Estamos asistiendo a un importante incremento de las agresiones al personal sanitario en el ejercicio de su profesión. Aun cuando no disponemos de estadísticas que a nivel nacional reflejen su dimensión real, la OIT y la OMS denuncian que el 25 por ciento de los incidentes de violencia en el ámbito laboral se producen en el entorno sanitario. Todo ello hace necesario un tratamiento multidimensional del problema que debe partir del principio 'Ante las agresiones al personal sanitario, tolerancia cero'.
Este mensaje parte del Manifiesto contra las Agresiones a Médicos de 2012, refleja la preocupación creciente de los médicos ante la violencia en las consultas y el hecho de que vaya en aumento. De hecho, han sido registradas alrededor de un 9 por ciento más este último año con respecto a 2010, en el que ya, según los datos registrados por el Observatorio de Agresiones a Médicos de la Organización Médica Colegial (OMC), alrededor de 2 de cada mil colegiados médicos fueron víctimas de una agresión. Puede que cuantitativamente siga siendo una cuestión minoritaria respecto a la cantidad de actos asistenciales que se realizan en el SNS, pero cualitativamente, el hecho de que un profesional dedicado a un bien social resulte agredido, al igual que está ocurriendo en la Educación, es un tema de vital importancia, tanta que no hay que olvidar que en el año 2009 una doctora de Atención Primaria, María Eugenia M.M., era asesinada en un centro de salud de Murcia. Lo peor es que es difícil conocer la realidad de este asunto, ya que no todas las agresiones son registradas ni denunciadas.
Se considera agresión todo acto que conlleve la intimidación del médico ya sea de manera física, o verbal, y es que no hay que olvidar que el hecho de que un profesional esté siendo intimidado sistemáticamente, aunque no se produzca un daño físico, puede suponer un grave problema para que esa persona continúe ejerciendo de forma segura y adecuada su profesión. Ante esta situación, parece que la solución pasa por diferentes vías, desde el endurecimiento de la legislación a través de una homogenización de los protocolos con las Fiscalías de todas las CC.AA., a programas formativos que ayuden a dar herramientas en comunicación en caso tratar con un paciente difícil. Pero desde luego, si algo tienen claro todos los expertos es que la clave está en recuperar la confianza en la relación médico-paciente, valor que últimamente parece haberse perdido, y que en el Día Nacional contra las Agresiones a Médicos, celebrado el pasado 22 de marzo, se simbolizaba con un lazo dorado en la fachada de todos los Colegios Médicos de España.
En realidad, los profesionales parecen estar concienciados y estar buscando herramientas al respecto, pero lo cierto es que si los casos van en aumento y aún hay miedo a denunciar. ¿Qué es lo que falla? ¿Se siente indefenso el médico? ¿Falta implicación y coordinación por parte de las autoridades? ¿O es más bien un problema de concienciación social?
Agresiones en números
Precisamente, era el pasado 22 de marzo cuando el Observatorio de Agresiones presentaba su Informe con los datos de 2011, que por primera vez podían ser comparados, ya que las primeras encuestas y datos al respecto sólo se remontan a 2010. 'Nosotros llamamos agresión a toda acción que, durante ese acto asistencial en la relación médico-paciente se hace con la intención de amedrentar al otro, y la mayor parte de estas agresiones son agresiones verbales, y ante esta situación casi nunca se denuncia', explicaba Patricio Martínez, secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM). Por esta misma razón, 'los datos no son sino la punta del iceberg' comentaba a su vez Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la OMC, recordando que se producen muchas más agresiones que las registradas. Este es uno de los factores por los que es difícil manejar datos. Además del hecho de que no se dispone de ninguna estadística a nivel nacional, aunque a través de los colegios profesionales y de los casos registrados en los propios centros de Atención Primaria y hospitales, sí se manejan algunos datos a nivel de autonomías.
En total, según los datos que ha podido recabar el Observatorio, se han registrado 496 agresiones, 45 más que en 2010. Este aumento no tiene porqué significar que haya más agresiones, sino que se denuncian más, o que como afirmaba Rodríguez Sendín, 'el sistema es capaz de registrar más'. En cuanto al perfil del médico agredido se trata de un hombre, de entre 46 a 55 años, que trabaja en Atención Primaria, y una parte de los mismos en las urgencias extra-hospitalarias, un 12 por ciento. Dada la feminización de la profesión también se valoran los datos sobre el sexo del profesional, ya que en un 47 por ciento de los casos el profesional agredido era mujer. 'Estamos muy pendientes de este dato desde el Observatorio', aclaraba Serafín Romero, secretario general de la OMC. Otro dato significativo es que este año las agresiones producidas en un centro público han sido un 89 por ciento, frente al 91 por ciento del pasado año, lo que supone un pequeño aumento en las agresiones en centros privados.
