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¿Qué tienen en común la migraña crónica, la vejiga hiperactiva y la espasticidad que padecen las personas que han sufrido un ictus o tienen parálisis cerebral infantil? El nexo entre todas ellas es que Botox es una alternativa terapéutica eficaz para su tratamiento o, como en el caso de la espasticidad, una terapia básica. La toxina botulínica tipo A de Allergan cumple 20 años en España "y ha llegado a convertirse en el mayor éxito terapéutico del mundo en el campo de la rehabilitación", asegura el Dr. Anthony B. Ward, profesor y director del centro de Rehabilitación Médica North Staffordshire en el Hospital Haywood de Stoke-on-Trent (Reino Unido), vicepresidente de la Federación Mundial de NeuroRehabilitación y miembro de la Sociedad Internacional de Medicina Física y Rehabilitación.
En España, entre 300.000 y 400.000 personas sufren espasticidad, un síntoma que aparece en diferentes enfermedades neurológicas como esclerosis múltiple, las lesiones medulares, el ictus, los traumatismos craneoencefálicos o la parálisis cerebral. Consiste básicamente en el aumento de tono de uno o varios músculos que no son capaces de relajarse y esto da lugar a posturas forzadas que provocan dolor, dificultad para realizar actividades cotidianas como caminar e incluso afecta al crecimiento de los niños.
"En la parálisis cerebral infantil se tiende a iniciar el tratamiento con toxina botulínica muy precozmente, sobre los dos años de edad. Se utiliza para ralentizar el desarrollo de las contracturas articulares que se producen y mejorar la funcionalidad como, por ejemplo, la marcha o la puesta en pie", explica la Dra. Mercedes Martínez, de la Unidad de Rehabilitación Infantil del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz en Madrid.
Esta especialista añade que esta terapia es básica en los más pequeños. "Botox ha contribuido a la mejora del manejo de los pacientes con parálisis cerebral infantil, ya que antes de su aparición el tratamiento se basaba únicamente en terapias físicas que tenían resultados limitados; además, gracias al uso de toxina podemos retrasar las cirugías ortopédicas y el número total de operaciones con sus correspondientes riesgos", afirma.
"La relajación muscular que produce la toxina botulínica facilita el movimiento y la relajación de los músculos espásticos, colaborando al mantenimiento de la congruencia articular como en el caso de las caderas, evitando en algunos casos la rápida progresión hacia la luxación de caderas", explica. "Sin duda ha demostrado su eficacia y por ello debe ofrecerse como tratamiento para todos los pacientes espásticos con parálisis cerebral; además, la tendencia actual es iniciar su uso cada vez a una edad más temprana", comenta la Dra. Martínez.
En España
Otro colectivo que suele tener espasticidad es el de las personas que han sufrido un ictus, en concreto, se calcula que entre un 20 y un 30 por ciento de los pacientes que padecen este accidente cerebrovascular desarrollarán este síntoma. "En España hay entre 180.000 y 230.000 personas que ahora mismo tienen espasticidad como consecuencia de un ictus", señala Susana Moraleda, médico adjunto del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz.
"Por la rigidez que produce la espasticidad hay muchos pacientes que no pueden vestirse ni andar, o les es imposible hacerse una correcta higiene palmar o axilar y no se pueden cortar las uñas, por lo que esto les puede provocar heridas e infecciones. Con la infiltración de toxina botulínica se consigue minimizar o incluso hacer desaparecer estos problemas", manifiesta esta especialista.
Se ha comprobado además que el tratamiento repetido con Botox reduce el tono muscular al mes, mejora la fuerza a los tres meses y facilita las tareas básicas al mes, tres y doce meses.
Por su parte, el Dr. Ward predice el futuro a corto plazo de Botox de acuerdo con la práctica clínica que se realiza a diario: "La toxina se utilizará en dosis más altas para conseguir mayores resultados terapéuticos, ya que se está viendo que, además ser un fármaco muy coste-eficaz, es altamente seguro y con escasos efectos secundarios, y por ello seguramente se amplíen sus indicaciones a más enfermedades".
La mitad de días con migraña
Botox también juega un papel crucial en el tratamiento de la migraña crónica, una enfermedad discapacitante que afecta en nuestro país a casi dos millones de personas. "Los pacientes con migraña crónica sufren dolor crónico, ansiedad o depresión con una frecuencia dos o tres veces superior a la migraña episódica. Por ello, su abordaje requiere un tratamiento preventivo eficaz y personalizado", explica el Dr. Julio Pascual, director del Área de Neurociencias y profesor titular de Neurología del Hospital Universitario Central de Asturias (Oviedo).
Según el estudio PREEMPT, después de doce meses en tratamiento con Botox, cerca del 70 por ciento de los pacientes experimentan una reducción del 50 por ciento en número de días que sufren migraña. Asimismo, el uso de Botox, que ha sido reembolsado recientemente por el Sistema Nacional de Salud, reduce significativamente los días con cefalea moderada a severa y mejora la calidad de vida.
