióticos se asoció con una puntuación radiográfica más baja en los días 15 y 30. Ninguno de los sujetos negativos para infiltrados pulmonares al inicio del estudio, un total de 184, se volvió positivo para infiltrados en los días 15 o 30.
Buena tolerancia
Así, se pudo observar que la suplementación con probióticos fue bien tolerada y redujo la carga viral nasofaríngea, los infiltrados pulmonares y la duración de los síntomas digestivos y no digestivos en los pacientes que siguieron la pauta prescrita, en comparación con los que formaban parte del grupo el placebo.
No se detectaron cambios significativos en la composición de la microbiota fecal entre los pacientes que recibieron el probiótico y los que formaron parte del grupo placebo, pero la suplementación con probiótico aumentó significativamente los niveles de IgM e IgG específicos contra el SARS-CoV2, en comparación con el placebo.
Por lo tanto, se plantea la hipótesis de que este probiótico actúa principalmente interactuando con el sistema inmunitario del huésped en lugar de cambiar la composición de la microbiota colónica.
El investigador principal del estudio, el doctor Gutiérrez-Castrellón, comenta a EL MÉDICO que dicha pauta terapéutica, administrada junto al tratamiento estándar, hace que la duración de los síntomas y la gravedad de estos, como la fiebre, cefalea, dolores musculares y manifestaciones respiratorias, duren menos tiempo en comparación con los sujetos que no reciben esta intervención.
Modulación del sistema inmunitario
La administración de dicho probiótico tiene un papel importante en la modulación del sistema inmunitario, puesto que también se ha demostrado que tiene un efecto en la carga viral, “que se mejora de una manera más rápida. Desde el punto de vista de inmunidad, las de las inmunoglobulinas IgG e IgM, que miden la mejora del sistema inmunológico de una persona, también se cambian de manera muy importante”, añade el investigador.
Selección de pacientes
Para llevar a cabo este estudio se seleccionaron de forma aleatoria a 300 pacientes con una media de edad de 37 años, con un rango entre 18 y 60 años. 161 eran mujeres, lo que representa un 53,7 por ciento, 126, es decir el 42 por ciento, tenían factores de riesgo metabólicos y 293, el 97,7 por ciento completaron el estudio.
Se consiguió una remisión completa en 78 pacientes de 143 que recibieron el probiótico, lo que supone un 53,1 por ciento frente al 28,1 por ciento, 41 de 146 pacientes del grupo placebo.
Todos los pacientes seleccionados debían cumplir los criterios de tener una prueba de PCR positiva, los criterios de edad y los de la evolución de la enfermedad. Tal y como detalla Gutiérrez-Castrellón, “nosotros evaluamos que cumplieran dichos requisitos. Los sujetos leyeron y entendieron perfectamente los requisitos necesarios para entrar en el estudio y nos hicieron todas las preguntas para resolver todas sus dudas. Al final del día, firmaron una carta de consentimiento informado en la que aceptaban participar en el estudio, recibir la intervención probiótica seleccionada, que se les permitiera hacer los estudios de laboratorio, que ya fueron comentados previamente, e ir llenando día a día su cartilla de evaluación de sintomatología respiratoria”.
Seguimiento
El estudio se programó en tres visitas al sitio del estudio: día 0 (visita 1), día 15 (visita 2) y día 30 (visita 3). En el día 0, a los sujetos del estudio se les administró AB21 o placebo y se les indicó que lo almacenaran a temperatura ambiente y tomaran una cápsula oral diariamente, desde el día 1 hasta el día 30, antes del desayuno.
Los sujetos también tuvieron acceso a un formulario de informe diario electrónico basado en la web (eDRF) para el registro de síntomas. Se proporcionó un termómetro infrarrojo (Harbin Xiande Technology Development Co, Harbin, China) a cada sujeto para uso doméstico durante el estudio, por lo que la medición de la temperatura era igual en todos los participantes del estudio.