El hecho de que en un 57 por ciento de los casos la agresión se produzca en Atención Primaria se debe a que, 'el médico de Primaria es el que pone la cara al sistema y tiene que justificar lo que va a ocurrir', explicaba Rodríguez Sendín. A esta opinión se sumaba, José Alberto Becerra, coordinador del Observatorio de Agresiones, que recordaba que no hay que olvidar que 'el médico, y sobre todo el médico de AP no es la oficina de reclamación del sistema', ya que hay otros cauces.
En cuanto al efecto de estas lesiones, un 22 por ciento acabó produciendo lesiones, frente al 19 por ciento de 2010. Como punto positivo, en contrapartida, se estabiliza el número de comunicaciones a los colegios que acaban en denuncias en un 72 por ciento.
El agresor, un paciente descontento
Begoña Barragán, del Foro Español de Pacientes, hacía ver que es difícil entender la situación de angustia que puede llegar a tener un paciente en ciertas situaciones, como el aumento de listas de espera, y por ello llamaba a la empatía entre el médico y el profesional, aunque el punto de llegar a la agresión 'no lo podemos justificar nunca, y jamás vamos a defenderlo'. Por ello, recomendaba acciones como escuchar al paciente con calma o derivarle a atención al paciente.
El perfil del paciente agresor también ha estado muy estigmatizado, y ya los datos del año pasado revelaron que no se trata en sí de un paciente con antecedentes. De hecho, los datos de 2011 confirman que en el 56 por ciento de los casos son pacientes sin ningún tipo de antecedente ni psiquiátrico, ni de toxicomanía, ni padecía una enfermedad orgánica. Igualmente, y de forma similar a los datos de 2010, destaca el hecho de que en el 28 por ciento de los casos el agresor no es el paciente, sino un familiar del mismo. En opinión de Patricio Martínez, de CESM 'la situación de indefensión es manifiesta', y el problema a veces no es tanto la agresión, sino el efecto que esta provoca. 'Más que el miedo que el médico pueda tener ante este tipo de situaciones es la pérdida de confianza'.
Otro dato a tener en cuenta es que el 26 por ciento de los agresores eran pacientes no programados, e incluso, el 19 por ciento no eran usuarios habituales del centro donde se ha producido la agresión. Puede que algunos de estos agresores sean reincidentes, o que el médico ya haya recibido otras intimidaciones anteriormente en otros casos, pero se estima que en total un 8 por ciento de los médicos ya habían sido agredidos previamente.
La causa de la agresión
Los motivos son diversos, pero suelen tener como factor común que el paciente se siente disconforme con algún aspecto de la atención sanitaria. 'Casi siempre hay una ganancia secundaria por parte del ciudadano, bien sea porque quiere unas pruebas rápidamente, o una incapacidad laboral, y muchas veces estas situaciones generan esta violencia', reflexionaba Patricio Martínez.
Otra opción a tener en cuenta es la complicada situación socioeconómica que suportan muchas familias, que puede llevar a acumular esa tensión, que 'muchas veces se lleva ante el único profesional que lo escucha', en opinión del Dr. Becerra. 'Si esa tensión, como ocurre en ocasiones, no recibe la respuesta esperada por el paciente, puede generar en una agresión verbal o física al médico que le atiende'. En realidad, también hay que tener en cuenta que estas agresiones no son exclusivas del entorno sanitario, ya que 'últimamente, socialmente estamos llegando a una situación de intolerancia y de frustración, se está notando en el ámbito sanitario, pero también, por ejemplo, en el sector docente', mencionaba Martínez.
Según revela el última Informe de Agresiones de 2011en cuanto a las principales causas de conflicto, la primera de ellas, con un 38 por ciento, son las discrepancias con la atención médica, en la que según el secretario general de la OMC, 'se está produciendo un aumento'. Otras causas son el no recetar el medicamento propuesto por el paciente, con un 13 por ciento, el tiempo en ser atendido, con un 8 por ciento, o el malestar con el funcionamiento del centro, con un 5 por ciento, demostrando que temas como el de la incapacidad laboral suponen una causa menor.