"Los neurólogos disponemos ahora de una alternativa más para tratar una enfermedad altamente incapacitante para la que hasta el momento no teníamos casi opciones: Botox es el único tratamiento preventivo sin efectos secundarios depresores sobre el sistema nervioso central, sin efectos secundarios sistémicos, reduce de forma muy relevante la frecuencia y la severidad de las crisis, hace que el paciente tenga que consumir muchos menos analgésicos, goza de una excelente tolerabilidad y evita acudir a Urgencias para tratamiento parenteral", asegura este especialista.
En este campo también se han producido muchos avances en los últimos años. "Ahora sabemos que es sumamente importante inyectar entre 155 y 195 unidades en un mínimo de 31 puntos de la cabeza y el cuello, con una técnica que sigue la distribución de los nervios pericraneales que dependen de las primeras raíces cervicales y sobre todo del nervio trigémino, y que sólo sabremos si el paciente es respondedor si le administramos Botox en al menos dos ocasiones", apunta el Dr. Pascual. En el futuro, prevé, Botox se convertirá en un tratamiento de rutina para el paciente con migraña crónica que acuda a cualquier servicio de Neurología.
La incontinencia urinaria y la depresión
Más de 6,5 millones de personas padecen incontinencia urinaria y/o vejiga hiperactiva en España, afectando aproximadamente al diez por ciento de las mujeres entre 25 y 64 años, alrededor del cinco por ciento en hombres entre 50 y 65 años y siendo superior al 50 por ciento en personas de más de 65 años de ambos sexos. "La incontinencia urinaria aumenta al doble el riesgo de padecer una depresión y el 86 por ciento de estos pacientes reconoce que se siente socialmente rechazado", señala el Dr. Manuel Esteban, jefe de Servicio de Urología del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo y coordinador nacional de Urología Funcional de la Asociación Española de Urología.
En estos casos, Botox también presenta una solución para muchos pacientes. "La toxina botulínica reduce significativamente o corrige completamente la incontinencia urinaria en casos rebeldes al tratamiento inicial hasta en el 75 por ciento de los casos", revela este especialista. Además, añade, "también se consigue mejorar la capacidad vesical, disminuye la presión excesiva dentro de la vejiga e incluso desaparecen las contracciones involuntarias que provocan la incontinencia".
El Dr. Esteban asevera que el uso de Botox constituye una herramienta terapéutica mínimamente invasiva con una relación coste-efectividad muy interesante. "Los urólogos hemos adquirido mayor experiencia y destreza en la técnica de aplicación, mejorar los tiempos quirúrgicos y se pueden repetir los tratamientos sin restar efectividad, por lo que estimamos un crecimiento en el uso de la toxina en los próximos años debido a su perfil de seguridad", concluye.
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[post_excerpt] => " En niños con parálisis cerebral el tratamiento con toxina botulínica tipo A suele comenzar a los dos años de edad para tratar la espasticidad y ralentizar el desarrollo de contracturas articulares " Los pacientes que sufren migraña crónica o incontinencia urinaria y que utilizan Botox mejoran su calidad de vida mientras que los especialistas defienden su uso por su coste-eficacia y alta tolerabilidad
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En España, entre 300.000 y 400.000 personas sufren espasticidad, un síntoma que aparece en diferentes enfermedades neurológicas como esclerosis múltiple, las lesiones medulares, el ictus, los traumatismos craneoencefálicos o la parálisis cerebral. Consiste básicamente en el aumento de tono de uno o varios músculos que no son capaces de relajarse y esto da lugar a posturas forzadas que provocan dolor, dificultad para realizar actividades cotidianas como caminar e incluso afecta al crecimiento de los niños.
"En la parálisis cerebral infantil se tiende a iniciar el tratamiento con toxina botulínica muy precozmente, sobre los dos años de edad. Se utiliza para ralentizar el desarrollo de las contracturas articulares que se producen y mejorar la funcionalidad como, por ejemplo, la marcha o la puesta en pie", explica la Dra. Mercedes Martínez, de la Unidad de Rehabilitación Infantil del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz en Madrid.
Esta especialista añade que esta terapia es básica en los más pequeños. "Botox ha contribuido a la mejora del manejo de los pacientes con parálisis cerebral infantil, ya que antes de su aparición el tratamiento se basaba únicamente en terapias físicas que tenían resultados limitados; además, gracias al uso de toxina podemos retrasar las cirugías ortopédicas y el número total de operaciones con sus correspondientes riesgos", afirma.
"La relajación muscular que produce la toxina botulínica facilita el movimiento y la relajación de los músculos espásticos, colaborando al mantenimiento de la congruencia articular como en el caso de las caderas, evitando en algunos casos la rápida progresión hacia la luxación de caderas", explica. "Sin duda ha demostrado su eficacia y por ello debe ofrecerse como tratamiento para todos los pacientes espásticos con parálisis cerebral; además, la tendencia actual es iniciar su uso cada vez a una edad más temprana", comenta la Dra. Martínez.
