En el encuentro, los expertos debatieron sobre la importancia del trabajo conjunto y transversal de todos los actores para la mejora de la Salud Mental. Asimismo, coincidieron en que la atención a la salud mental debe ir más allá del control de síntomas psiquiátricos, hacia la atención a la persona y a la consecución del bienestar físico y emocional. Incidieron en la necesidad de prestar especial atención a los colectivos vulnerables como mujeres, niños y adolescentes, al tiempo que señalan lo destinado a la salud mental como inversión.
En el Foro se puso sobre la mesa cómo implementar la nueva estrategia de Salud Mental, aprobada el pasado 3 de diciembre en el Consejo Interterritorial.
“Desde la asistencia sociosanitaria se pueden aportar experiencias muy interesantes para la salud mental”, expuso José Antonio De la Rica, director de Atención Sociosanitaria de Euskadi, especialista en psiquiatría. Actualmente continúa realizando las labores de coordinación de asistencia psiquiátrica y salud mental, tanto en el departamento de Salud del Gobierno vasco como en Osakidetza.
En su opinión, el pensamiento que alumbra muchas de las decisiones que se toman en salud mental tienen ese componente sociosanitario. “La atención sociosanitaria se enfoca más hacia las necesidades de las personas y no tanto a la ortodoxia sanitaria, donde hay un pensamiento clínico centrado por el diagnóstico”. Para este experto, la atención sociosanitaria es mucho más contingente. “Es un ámbito que engloba a toda la sociedad como posible candidata a padecer una necesidad sociosanitaria, aunque es cierto que se centra y se focaliza más en colectivos denominados diana: personas en situación de dependencia, con discapacidad o capacidades diversas, niños y niñas con necesidades especiales; situaciones de desprotección relacionadas con el maltrato en niños, niñas, personas mayores y/o mujeres víctimas de violencia de género”.
Colectivos con trastorno mental grave en el que suman situaciones de exclusión, unido al elemento clave del estigma que se sigue manteniendo hacia estos pacientes. En esta línea, De la Rica destacó el trabajo conjunto y transversal de todos los actores para la mejora de la salud mental. “La atención sociosanitaria aporta visión transdisciplinar, porque el sistema sanitario y el de servicios sociales están atendidos por distintos profesionales; desde la atención sociosanitaria se aporta una visión relacionada con la integralidad y con el establecimiento de ecosistemas de atención y cuidados que dan respuestas mucho más integrales. Dentro de esos ecosistemas la confluencia de saberes adquiere todo su sentido”.
Estrategia sociosanitaria
Puso en valor la estrategia sociosanitaria de Euskadi, que ha cumplido ya un cuarto de siglo “y que en los últimos diez años a través de documentos estratégicos nos ha servido para impulsar determinadas cuestiones claves para su buen funcionamiento”. Refirió sus cinco áreas de actuación: el impulso institucional; el impulso tecnológico; el de la sostenibilidad, “las inversiones que son el elemento fundamental en estos momentos”, así como el impulso asistencial; y la innovación “que debe ser un elemento fundamental, porque el futuro no es una historia acabada”, comentó. “Además, tenemos que ser humildes y mirar qué hacen en nuestro entorno, en el Estado, en Europa y en otros países”.
A juicio de este especialista, “el dinero debe seguir al paciente; los presupuestos finalistas de las inversiones deben de tener claro que el objetivo sanitario no solo es atender los síntomas en salud mental, que también; las inversiones deben dirigirse hacia la promoción y prevención de la salud mental, porque en estos elementos es donde no se está invirtiendo”.
Explicó que la propuesta de Ley de Salud Mental que está en el Parlamento Vasco y en el Congreso curiosamente ponen todo su peso en lo asistencial, “centrada en la provisión de más profesionales para cubrir una demanda que es infinita, porque prácticamente todo el mundo podría tener algún problema de salud mental si no lo delimitamos bien. Nos estamos olvidando de que actuaciones no asistenciales como la buena crianza, la disminución del estrés en los colegios o la conciliación contribuirían a la creación de resiliencia y a fortalecer los recursos que tendrán los futuros adultos para gestionar bien sus emociones y su salud mental”.
