En los últimos años, el número de personas tanto polialérgicas como polisensibilizadas, ha aumentado de manera considerable. En esta línea, los datos apuntan que las tasas de polisensibilización son más altas en el sur de Europa, pero en las regiones más al norte también están aumentando. De hecho, la Sociedad Europea de Alergia e Inmunología Clínica (
SEAIC) prevé que
la mitad de la población europea tenga alguna enfermedad alérgica en 2025. Así lo recuerda con motivo del
Día Mundial de la Alergia, que se celebra el próximo sábado 8 de julio.
Cabe recordar que las personas p
olialérgicas son aquellas que presentan sintomatología clínica alérgica (como por ejemplo respiratoria: rinoconjuntivitis, asma, picor orobucal, o cutánea: urticaria o angioedema) relacionada con la exposición a
dos o más alérgenos (varios pólenes, ácaros, hongos, alimentos) frente a los que se demuestra su sensibilización mediante un estudio alergológico idóneo. Por otra parte, se conoce como pacientes
polisensibilizados a aquellos con estudio positivo a dos o más alérgenos sin tener que existir una relación causal entre exposición a alguno de ellos y la presentación de síntomas.
El cambio climático en las personas polisensibilizadas
El motivo del aumento de personas polisensibilizadas es multifactorial. Por un lado, el cambio climático hace que las
épocas polínicas sean más largas y con mayor cantidad de polen. Esto genera que las personas estén cada vez más expuestas y durante más tiempo.
Además, la contaminación de las grandes ciudades hace que los pólenes tengan mayor capacidad de inducir alergia. A este respecto se refiere el alergólogo del Hospital HLA Jerez Puerta del Sur Antonio Letrán Camacho. “Hay que tener en cuenta que la contaminación de las ciudades no es más que una agresión para árboles y plantas, lo que tiene como consecuencia que cada vez emitan pólenes más alergénicos, lo que explica un mayor nivel de sensibilidad alérgica”.
Otro de los principales factores del aumento de las alergias es la globalización. Esta ha facilitado el movimiento constante entre territorios alejados geográficamente, haciendo que las
personas estemos expuestas a una flora mucho más diversa, aumentando así las posibilidades de generar anticuerpos frente a más fuentes alergénicas.