Llevamos semanas hablando de las bajas por la 6ª ola, el colapso de la gestión de las bajas en Atención Primaria, las propuestas de “nueva” norma o nuevo criterio para dar partes de baja y alta a la vez y reducir así los trámites administrativos, y descargar a Primaria en momentos en que de nuevo una vez más debe focalizarse en la pandemia, o tal vez mejor expresado la demanda en aluvión de la atención de pacientes infectados o contactos estrechos desborda su capacidad de actuación, en un sistema sanitario que ha resistido a las “pruebas de estrés” gracias más a la dedicación individual de los sanitarios que a la arquitectura del sistema, ya tocado antes de la pandemia.
En cuanto a las bajas, en un sistema dicotómico donde lo sanitario (SPS) inicia el proceso, y hace seguimiento a la par que presta asistencia, pero el pago y “control” compete a mutuas e INSS, es decir entre salud pública y protección social, se ha echado en falta una previsión de la que se nos venía encima, y salir a la palestra para recordar o instruir desde seguridad social, que se disponía de una herramienta, que ya existía, para la gestión de las bajas de corta duración. Y es que este debate de proponer bajas y altas para el COVID, era estéril, pues no hacía falta “inventar la pólvora”, dado que la norma que regula la gestión de las bajas el Real Decreto 625/2014, ya disponía en su artículo 2 apartado 3 a) que en los procesos de duración estimada inferior a cinco días naturales, el facultativo del servicio público de salud, podrá emitir el parte de baja y el parte de alta en el mismo acto médico, y que si a la fecha del alta no se hubiere recuperado, cabe prorrogar la baja mediante parte de confirmación.
Pues bien, este tipo de bajas y altas, y en concreto para COVID y su variante ómicron, entendiendo es una variante menos virulenta, que “incapacita laboralmente” menos tiempo que otras previas, entendiendo la dificultad para cita presencial en Primaria para pedir la baja y entendiendo la dificultad para cita presencial en Primaria para pedir el alta, supondría adecuar la duración de las bajas; pues de no utilizarse esta posibilidad regulada, pudiéramos encontrarnos con que las bajas, en muchos casos con efectos retroactivos, y con la dificultad y poca agilidad para conseguir el alta, se prolonguen innecesariamente días posteriores a cuando ya se ha recuperado la capacidad laboral.
Dicho lo cual, es momento de plantearse algunas cuestiones todavía no resueltas.
En cuanto a la seguridad social y mutuas colaboradoras (recordemos que las bajas COVID se “pagan” como si fueran accidente de trabajo):
- ¿Se conoce el número de bajas por COVID, su duración media y su desviación respecto a olas precedentes (mejor sería conocerlas por “periodos”, para conocer el impacto de los sucesivos puentes y celebraciones, constitución, navidad, año nuevo, reyes) desde que a finales de noviembre dio comienzo la 6ª ola?
- ¿Se conoce el número de bajas por otros procesos (NO COVID), y si como efecto colateral o transversal, estas se han incrementado en número y en duración respecto a periodos entre olas?