En este sentido, la nueva estrategia, subrayó, afianza la labor que vienen realizando bajo el modelo comunitario, “que enfoca bastante bien algunas cuestiones que no tenían la suficiente intensidad, como la prevención de suicidios. Nosotros en lo que nos toca como sociedad y profesión, iremos adaptando la estrategia a nuestras capacidades”.
Trabajo conjunto y transversal
Alejandro Ballesteros Prados, director médico de la Red de Salud Mental de Araba, también apostó por el trabajo conjunto y transversal para la mejora de la salud mental. Sostuvo la visión acertada del espacio sociosanitario, “es importante abarcar los cinco colectivos diana y compaginar la perspectiva de evidencia de la ciudadanía con un enfoque integrador fruto de la intervención de múltiples profesionales con diversa formación”.
En el ámbito sanitario y social, en Osakidetza hay dos grupos de trabajo para agilizar la intervención en la prevención de suicidios, pues un millón de personas se quitan la vida cada año en el mundo, en España diez al día, siendo la primera causa de muerte no natural, “especialmente en los colectivos diana de 15 a 44 años y la tercera edad; por esto mismo es fundamental el trabajo conjunto”.
Por su pasado como clínico con colectivos infantiles, abordó el tema del bullying y el acoso escolar. “Situaciones que pertenecen a la línea estratégica de salud mental. En Euskadi hay un enfoque colaborativo en las unidades técnico-educativas, donde se imbrican el entorno educativo y sanitario para atender vulnerabilidades y pacientes de mayor gravedad, con un enfoque integrador. A futuro es importante esforzarse en buscar estrategias centradas en la prevención”.
Estrategias de prevención
Abogó por programas específicos frente al problema de los suicidios en los colegios e involucrar al profesorado y al alumnado para llegar antes y prevenir los factores de riesgo, que son la antesala de la enfermedad mental. Se mostró también partidario de ir más allá del control de los síntomas psiquiátricos. “Desde luego, lo que necesitamos es tener una atención dirigida a la persona, a la consecución del bienestar socioemocional, aunque también es cierto que al final el abordaje de los síntomas clínicos son una base que no hay que olvidar. En los últimos años ha habido importantes avances, pero evidentemente deben ir acompañados de la recuperación del paciente en todos sus aspectos”.
Porque, como apuntó Ballesteros, no solo hay que ir a la estabilidad clínica de los pacientes, “hay otro aspecto que es la reinserción en la sociedad con una vida plena y en esta línea Euskadi y Navarra son comunidades punteras en el empleo protegido, que han redundado no solo en la recuperación clínica, sino también de su vida integral”, explicó, espoleando la necesidad de poner en práctica la nueva Ley de Incapacidad. “Porque si logramos sobre la base teórica una implementación buena con las entidades jurídicas y sociales, pasaremos de un modelo paternalista a otro más colaborativo involucrando al paciente”.
Respecto a la inversión en salud mental, Ballesteros fue contundente al señalar la necesidad de establecer cómo se distribuyen los fondos. En su opinión, para las enfermedades mentales comunes, pero de alta frecuencia, quizá habría que buscar más medidas de bajo coste. También reflexionó sobre el porcentaje de inversión que iría a la prevención y cómo se potenciaría la investigación en I+D.
Sobre cómo implementar la nueva estrategia de salud mental, que abarca diez puntos, enumeró algunos retos de mejora, tales como la prevención de riesgo de ciberadicción, el ciberacoso, la perspectiva de género, el del suicidio. “Pero el reto global de los próximos años es la dotación en salud mental y cómo la distribuimos”.
Promoción y prevención como retos estratégicos de salud mental. “A la hora de distribuir los presupuestos quizás tendríamos que ir hacia la intervención temprana. Una mayor inversión es necesaria, pero enfocada y pormenorizada sobre los colectivos de población diana y dentro de las patologías o problemas concretos que puedan tener”.
