La actuación del profesional de la oficina de farmacia ante el paciente con una patología infecciosa suele tener varias vertientes; por un lado, debe controlar la tendencia a automedicarse los síntomas menores, como el dolor de garganta o la tos. Por otra parte, también tiene una actitud de vigilancia e información respecto a la adherencia al tratamiento, especialmente en una minoría de casos en los que el paciente necesita antibióticos. Francisco Coello, vocal del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Pontevedra, recuerda que el farmacéutico también debe vigilar e informar sobre el cumplimiento fiel de la posología y la duración del tratamiento.
Otra cuestión que debe tener en cuenta el farmacéutico es el refuerzo de la prevención. “Venga o no del médico, siempre recomendamos al paciente la adopción de medidas higiénico-sanitarias, y le damos consejos para que cuide la mucosa tanto faríngea como laríngea”. Una forma de reforzar las mucosas y, en general, el sistema inmunitario es con el aumento de la toma de vitaminas A y E.
Actuación farmacéutica: consejos, prevención e higiene
- Ingerir alimentos blandos.
- Beber agua para humectar e hidratar: evitar los cítricos y ácidos.
- Ventilar la habitación y humidificar el ambiente.
- Evitar calefacciones de aire.
- Evitar irritantes.
- Evitar cambios bruscos de temperatura.
- Evitar comidas y bebidas muy calientes o frías.
- Tratamiento y control del reflujo gastroesofágico (RGE).
- Fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE): ibuprofeno 400 mg, paracetamol 500 -650 mg.
- Mucolíticos para facilitar la eliminación de moco sin forzar (tos): acetilcisteína, ambroxol.
- Antitusivo en caso de tos irritativa. (circulo vicioso): dextrometorfano, levodropropizina.
- Líquidos: colutorios, enjuagues, gargarismos, aerosoles-nebulización (para niños), infusiones o decocciones de plantas (vía interna y/o tópica).
- Sólidos: pastillas bucofaríngeas (diluir en la boca hasta el final).