Se sabe que el embarazo provoca una serie de cambios en el cuerpo femenino en el que intervienen diferentes hormonas que implican adaptaciones radicales, sin embargo, no habían sido contemplados los efectos que podrían tener a nivel cerebral
Una investigación dirigida por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona revelan que las alteraciones en la estructura del cerebro son duraderas en la estructura del cerebro, se analiza la posibilidad de que los cambios sean una mejora para proteger y relacionarse con el bebé.
La investigación es la primera en mostrar que el embarazo implica diversos cambios que se mantienen a largo plazo, es decir, al menos hasta dos años después del parto, en la morfología del cerebro de la madre.
Los estudios fueron realizados mediante resonancia magnética en las cuales se ha podido observar cuáles son los cambios que acontecen en el primer embarazo de una mujer, los cuales van desde la reducción de la materia gris, donde se localizan las regiones implicadas con las relaciones sociales, explicó el doctor Agustín Ballesteros, director de IVI Barcelona y colaborador en el estudio.
Durante la investigación, los expertos realizaron una extensa comparación de imágenes de resonancia durante 5 años, a 25 mujeres embarazadas, mismas que fueron tomadas antes y después del parto, también a 19 varones (sus parejas), en contraste con un grupo de 20 mujeres que no estaban ni estuvieron nunca embarazadas y 17 varones (sus parejas).
En todos los casos de las mujeres embarazadas se observó la disminución de materia gris lo cual indica que probablemente se trata de un cambio debido a los procesos biológicos del embarazo, y no a los cambios relacionados con el nacimiento del bebé que también pueden experimentar los padres.
el estudio ha permitido determinar sin ambigüedad si una mujer de la muestra había estado o no embarazada en función de los cambios en el volumen de estas áreas del cerebro y hasta predecir el grado de vínculo con el bebé después del parto según estos cambios.
Por otro lado, los cambios presentados no afectan en funciones intelectuales ni de memoria por lo tanto, se cree que la pérdida de sustancia gris no implica ningún déficit cognitivo, sino de una reestructuración con fines adaptativos para sensibilizar a la madre para identificar las necesidades del bebé.