Autonomía y derecho de la persona
Iñaki Arrizabalaga, gerente de salud mental del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea (SNS), apuntó hacia la Estrategia de Salud Mental como el elemento clave para después desarrollar las líneas de acción y las intervenciones específicas.
El experto de Osasunbidea comentó que la estrategia va a dos niveles. “Ya tenemos la estatal y el Plan de Salud Mental de Navarra, donde hablamos de autonomía y derecho de la persona; de promoción y prevención, detección precoz de la conducta suicida, de la atención a las personas con problemas de salud mental, basada en la recuperación, que es un elemento clave para su integración social”.
La estrategia incide en la salud mental en la infancia y la adolescencia, “que en situación de pandemia hemos visto que ha sido un colectivo donde se han disparado los problemas”, reflexionó. “También hablamos de la intervención y participación de la familia; la intervención en red con otros profesionales, la participación de la ciudadanía y sobre la formación e investigación”. En la estrategia del SNS hay una serie de principios básicos: la persona como sujeto de derecho, el enfoque de género y la participación de las familias. “Hablamos de modelos de humanización, atención personalizada y segura, recuperación personal con unidades asistenciales con derechos y obligaciones”.
El experto del SNS tocó el tema de los recursos humanos. “En todos los servicios asistenciales tenemos problemas de estabilidad y adecuación de las personas a las necesidades asistenciales para optimizar la atención integral. Porque este concepto de la integralidad es un elemento clave, así como la coordinación con servicios de AP, con recursos interdepartamentales y los del Tercer Sector”, apostilló.
Lucha contra el estigma
Otra de las áreas claves atendida en Navarra es la lucha contra el estigma de la conducta suicida, la prevención, detección y atención precoz. “Tenemos una comisión interdepartamental con numerosos agentes para intervenir lo más rápido posible”. Reconoció que deben de trabajar más en el tema de las conductas adictivas. “Está cojo; estamos viendo poco los diagnósticos; además, ya no son diagnósticos únicos, sino cada vez hay más patología dual”, reconoció, mientras se refirió al Plan de Salud y el Plan de Salud Mental 1972 que todavía está activo en Navarra.
“El Plan de Salud Mental tiene cuatro ejes de actuación; hablamos del comunitario, que es por dónde tenemos que ir. Hablo de él como nuevo modelo de paradigma, porque hablamos de él desde el año 85, pero no sé si se conoce bien lo que implica este modelo comunitario”, remarcó Arrizabalaga. En este aspecto observa la variabilidad clínica de Navarra y las dificultades para desarrollar la estrategia de forma uniforme. “Al ser una comunidad uniprovincial estamos viendo una variabilidad en la forma de intervenir, que además redunda negativamente en el valor de la equidad”.
Reconoció que el plan es muy ambicioso porque desarrolla objetivos operativos que facilitan implementar líneas de actuación para la promoción, el impulso del tejido social, la revisión de los programas transversales y los recursos asistenciales. Esto incidirá en la colaboración con la AP, entre los distintos departamentos del Gobierno navarro, así como en la formación y lo relacionado con los profesionales.
Salud mental positiva y humanización
Al especialista navarro le preocupa la continuidad de cuidados de las personas con problemas de salud mental, así como la accesibilidad a los servicios. “La equidad es un elemento clave, un concepto global, no basado solo en lo sintomático y en lo vocacional, sino en el desarrollo personal, la responsabilización, los modelos de calidad, la sostenibilidad, la salud mental positiva y la humanización, un elemento que en estos momentos está en boga”.
Aunque en Navarra tienen recursos y están bastante bien dotados, encuentran dificultades para completar las plantillas. “Lo ideal sería la interacción de equipos para que pudiéramos llegar a tener una visión holística de la persona, pero nos faltan profesionales”.
Como línea estratégica de acción destacó la accesibilidad de los servicios. “Tenemos dificultades con las listas de espera, con la gente joven, con los colectivos minorizados, la población excluida, las mujeres maltratadas, que sufren el doble estigma; y la dispersión geográfica, lo que propicia la falta de equidad; sin olvidar el abordaje de las carreras profesionales de servicio”, recalcó.
