Viernes, 10 de enero de 2025

Área cardiometabólico

La pauta de insulina glargina se establece en función de las características que presenta cada paciente. Es clave llevar a cabo una educación sobre el manejo de plumas precargadas y la administración de insulina.

La combinación de un análogo de GLP-1 (ArGLP-1) y de insulina basal reduce el riesgo de hipoglucemias, de aumento de peso asociado con la terapia insulínica y de las necesidades de insulina. Además, tiene beneficios metabólicos, cardiovasculares y renales.

En prevención primaria, se estima que prevalencia de cualquier tipo de dislipemia en la población española oscila entre un 40 y un 48 %. Además de este factor de riesgo cardiovascular hay que considerar si el paciente tiene algún otro para establecer la pauta de control

La adherencia y la correcta dosificación de la insulina se basan en una educación diabetológica correcta, que incluye un autocontrol glucémico. La insulina glargina ofrece una acción más estable.

Las distintas escalas para medir el riesgo cardiovascular son necesarias para prevenir la aparición de eventos cardiovasculares. La utilización de la combinación de estatinas y ezetimiba es beneficiosa en la reducción de las cifras de LDL.

Los pacientes con enfermedad renal crónica suelen presentar dislipemia. La combinación de rosuvastatina y ezetimiba es necesaria para controlar dicho factor de riesgo cardiovascular.

Las personas con diabetes tienen un riesgo elevado enfermedad ateroesclerótica vascular. El buen control de los niveles de colesterol total y LDL es fundamental para prevenir las complicaciones macrovasculares.

El control de las cifras de LDL es clave a la hora de implantar pautas preventivas. Conocer el riesgo cardiovascular, a través de las escalas adecuadas, permite delinear el abordaje de estos pacientes.

La combinación de rosuvastatina y ezetimiba mejora el control del riesgo cardiovascular en pacientes diabéticos, ya que facilita conseguir los objetivos terapéuticos de cLDL.

Las estatinas han demostrado eficacia en prevención secundaria en mayores de 70 años. Su prescripción tiene que ser individualizada, en función de las características de cada paciente.

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