Los rumores sobre la posible vuelta de los espectadores a los estadios de fútbol a partir del 9 de mayo, fecha en la que está previsto que termine el estado de alarma, se han disipado este lunes, cuando la
Ministra de Sanidad, Carolina Darias,
ha desaconsejado la vuelta del público a las gradas para los últimos partidos de la Liga. Algunas comunidades autónomas tienen una incidencia acumulada por debajo de 70 y otras están próximas a 400 o por encima de 500 y, por lo tanto, “no sería aconsejable”, según Darias.
La Liga venía expresando desde hace tiempo al
Gobierno su voluntad de reabrir los estadios a los aficionados a partir de la segunda semana de mayo y que se disputaran así las últimas jornadas de la Liga con público en las gradas, aunque la afición tendrá que esperar.
Riesgo de contagio en eventos masivos
“Creo que estamos teniendo una excesiva prisa por volver a la normalidad en la asistencia a actos masivos. Es cierto que después de un año y varios meses de pandemia las cifras de contagio y mortalidad asociada han descendido notablemente en nuestro país. Sin embargo, no podemos bajar la guardia, ya que esta disminución varía en función de la comunidad en la que nos fijemos. Además,
el ritmo de vacunación todavía es lento y no podemos hablar de que existan porcentajes elevados de personas completamente inmunizadas”, explica Patricia Guillem, catedrática de Epidemiología, Medicina Preventiva y Salud Pública en la
Universidad Europea de Valencia.
La vuelta del público a eventos deportivos en estos momentos, no teniendo una incidencia baja o no estando las cifras ideales de población vacunada y contando además con la presencia de variantes importadas del virus, podría suponer un nuevo riesgo. La epidemióloga Patricia Guillem pone
como ejemplo el partido de la UEFA Champions League que enfrentó a Atalanta y Valencia CF y que más tarde se denominaría “bomba biológica”. “Este partido fue el detonante de la expansión del virus, afectando considerablemente a la propagación de las cadenas epidemiológicas de contagio”, señala.
Impacto económico de la apertura al público de los partidos
José Bonal, profesor de Gestión Deportiva en la
Universidad Europea, asegura que la propuesta de las últimas dos jornadas a puerta abierta “no supone un gran impacto económico”, pues los abonados ya han pagado sus cuotas –pospuestas en casi todos los clubes para la próxima temporada– y los ingresos por
ticketing están limitados. “Los ingresos de toda una temporada suponen un 10-15% para muchos clubes, siendo su principal ingreso el proveniente de los derechos de televisión”, especifica Bonal.
Según el experto en Gestión Deportiva, tan solo clubes que generan muchos ingresos por conceptos de “Revenue en el Estadio”, como el Barça, el Real Madrid o el Atlético, pueden ingresar una cuantía significante. “Y sería significante en valores absolutos, en porcentaje del presupuesto total, tampoco demasiado importante”, concreta el experto. En caso de una temporada completa, hablaríamos de un 30% aproximadamente, que sí sería importante.
Cómo se protegen los equipos deportivos
“A día de hoy, se intenta
eliminar cualquier posibilidad de contacto estrecho, es decir, 15 minutos sin mascarilla como define Sanidad.
No hay acceso regular a los vestuarios, y en los comedores se realizan grupos burbuja. Diría que el protocolo de La Liga es uno de los más estrictos del mundo del deporte en lo referente a prevención COVID-19, con la excepción de la Burbuja NBA, claramente el más rígido y meditado”, según el especialista José Bonal.
Requisitos de los “espacios seguros”
Para ser consideradas “espacios seguros”, las instalaciones deberían cumplir una serie de requisitos. La epidemióloga Patricia Guillem expone que serían preferibles aquellas que contasen con una
gran amplitud de espacio para que, pudiendo reducir su aforo, los asistentes estuviesen adecuadamente distanciados entre sí. También, por otro lado, resulta fundamental la
ventilación durante la duración de las actividades o eventos. “Se debe garantizar que continuamente haya un reemplazo de aire en su interior, en el caso de que sean instalaciones cerradas o semicerradas. Esta característica es mucho más fácil de cumplir en recintos abiertos”, puntualiza.