Impulso al modelo sociosanitario
Carlos José Pereira Rodríguez, director gerente de la Red de Salud Mental de Bizkaia (RSMB), explicó los programas específicos en el territorio para las poblaciones vulnerables, así como para los niños, los adolescentes y también para los adultos con trastornos de salud mental grave. En la red de Bizkaia los hospitales de día y los TAC son importantes, “porque han sido los instrumentos de nuestro incremento de la política del modelo comunitario”. Además, se congratuló como algo muy positivo que las personas “sin techo” hayan ingresado en el sistema, “porque ha significado que las hemos sacado de la calle y están mejor atendidas”.
En Bizkaia, al referirse al espacio sanitario, indicó que están los recursos para trastornos graves. “Semi-residencias con pisos tutelados con una financiación mixta del Departamento de Salud y las Diputaciones forales. Aunque ahora Salud lo deriva directamente a Diputación, a veces surgen problemas en la actuación de esos pisos”, reconoció. “Los Servicios Sociales en Bizkaia dependen de la Diputación Foral y tanto el área de adicciones como las dos comunidades terapéuticas son financiadas por el departamento de Salud, pero su acceso lo regulamos desde la Red”.
La Red de Salud Mental de Bizkaia
La Red de Salud Mental de Bizkaia dispone de tres hospitales (Bermeo, Zamudio y Zaldibar), 25 centros de salud mental, de los cuales seis son para adultos, cuatro centros (uno por comarca) y un hospital de día para niños y adolescentes que atienden a la población menor de 18 años; y un equipo TAC con cobertura a la comarca de Bilbao, para personas sin hogar en coordinación con el Ayuntamiento de Bilbao.
Otros servicios de la red son un centro terapéutico educativo en colaboración con el Departamento de Educación y el Hospital de Día de Adicciones con cobertura territorial. Además, los servicios de salud mental de Osakidetza se completan con 3 unidades de hospitalización para pacientes agudos, situados en los Hospitales de Galdakao, Cruces y Basurto, gestionados por sus correspondientes OSIs. La RSMB mantiene procesos de coordinación y continuidad de cuidados con los mismos.
Sobre coordinación entre AP y hospitales, indicó Pereira que la AP es el primer derivador de pacientes a salud mental y “los hospitales de agudos envían los pacientes a los centros de subagudos; toda la combinación de la Red nos permitió en la pandemia cerrar las unidades de Agudos en Cruces y Galdakao para tener camas para enfermos de covid. Un formato que demuestra que sin una situación de coordinación y transversalidad en la red los distintos actuantes en salud mental no habrían podido trabajar”.
Sobre la estrategia de Salud Mental, Pereira planteó que el reto es el modelo comunitario y que las estancias hospitalarias se reduzcan el máximo posible. En Bizkaia se apuesta por el modelo de recuperación, volver a tener el control sobre su propia vida y entrar en el circuito del trabajo. “En este reto, como en el comunitario, los objetivos que teníamos en el Plan estratégico los hemos cubierto en un 70%, pero en el modelo de recuperación estamos en un 50%. Nos queda mucho camino por recorrer”.
No psiquiatrizar a la población
Ana González Pinto, catedrática de Psiquiatría en la Universidad del País Vasco y jefa del Servicio de Psiquiatría de la OSI Araba de Osakidetza, ha trabajado activamente en la estrategia de salud mental del SNS. “La ministra pidió que la revisáramos y hay que decir que nos hicieron caso en casi todo; porque a veces se confunden lo que son los síntomas mentales y la enfermedad mental y esto nos parece peligrosísimo en el camino de lo que podría llegar a ser psiquiatrizar a la población. Una cosa son los programas de prevención y promoción y otra muy diferente es el tratamiento; en esta línea tras la revisión tuvieron cuidado en no confundir los términos. Además, en la primera estrategia tampoco aparecía la patología dual, ahora sí”, subrayó con satisfacción.