En España
Otro colectivo que suele tener espasticidad es el de las personas que han sufrido un ictus, en concreto, se calcula que entre un 20 y un 30 por ciento de los pacientes que padecen este accidente cerebrovascular desarrollarán este síntoma. "En España hay entre 180.000 y 230.000 personas que ahora mismo tienen espasticidad como consecuencia de un ictus", señala Susana Moraleda, médico adjunto del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz.
"Por la rigidez que produce la espasticidad hay muchos pacientes que no pueden vestirse ni andar, o les es imposible hacerse una correcta higiene palmar o axilar y no se pueden cortar las uñas, por lo que esto les puede provocar heridas e infecciones. Con la infiltración de toxina botulínica se consigue minimizar o incluso hacer desaparecer estos problemas", manifiesta esta especialista.
Se ha comprobado además que el tratamiento repetido con Botox reduce el tono muscular al mes, mejora la fuerza a los tres meses y facilita las tareas básicas al mes, tres y doce meses.
Por su parte, el Dr. Ward predice el futuro a corto plazo de Botox de acuerdo con la práctica clínica que se realiza a diario: "La toxina se utilizará en dosis más altas para conseguir mayores resultados terapéuticos, ya que se está viendo que, además ser un fármaco muy coste-eficaz, es altamente seguro y con escasos efectos secundarios, y por ello seguramente se amplíen sus indicaciones a más enfermedades".
La mitad de días con migraña
Botox también juega un papel crucial en el tratamiento de la migraña crónica, una enfermedad discapacitante que afecta en nuestro país a casi dos millones de personas. "Los pacientes con migraña crónica sufren dolor crónico, ansiedad o depresión con una frecuencia dos o tres veces superior a la migraña episódica. Por ello, su abordaje requiere un tratamiento preventivo eficaz y personalizado", explica el Dr. Julio Pascual, director del Área de Neurociencias y profesor titular de Neurología del Hospital Universitario Central de Asturias (Oviedo).
Según el estudio PREEMPT, después de doce meses en tratamiento con Botox, cerca del 70 por ciento de los pacientes experimentan una reducción del 50 por ciento en número de días que sufren migraña. Asimismo, el uso de Botox, que ha sido reembolsado recientemente por el Sistema Nacional de Salud, reduce significativamente los días con cefalea moderada a severa y mejora la calidad de vida.
"Los neurólogos disponemos ahora de una alternativa más para tratar una enfermedad altamente incapacitante para la que hasta el momento no teníamos casi opciones: Botox es el único tratamiento preventivo sin efectos secundarios depresores sobre el sistema nervioso central, sin efectos secundarios sistémicos, reduce de forma muy relevante la frecuencia y la severidad de las crisis, hace que el paciente tenga que consumir muchos menos analgésicos, goza de una excelente tolerabilidad y evita acudir a Urgencias para tratamiento parenteral", asegura este especialista.
En este campo también se han producido muchos avances en los últimos años. "Ahora sabemos que es sumamente importante inyectar entre 155 y 195 unidades en un mínimo de 31 puntos de la cabeza y el cuello, con una técnica que sigue la distribución de los nervios pericraneales que dependen de las primeras raíces cervicales y sobre todo del nervio trigémino, y que sólo sabremos si el paciente es respondedor si le administramos Botox en al menos dos ocasiones", apunta el Dr. Pascual. En el futuro, prevé, Botox se convertirá en un tratamiento de rutina para el paciente con migraña crónica que acuda a cualquier servicio de Neurología.
La incontinencia urinaria y la depresión
Más de 6,5 millones de personas padecen incontinencia urinaria y/o vejiga hiperactiva en España, afectando aproximadamente al diez por ciento de las mujeres entre 25 y 64 años, alrededor del cinco por ciento en hombres entre 50 y 65 años y siendo superior al 50 por ciento en personas de más de 65 años de ambos sexos. "La incontinencia urinaria aumenta al doble el riesgo de padecer una depresión y el 86 por ciento de estos pacientes reconoce que se siente socialmente rechazado", señala el Dr. Manuel Esteban, jefe de Servicio de Urología del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo y coordinador nacional de Urología Funcional de la Asociación Española de Urología.
En estos casos, Botox también presenta una solución para muchos pacientes. "La toxina botulínica reduce significativamente o corrige completamente la incontinencia urinaria en casos rebeldes al tratamiento inicial hasta en el 75 por ciento de los casos", revela este especialista. Además, añade, "también se consigue mejorar la capacidad vesical, disminuye la presión excesiva dentro de la vejiga e incluso desaparecen las contracciones involuntarias que provocan la incontinencia".
El Dr. Esteban asevera que el uso de Botox constituye una herramienta terapéutica mínimamente invasiva con una relación coste-efectividad muy interesante. "Los urólogos hemos adquirido mayor experiencia y destreza en la técnica de aplicación, mejorar los tiempos quirúrgicos y se pueden repetir los tratamientos sin restar efectividad, por lo que estimamos un crecimiento en el uso de la toxina en los próximos años debido a su perfil de seguridad", concluye.
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