Otros aspectos a considerar que se irán incorporando paulatinamente como consecuencia de esta pandemia, pero que tendrán una repercusión a largo plazo, consisten en la
dotación de las instalaciones con elementos que permitan reducir o eliminar la interacción del público con el medio que les rodea. Por ejemplo, que los baños integren cisternas automáticas de descarga, dispensadores de jabón, o aparatos de secado de manos en los que no se requiera establecer contacto manual.
Al mismo tiempo, las instalaciones pueden contar con
flujogramas de información que, de una forma visual, a través de dibujos y/o señalizaciones, indiquen a los asistentes cómo realizar su recorrido, para asegurar que este se realiza en una única dirección y sin mezcla de diferentes flujos entre personas.
“Dentro de las instalaciones se debería
limitar la posibilidad de comer o beber para evitar retirar la mascarilla, y, en el caso de que la situación epidemiológica lo permita, más adelante se podría trabajar con la creación de alguna aplicación que permitiese ordenar un pedido y que este llegase a la persona en su asiento sin que esta tenga que desplazarse, hacer cola, pagar con dinero…”, plantea Patricia Guillén. Y añade: “Se deberían crear también algunas salas donde poder aislar o tratar a personas que presuntamente manifiesten alguna sintomatología o malestar, por lo que será necesario incrementar a su vez con más personal sanitario”.
Por último, otro elemento indispensable, según la experta, será el de la
implementación de cámaras térmicas de control de temperatura para agilizar la entrada a los espacios, “evitando las temidas colas que se podrían producir en caso de usar termómetros digitales”.
Medidas básicas de prevención
Los asistentes deberán cumplir con las normativas expuestas por los organizadores de cada evento o actividad al que decidan asistir. Entre las medidas de prevención básicas seguirán estando el mantenimiento de la distancia social, uso de la mascarilla de forma adecuada y empleo frecuente de gel hidroalcohólico o lavado frecuente de manos.
“Por supuesto, si algún asistente no se encuentra bien de salud, no debería asistir a ningún acto multitudinario, y en caso de sentirse mal durante la duración del mismo debería buscar ayuda dentro del propio recinto”, aconseja la epidemióloga Patricia Guillem.
Sobre realizar pruebas rápidas
(test de antígenos), la experta recuerda que es una medida “complementaria” a adoptar como “alternativa” a la realización de la prueba PCR, ya que permite aumentar la capacidad de detección de casos de infección en los que sería necesario que automáticamente pasasen un seguimiento por parte de la vigilancia epidemiológica. “Sin embargo, recordemos que l
a sensibilidad de estos test es baja en pacientes asintomáticos, por lo que puede dar lugar a falsos negativos”, agrega.
A modo de resumen, las medidas más básicas a adoptar serían la
limitación de los aforos, la ventilación, el uso de mascarilla, la higiene de manos y la distancia física. “Los momentos más problemáticos o de mayor riesgo que se pueden presentar ocurrirán durante el acceso y la salida del público de las instalaciones, por lo que resulta determinante realizarlos de la forma más escalonada y controlada posible”, concluye Patricia Guillem.
Finalmente, tener en cuenta que
los asientos o espacios a ocupar deberán estar señalizados y tendrá que haber personas encargadas de conducir a los asistentes a estos lugares, así como de controlar los comportamientos que se puedan producir durante la duración de los actos o eventos.
Papel de los profesionales sanitarios
“El personal sanitario que trabaje dando asistencia y cobertura en este tipo de actos con gran aforo de público deberá estar adecuadamente formado, no solamente en las actuaciones prácticas que venía realizando de forma habitual, sino que también tendrá que tener
conocimientos en materia de vigilancia epidemiológica, ya que resulta fundamental la identificación, aislamiento, diagnóstico y seguimiento de posibles ‘casos sospechosos’ de enfermedad con relativa rapidez”, expone Patricia Guillem.
La epidemióloga pone énfasis en la importancia de contar con protocolos avalados en consenso con el Ministerio de Sanidad en los que aparezcan instrucciones precisas que permitan agilizar y facilitar su nueva función a estas personas.