Se han venido desarrollando algunas novedades de la estrategia del SNS, aunque casi todas ya aparecían en la estrategia del País Vasco. “Se incluyen algunos aspectos que son obvios, como que no podemos quedarnos solo en un tratamiento sintomático, hay que buscar una recuperación funcional, global, una integración social y laboral”, comentó. “Además, en la estrategia global se incluyen el tema de la integración social, la lucha contra el estigma, la visibilidad de la enfermedad y la promoción de la atención y la prevención de los trastornos mentales, que no es lo mismo que el tratamiento de la enfermedad y que debe contar con partidas presupuestarias adicionales a las del tratamiento de las enfermedades”. Y al citar la prevención quiere remarcar el incremento de la conducta suicida. “En Euskadi se están ya implementando programas de prevención, y existe una estrategia que está desplegándose”.
Para González-Pinto hay que ser muy responsables en el tema de los recursos, “porque no somos un país rico y porque siempre existe cierta tensión entre lo que se solicita y lo que realmente se obtiene”, reseñó.
La psiquiatra apostó por incluir a toda la sociedad en una cultura no solo de la salud mental, sino de la salud en general. Ella, que trabaja en el hospital de Araba, reconoció que su objetivo y su equipo es ambulatorizar procesos, llevarlos a programas intensivos. Eso exige también trasladar recursos a estos programas. Además, apuesta por dar apoyo a Atención Primaria y especializada. “Muchos pacientes nos llegan a Salud Mental desde la medicina especializada, generalmente se trata de patología leve, o síntomas mentales, que con intervenciones breves pueden obtener un gran beneficio”.
Asimismo, abogó por la creación de grupos terapéuticos para personas en riesgo de enfermedad mental, no personas enfermas, sino para las que presentan síntomas depresivos y ansiosos. “Se pasan unas escalas a todos los pacientes que van a los programas transversales que tenemos como rehabilitación cardíaca, o sueño y formamos grupos para llegar al máximo de estos pacientes, porque nuestro sistema, por definición, en el País Vasco y en el Estado es de equidad. Es un sistema público, que es nuestra gran fortaleza, aunque hemos pasado una época difícil tanto por las dificultades de atención, las bajas de profesionales, la falta de especialistas, y el incremento de trastornos mentales”.
Invertir bien los recursos
En este apartado la clave es elegir bien dónde se ponen los recursos y cómo realizar las intervenciones. “Las consultas deben de ser breves para que sean más equitativas para toda la ciudadanía. Con este objetivo y como programas transversales en nuestro centro en consultas externas de especializada formamos pequeños grupos para la promoción y prevención de la salud mental. Los índices de satisfacción son buenos en estos programas”.
En Euskadi el 16% de la población de menos de 30 años está en tratamiento. “Incidencia altísima, aunque comparados con países europeos que han invertido más en salud mental, estamos mejor”. Pero los problemas de salud mental son muy frecuentes y van a más. “Esto lo hemos visto también en la pandemia con el confinamiento y la distancia social”. En Euskadi se han disparado los ingresos, de 50 menores en el 2018 se ha pasado a 123 en el 2021.
En cuanto al tema de la humanización y recuperación del paciente, lo que reclaman las asociaciones de familiares y pacientes es tiempo. “Su queja es que el médico no le dedica suficiente tiempo. Reclaman psicoterapias que complementen los tratamientos farmacológicos. En el sistema público las psicoterapias deben ser basadas en la evidencia y breves, incluso algunas aplicarse parcialmente a través de internet, con la llamada telemedicina”. Considera que al paciente hay que darle lo que sea eficaz, intentando tener en cuenta que “hay que llegar a todos; porque si vamos a tratar solo a 10, quizá sea mejor a cien con una psicoterapia más corta que ya ha demostrado ser eficaz con menos número de sesiones”. La Unión Europea ya invirtió precisamente en el desarrollo de psicoterapias breves, y la terapia Mastermind está elaborada para poder tratar trastornos depresivos leves y moderados.