En todas las visitas del estudio, se evaluó la gravedad de la COVID-19 en los sujetos mediante la escala de progresión clínica de la OMS y se les realizó una radiografía de tórax pulmonar para determinar el grado de infiltración, que se calificó según la puntuación de Brixia mediante el software IA-Rx.
Se tomaron muestras de sangre venosa en cada visita, así como muestras de heces en la primera y última visita con el kit GUT-OMR200 (DNAgenotek).
Los sujetos del estudio también fueron contactados por teléfono los días 5, 10, 20 y 25 (todos ± 1 día) por personal sanitario, como parte del seguimiento ambulatorio.
Solo se permitió tomar paracetamol (500 mg/dosis, hasta tres veces al día) como
comedicación para los síntomas de la COVID-19 (el uso se registró en el eDRF del paciente), y no se permitieron otras terapias de COVID-19, como por ejemplo, corticosteroides. Se recomendó a todos los pacientes descansar lo más posible y no cambiar su dieta.
Análisis de resultados
Tras analizar todos los resultados, el investigador principal del estudio afirma que “la administración de
Pediococcus acidilactici CECT 7483 (KABP-021) combinada con
L. plantarum CECT 7484 (KABP-022),
L. plantarum CECT 7485 (KABP-023) y
L. plantarum CECT 30292 (KABP-033), una combinación de cuatro diferentes probióticos, reduce de manera muy importante el curso clínico de la enfermedad COVID- 19 en sujetos de 18 a 60 años. Al mismo tiempo, la administración de estos probióticos reduce la duración de la enfermedad y la gravedad de la sintomatología”.
Concomitantemente con ello, prosigue el investigador, “la carga viral de la enfermedad se reduce de manera muy importante y el perfil de las citocinas, que son sustancias que están relacionadas con el proceso inflamatorio, también se modula de manera muy eficiente. No solo en el terreno de la eficacia, sino en el terreno de la seguridad, que es algo muy importante”.
En este ensayo clínico también se ha podido demostrar que la frecuencia de eventos adversos graves prácticamente no existió y si existió generalmente fueron muy reducidos. Por eso, los autores del trabajo insisten en afirmar que
la administración de esta combinación de probióticos ejerce un efecto muy importante la evolución de la COVID-19.
Administración
Jordi Espadaler, director de Innovación de AB-BIOTICS, empresa biotecnológica que ha desarrollado AB21, explica a EL MÉDICO que es importante tener claro que un probiótico siempre va a ser un poco más lento que los medicamentos, ya que tiene un efecto biológico que necesita más tiempo para actuar. Como necesita más tiempo, precisamente, por eso, es importante administrarlo cuanto antes, mejor.
Además, este probiótico tiene la ventaja, frente a otros medicamentos, de que va a la raíz del problema, no únicamente trata los síntomas, sino que realmente está reduciendo la carga viral, estimulando el sistema inmune.
Pero necesita su tiempo para hacer efecto. Por lo tanto, cuanto antes se administre para infecciones respiratorias, así como para infecciones digestivas, siempre será mejor.
Modulación de las infecciones
En este sentido, Gutiérrez-Castrellón coincide con Espadaler al comentar que ciertos probióticos específicos pueden jugar un papel fundamental en la modulación del curso clínico de las infecciones respiratorias, tanto cuando se administran de manera preventiva como cuando se administran de forma adyuvante durante el tratamiento de las infecciones respiratorias.
Los expertos señalan que es muy importante entender que el mecanismo de acción de AB21 no es algo específico únicamente para el COVID-19. Esta mezcla de cepas probióticas, cuatro cepas seleccionadas específicamente por su mecanismo de acción, lo que hacen es despertar al sistema inmune.
Mecanismo de acción
De hecho, Gutiérrez-Castrellón indica que la acción de este probiótico no es como una vacuna que lleva únicamente la información de un virus concreto que reconoce el sistema inmune, sino que lo despierta de manera genérica. Por lo tanto, ese mecanismo de acción es básico para otros tipos de virus respiratorios, de modo que se produzca exactamente la misma cadena de eventos.