Recortes en Sanidad
Si la previsión era que esta situación se fuera agravando, factores coyunturales como la actual crisis económica y los consecuentes recortes que se han ido sucediendo en algunas comunidades autónomas, y que aún se prevé sigan ocurriendo en la Sanidad, pueden ser sujeto de estudio a la hora de valorar las cifras. 'La situación actual de recortes es fácil que pudiera influir, sobre todo en referencia a la angustia y a la ansiedad que el enfermo tiene ante la necesidad de unas determinadas pruebas diagnósticas, o ante las expectativas de una operación que también se le puede retrasar', reconocía el secretario general de CESM. Por su parte, Juan José Rodríguez Sendín, no creía que se pudiera establecer una relación directa por falta de datos al respecto, pero afirmaba que 'lo que sí sabemos es que los recortes no nos van a ayudar',
Con él se mostraba de acuerdo el coordinador del Observatorio de Agresiones, que valoraba que 'los recortes pueden generar cierta insatisfacción a la persona y llevársela al profesional que tiene delante, pero de ninguna manera el médico tiene culpa de esas situaciones', como puede ser el aumento de las listas de espera, que son situaciones ajenas al médico. De hecho hay que recordar que el propio profesional también está viéndose afectado por estos recortes en la Sanidad.
Diferencia por comunidades autónomas
En los datos recabados por el Observatorio, también se ofrecían cifras por comunidades autónomas. El mayor número de agresiones denunciadas se han producido en las CC.AA. de Andalucía, con un 26 por ciento, junto con Madrid y Valencia, ambas en un 14 por ciento, seguidas a la cola por Cataluña con un 11 por ciento. Los datos cambian cuando se cuantifican las agresiones por cada 1.000 colegiados, donde es Extremadura la que acumula mayor número de casos, con 6,5 agresiones por cada 1.000 colegiados, seguida de Andalucía y Castilla y León. En el ranking por Colegios preocupa el que aparecen cinco colegios de Andalucía y los dos de Extremadura.
Es igualmente visible que algunas de las CC.AA. que ya han firmado convenios de protocolos de actuación con las Fiscalías correspondientes como es el caso, por ejemplo, de Castilla-La Mancha, Navarra, País Vasco o La Rioja, tienen menor número de agresiones. Por ejemplo, en el caso concreto de Navarra, se firmaba un protocolo de actuación el pasado febrero con su Fiscalía, que establece que las agresiones físicas, o la intimidación grave, realizadas contra un médico tenga la condición de funcionario público y se encuentre en el ejercicio de sus funciones, tendrá la consideración de delito de atentado con penas que pueden llegar a tres años de cárcel. En los casos de atentado, el médico agredido deberá tramitar su denuncia a través del Colegio Oficial de Médicos que, a su vez, recibirá, tramitará y remitirá la denuncia junto con el parte de lesiones a la fiscalía competente. El problema es que estas medidas no se realizan de forma homogénea en todo el territorio español. Así lo explicaba de nuevo Patricio Martínez, que insistía en que 'se deberían unificar y protocolizar estos criterios'.
Legislación y formación
Precisamente para explicar'cómo puede ayudar la legislación a esta situación, intervenía en la mesa de debate organizada por la OMC 'Visiones ante un problema creciente' Gonzalo Camarero, fiscal de la Secretaría Técnica de la Fiscalía General del Estado. El experto, que explicaba que 'el problema de los juristas es que la ley es insuficiente', remarcaba que aunque los profesionales sanitarios podían acogerse al código penal como cualquier otro ciudadano en el caso de una falta por lesiones, 'se quiere dar un paso más para proteger en algunos casos a los profesionales sanitarios'. Es por ello, que como en el caso de Navarra, se está abogando por aplicar en algunos casos el delito de atentado, ateniéndose a que la agresión a ese profesional durante su ejercicio, puede considerarse como una alteración del orden público. El problema que abre esta vía es que solamente es aplicable a los funcionarios públicos, por lo que el profesional que trabaje en el ámbito privado no estaría protegido por la misma.