Cultura sobre salud mental y competencias profesionales
Otro aspecto relacionado con la falta de cultura sobre salud mental en nuestra sociedad es la idea de las competencias profesionales. “Existe la idea de que el psicólogo es el que hace la psicoterapia, especialmente el psicólogo clínico en el ámbito de las enfermedades mentales; y es correcto, pero también el psiquiatra la hace de acuerdo al Real Decreto de formación”.
Insistió la psiquiatra en que lo solicitado en el ámbito de salud mental es una inversión de tiempo de profesionales que exige una reflexión responsable. “Hay que diferenciar la atención a la enfermedad mental grave, que precisa abordajes tempranos, e intensidad terapéutica, de la prevención y la promoción, así como del tratamiento de los problemas leves, que precisan intervenciones breves”.
Por otro lado, apuntó la necesidad de definir bien los tratamientos y adecuarlos desde una perspectiva integradora. “Las enfermedades mentales son dolencias biopsicosociales; no podemos olvidar la parte más biológica, porque también hay que tratar con fármacos a pacientes cuando los necesiten. Además, aplicamos psicoterapias y tenemos que considerar la perspectiva social”.
Una Red destinada solo a tratamiento
Álvaro Iruin es director gerente de la Red de Salud Mental de Gipuzkoa, donde trabaja desde 1983, antes de que existiera Osakidetza. “Una de las diferencias con las otras redes de los territorios vascos y Navarra es que no disponemos de camas. Nosotros éramos módulos psicosociales y pertenecíamos a la Diputación, con lo cual la transversalidad es algo que nos viene en los genes. Ya éramos del ente foral, ya éramos sociales y luego fuimos sanitarios y, por lo tanto, sociosanitarios”.
El no disponer de camas en 1997 los llevó a inventarse como sociosanitarios, cuando casi nadie sabía lo que era eso. El inconveniente es que desde el principio fue una red dirigida a tratar, no a prevenir, y en esa rutina se han mantenido durante muchos años “sin intervención preventiva reseñable, sin un plan de promoción y prevención; solo en los últimos años hemos empezado a trabajar en ello”, explicó el psiquiatra guipuzcoano. “Por lo tanto, nuestra cultura de promoción y prevención es escasa”.
En este sentido, reconoció que quizá cambiar el término psiquiatría por salud mental no haya sido un acierto. “De repente tenemos que hacer las mismas cosas que antes más promoción y prevención y no tenemos recursos para todo”, remarcó. “En todo caso estamos claramente alineados con la idea de que no hay salud sin salud mental, porque de lo contrario estaríamos estigmatizando a la salud mental con respecto a la salud general”, en coincidencia con el resto de tertulianos.
Un sistema social muy flojo
Para Iruin la pandemia covid ha puesto en evidencia que nuestro sistema social es muy flojo. “Apreciamos que la infancia y adolescencia han tenido un malvivir con la pandemia y creo que no es achacable solo a la salud. En ello interviene el sistema educativo, familiar y sanitario; contamos con una generación que soporta muy mal las limitaciones”.
Otro aspecto que para Iruin merece especial atención es el consumo de alcohol. “Aquí es un problema muy importante contra el que hacemos poco, sea porque no sabemos cómo abordarlo o no podamos o no queramos hacerlo; no lo sé, pero realmente es un grupo de altísimo riesgo. También me preocupa, y mucho, el maltrato a los niños, tanto en forma de
bullying como de agresiones sexuales que están ahí y habría que tenerlo más en cuenta”.
Ante la falta de recursos humanos, que seguirá sin solucionarse por la escasez de presupuesto, aboga por un rediseño del sistema. “Porque si no, nunca saldremos adelante; si nos reorientamos hacia la prevención y promoción tendremos que contar con diferentes tipos de profesionales y reorganizar sus competencias, no tanto para tratar, sino para prevenir. En esta línea, la pandemia nos ha aportado la posibilidad de comprobar que intervenciones como el atender telemáticamente sirven para prevenir que algunos ciudadanos pasen a ser atendidos presencialmente por la red de salud mental y automáticamente ser considerados como enfermos psiquiátricos”.