Es decir, que el probiótico llega al intestino, allí interactúa con el sistema inmune y lo activa. Una vez que están activadas esas células del sistema inmune, empiezan circular por todo el organismo. “Es muy importante saber que las células del sistema inmune circulan. Hoy están en el intestino de mañana están en el pulmón. Cuando llegan ahí, van a estar más activas y serán más capaces de reconocer los patógenos que están en el pulmón y producir anticuerpos que, como hemos visto en el estudio, son la clave para reducir una duración e intensidad de los síntomas y la carga viral”.
Los probióticos estimulan el sistema inmune, se producen más anticuerpos y esos anticuerpos se correlacionan con el efecto clínico descrito.
Probióticos específicos
Al mismo tiempo, en el estudio también se ha demostrado que, por ejemplo, las citocinas que regularmente se alteran y se desorganizan en esta infección producen una mejor respuesta cuando se administran probióticos. “Pero no todos valen, tienen que ser muy específicos, porque no cualquier probiótico sirve para lo mismo”. Por eso, el trabajo de Gutiérrez-Castrellón se ha hecho con estas cepas tan específicas:
Pediococcus acidilactici CECT 7483 (KABP-021) combinada con
L. plantarum CECT 7484 (KABP-022),
L. plantarum CECT 7485 (KABP-023) y
L. plantarum CECT 30292 (KABP-033).
En el estudio también se ha podido constatar el impacto que tienen los probióticos, la cepa específica empleada, a nivel de la inmunidad cuando se administran en el aparato digestivo, ya que pueden mejorar la respuesta inmunitaria, con la producción de sustancias con propiedades de antibióticos naturales.
Cepa clave
Porque, tal y como destaca Espadaler, la cepa
L. plantarum KABP 033 es la clave del producto. El investigador explica su mecanismo de acción. Esta cepa sobreexpresa una proteína y produce cantidades superiores a todos los demás
plantarum; una proteína que es reconocida por el sistema inmune. Esta proteína lo activa. “Hay que pensar que el intestino es un poco como la universidad del sistema inmune. Se entrena para reconocer lo que es bueno lo que es malo. Una vez que los linfocitos maduran en la médula ósea y en el timo, circulan por el intestino. Hay que recordar que el intestino es uno de los lugares del organismo que está en contacto con más sustancias extrañas cada día”, apunta el investigador.
Y
esta cepa probiótica lo que hace es activar el sistema inmune que está en el intestino. Ahí se entrena para reconocer los patógenos de los no patógenos. Una vez que reconoce los patógenos se activa una señal, que sería como un despertador. Ese es el efecto que luego se traduce en un sistema inmune más activo que va a reaccionar más deprisa contra el virus SARS-Cov-2, como se ha visto en el estudio.
Espadaler recuerda que un probiótico no vale para todo. De hecho, a nadie se le ocurre que un medicamento sirva para todas las enfermedades. Pues con los probióticos sucede lo mismo, funcionan cuando se utilizan para sus indicaciones específicas.
Pauta coadyuvante
Teniendo en cuenta los resultados del estudio, Gutiérrez-Castrellón considera que los resultados de su investigación, una vez que se consideren de forma conjunta y se analicen con otras evidencias previamente publicadas, nos llevarán a un análisis y a una reflexión de poder considerar los probióticos como coadyuvantes, no solo en el manejo de la COVID-19, sino en otras enfermedades infecciosas respiratorias.
“Nos queda un camino muy grande por recorrer”, reconoce el investigador. “Nos queda una posibilidad de generar evidencia muy grande no solo en SARS-CoV-2”.
Siguientes pasos
En este contexto, destaca que, regularmente, los niños, los adultos y los mayores están teniendo con frecuencia infecciones respiratorias que les deterioran considerablemente su calidad de vida. De esa manera, “empezamos a pensar que intervenciones del tipo probiótico posibilitan la probabilidad de reducir la frecuencia en el uso de antibióticos, que es algo tremendamente importante. La utilización de probióticos ofrece vías prometedoras, tanto en generar nueva evidencia como en establecer medidas costo-eficientes que impacten en la calidad de vida de los pacientes”.