Queda claro que el endurecimiento de las leyes, y el hecho de ver al médico como una autoridad en el ejercicio de su profesión, hace que las cosas se piensen dos veces. Por ello, en opinión de Becerra, hay que avanzar en este sentido con acciones como 'que se publiquen obligatoriamente las sentencias condenatorias de los agresores, para que entiendan que están agrediendo a una autoridad, que además les está ayudando'. Pero, pese a todo ello, como recuerda Patricio Martínez 'la cuestión no se arregla sólo cambiando el concepto legal, es más una concienciación'. Y se trata de una concienciación tanto del paciente como del médico, puesto que 'es más importante que tenga claro en una situación de peligro las cosas que se deben y no se deben de hacer' según Martínez, que insiste en que 'haría más falta una mayor formación para tener las habilidades suficientes para rebajar la tensión cuando hay una amenaza de esta clase'. Es decir, cuestiones como establecer una situación de seguridad entre el paciente y el médico e interponer todo lo que son los mecanismos de defensa en la misma consulta, como no dar nunca la espalda, pero todo ello necesita de una guía y de una formación, que necesariamente debe estar regulada por la Administración.
En realidad, la prevención es otro de los grandes objetivos del Observatorio. 'Vamos a formar a nuestros profesionales en habilidades de comunicación, en abordaje del paciente difícil o agresivo', avanzaba el Dr. Becerra. Para estos cursos específicos sería interesante traer a aquél profesional que ha sido agredido para aprender de los errores, pero también formar a los alumnos de Medicina, 'a los que no se les forma en comunicación, ni en esas habilidades que quizás pueden ser interesantes como mecanismos de evitación de situaciones complicadas'.
Las medidas que están por llegar
Actualmente, el protocolo de actuación en caso de que el médico registre una agresión en su respectivo Colegio Médico es claro. Tal y como explica José Alberto Becerra, el médico en primera instancia lo comunica al colegio, o bien contacta vía telefónica o a través de la pestaña de 'Tolerancia Cero', de las webs de los colegios. Entonces el médico deberá rellenar un cuestionario y posteriormente se disparará de manera automática el protocolo. Desde el colegio se generará la denuncia realizada a través de la asesoría jurídica, que la remitirá a la Fiscalía correspondiente, y en los casos en los que estas tienen firmados protocolos rápidos de actuación, se tomarán lo antes posible medidas para no dejar al médico a solas con su agresor en la consulta.
Pese a que todo este protocolo parece claro, sigue habiendo problemas a la hora de abordar la seguridad del médico ante un paciente conflictivo, y es que como expresa Becerra, 'los médicos cuando ejercemos nuestro trabajo no podemos hacerlo como en el cajero de un banco detrás de la vitrina, porque se necesita el contacto físico con el paciente, por lo que no valen barreras físicas ni presencia de un guarda jurado que no permitiría asegurar la confidencialidad de la información del paciente', aunque si bien es cierto que en algunos centros sí se cuenta ya con guardias de seguridad en las entradas de los mismos para poder intervenir en caso de una situación complicada. El problema está más bien en que la población no está concienciada con este hecho. 'Igual que se llevan los temas de violencia de género, o de violencia a otros profesionales, queremos que se trate de la misma manera, porque estamos hablando de una persona que su profesión es la de ayudar al enfermo, y lo que recibe es exactamente lo contrario'.
Para poder abordar de manera más práctica todas las medidas propuestas, el grupo de trabajo de la OMC ya marcó el año pasado una serie de líneas sobre las cuales ya se están trabajando dentro de un Plan de actuación. La primera línea de este plan está centrada en conseguir establecer un registro de estas agresiones, mucho más completo y coordinado. Gracias a la implicación de los colegios ya existen datos registrados por comunidades autónomas, además de la recogida de datos que se hace directamente en la consulta de los hospitales, y que a posteriori se retransmite al Observatorio de Agresiones de la OMC.
El siguiente punto dentro de este plan es 'hacer un macro estudio disciplinar, que también nos lleve a medidas preventivas' es decir, 'un estudio específico que cuantifique no sólo los datos desde el punto de vista cuantitativo, sino con un carácter cualitativo, es decir, que sepamos por qué se agrede', explica Becerra. Igualmente, 'queremos entrar en un análisis de la jurisprudencia, de las doctrinas de las audiencias provinciales, además de la revisión de los convenios que se han firmado, ya que muchas de nuestras CC.AA. ya han firmado diferentes convenios con las Fiscalías correspondientes'.
Por supuesto, la comunicación y la concienciación sobre esta 'lacra social' es otro de los puntos que tiene en cuenta el Observatorio, para que se entienda que 'el médico es una autoridad durante el ejercicio de su actividad profesional'. Todo esto tiene una importante repercusión en la relación del médico-paciente, cuya confianza es algo que se quiere recuperar, porque, en opinión de expertos como el Dr. Becerra, 'se está deteriorando'.