En el lado positivo quiso apreciar que “si seguimos con la prevención iniciada en la pandemia necesitaremos menos recursos de tratamiento y ante el déficit actual que tenemos podríamos llegar a más pacientes de salud mental”.
Algunas conclusiones
1. La atención a la salud mental debe ir más allá del control de síntomas psiquiátricos; ha de incidir en la prevención de las secuelas relacionadas con el estigma y la atención integral de la persona con trastorno mental en todas las dimensiones de su bienestar físico, psíquico y social.
2. Necesidad de compartir buenas prácticas y la alternativa a la hospitalización con el desarrollo de entornos comunitarios.
3. Es preciso ir controlando la demanda de consultas de salud mental de forma preventiva, sin psiquiatrizar más el sistema. Además, del mismo modo que hay una cierta homogeneidad en las actuaciones y abordajes de la salud mental en Euskadi y Navarra, es también importante incidir en los indicadores de calidad de los procesos.
4. Debe integrarse el trabajo de los centros y relegar las desconfianzas entre unidades; hay que intentar sumar, porque no existen recursos para todos. Es clave la necesidad de psicoterapias para la equidad, así como ambulatorizar muchos de los procesos de salud mental, trasladando al ámbito sociosanitario todo aquello que sean capaces de hacer y para lo que tengan recursos.
5. El reto de la estrategia de salud mental debe compaginar aspectos en la línea de la intervención, como la incapacidad, el
bullying, y en trabajar sobre los colectivos más vulnerables, como adolescentes, mayores, población penitenciaria…, con el objetivo de tomar decisiones importantes para reinsertarlos. Por eso, es decisivo que el paciente acuda cuanto antes a AP donde tendrá un abordaje temprano.
6. En el País Vasco, aunque la atención en salud mental sea mejorable, no se parte de cero. Ya se dispone de un sector terciario muy potente, con las líneas de psicoterapias regladas basadas en la eficiencia. El último reto está en la parte de empleo laboral, protegido, donde la mejor manera de potenciarlo sería sumar perspectivas para construir una mejor salud mental.
7. Es necesario reflexionar más sobre la atención de salud mental y concienciar a la población sobre este ámbito de la salud; no puede ser que una persona con un problema emocional, que por definición es una reacción normal de adaptación, pueda llegar a pensar que precisa atención sanitaria. Los centros de salud se llenan de gente sana pero infeliz, generando un problema importante de costes evitables, directos e indirectos.
8. También sería interesante unificar nomenclaturas, para que todos los especialistas referencien lo mismo, así como definir los tratamientos y ver cómo se maneja la agenda.
9. En Navarra se lleva años haciendo lo mismo. Se está en una situación en la que han de revaluarse los procesos asistenciales que se están implementando, así como los recursos, desterrando los modelos enquistados de funcionamiento. Además, en opinión de los expertos, los centros de salud mental están colapsados. Hay que “enganchar” a las personas que están en el sistema, pero que no están entrando en procesos de recuperación personal.
10. Fomentar la consulta no presencial, una herramienta muy útil para los médicos de AP, y redirigir la demanda. También sería bueno fomentar las consultas de apoyo psicológico.
“Las formas depot de neurolépticos permitieron un mejor manejo de pacientes difíciles”
Antonio López Andrés, subdirector de Farmacia y Prestaciones del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea
Este experto, uno de los participantes en la elaboración del libro “Presente y Futuro de la Salud Mental en España”, presentado recientemente, se refirió al papel de la innovación terapéutica en el manejo de la enfermedad mental. Hasta bien entrados los años 60, en el mundo occidental los pacientes con enfermedades mentales eran sistemáticamente institucionalizados (psiquiátricos o manicomios).
En ese sentido, subrayó López Andrés, el descubrimiento y comercialización de los neurolépticos a partir de 1952 es un factor determinante para el desarrollo de estas políticas de institucionalizar sistemáticamente a estos pacientes.
La desinstitucionalización es un concepto que llegó a España a lo largo de los años 80 a través de la Reforma Psiquiátrica, con la intención de cerrar todos los manicomios. En 1985 se incorporó la corriente de la psiquiatría comunitaria siguiendo el “Informe de la Comisión Ministerial de Reforma Psiquiátrica”, que establecía los principios generales a seguir para el proceso de transformación de la atención psiquiátrica.
“En este proceso se pasa de mantener a las personas con enfermedad mental en hospitales psiquiátricos, a darles una atención digna e integrada en la sociedad a través de modelos basados en mejorar su calidad de vida. En España el proceso pasó por establecer una red comunitaria de centros de salud mental, donde el paciente es atendido puntualmente a imagen de los centros de AP”, añadió el subdirector de Farmacia de Osasunbidea.
La aparición de las formas depot de los neurolépticos permitieron un mejor manejo de los pacientes más difíciles, aquellos en los que no se garantiza el cumplimiento terapéutico. “De esta forma, no tenían que acudir frecuentemente a los centros de salud mental, hecho que ayudaba a desestigmatizar la enfermedad y suponía un alivio para familias y cuidadores que podían tener “controlado” al paciente, liberándolo de la toma diaria de los antipsicóticos”.
Revolución psiquiátrica
Actualmente, gracias a la nueva percepción del tratamiento de la enfermedad mental en el ámbito comunitario, es impensable que una persona ingrese de larga estancia dentro de una institución. De esta “revolución psiquiátrica” se derivan consecuencias directas y diferidas tras la introducción de los psicofármacos y que pueden resumirse en tres: Desinstitucionalización, implicación de la AP en la salud mental, especialmente en el manejo de trastornos mentales menores y reafirmación de las hipótesis biológicas sobre la génesis de las enfermedades mentales.
Respecto a la agenda política, consideró que en Navarra desde hace muchos años se ha querido dar una relevancia particular a la Salud Mental, siendo el único tipo de patología con una estructura propia, con una dirección gerencial y una estructura administrativa equiparable a la que tiene AP o Salud Pública.
Crecen los antidepresivos
Está convencido de que existe en general un diagnóstico adecuado sobre las dolencias mentales y de que en los últimos años se ha dado un tratamiento terapéutico, especialmente con medicamentos, en general correcto. Sin embargo, en ciertos grupos terapéuticos como los antidepresivos aprecia comportamientos terapéuticos tendentes a un sobretratamiento, especialmente para aspectos de la vida ordinaria que deberían tener un abordaje terapéutico no farmacológico. Mientras que el consumo de hipnóticos y tranquilizantes menores se ha contenido en los últimos años, el de los antidepresivos sigue creciendo con tasas anuales de hasta un 15%.
Coincidiendo con Iñaki Arrizabalaga, gerente de Salud Mental de Osasunbidea, señaló que en Navarra el Plan de Salud Mental 2019-2023 detalla y planifica adecuadamente los recursos de la Gerencia de Salud Mental, centros de salud mental, centros de salud infantojuvenil, programas de primeros episodios psicóticos, unidades de hospitalización psiquiátrica, hospitales de día, unidades de media y larga estancia, etc. “En definitiva, los recursos son adecuados tanto por ratios de plazas como de profesionales”.
En ese sentido, recordó que en el Plan de Salud de Navarra el objetivo estratégico es “impulsar la mejora de la imagen y prevenir el estigma de las personas con enfermedad mental”. Esto se plasma en varias líneas de acción: mejorar la percepción de la ciudadanía sobre las personas con trastorno mental, incluir su abordaje normalizado y evitar su riesgo de victimización.
El Plan de Salud de Mental de Navarra especifica varios indicadores de salud para cada uno de los objetivos estratégicos. Además, el ámbito de las políticas de uso racional de los medicamentos es un aspecto en el que se hace especial hincapié, así como en la coordinación entre los diferentes niveles asistenciales, en el manejo de los medicamentos para la salud mental, teniendo en cuenta que el medicamento es un elemento transversal a toda la organización sanitaria.
Aquí puede acceder al libro 'Presente y Futuro de la Salud Mental en España', de
Angelini Pharma.