La conjuntivitis alérgica agrupa a un grupo de enfermedades que se caracterizan por una respuesta ocular a la exposición de alérgenos ambientales. “Entre el 10-20 % de la población padece este tipo de conjuntivitis, pero su prevalencia parece incrementarse en la última década. Se cree que el más del 20 % de la población mundial está afectada por algún tipo de alergia”, asegura Dra. Rosario Touriño Peralba, especialista de la Unidad de Superficie Ocular y Córnea del Servicio de Oftalmología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.
Entre los tipos de conjuntivitis, la conjuntivitis alérgica estacional (CAS, por sus siglas en inglés) y la conjuntivitis alérgica perenne (CAP, por sus siglas en inglés) pueden presentarse a cualquier edad y en ambos sexos, mientras que la queratoconjuntivitis vernal (KCV, por sus siglas en inglés) es más habitual que aparezca en varones, ya sea durante la edad infantil o la adolescencia.
Alérgenos medioambientales
“Siempre existe un factor externo desencadenante del mecanismo inmunológico de hipersensibilidad (mediado o no por inmunoglubulinas del tipo E) responsable de este proceso inflamatorio. En las conjuntivitis estacionales, es el contacto con alérgenos del tipo ácaros del polvo y pelo de animales, entre otros. En las conjuntivitis perenne los más frecuentes son el polen de gramíneas en el centro y norte de España, el olivo en el sur, o la parietaria judaica en el Mediterráneo. En cuanto a la conjuntivitis vernal, cualquier alérgeno medioambiental puede desencadenarla, siendo más propensos si habitamos en climas calurosos y secos. Estos últimos, a menudo, tienen una historia subyacente de asma o atopia”, afirma la doctora. En general, indica que los factores de riesgo más importantes involucrados en el desarrollo de estas conjuntivitis son la predisposición genética de base y una exposición continuada y/o intensa a alérgenos presentes en el medioambiente, sobre todo, en edades precoces.Una consulta
Aunque raramente las conjuntivitis alérgicas terminan por causar la pérdida de visión, sí que pueden mermar la calidad de vida de quienes las padecen. En ocasiones, apunta la oftalmóloga, el picor intenso, el lagrimeo constante (con o sin secreción mucosa), la sensación de arenillas y el ojo rojo impiden a los pacientes realizar una vida normal. Además, lo mismo deben dejar de utilizar lentes de contacto para corregir defectos refractivos. Por todo ello, la doctora explica que es recomendable que los pacientes realicen siempre por lo menos una consulta, para que el oftalmólogo los diagnostique y valore el grado de afectación. “No obstante, debemos de considerar como signos de alarma los cambios visuales, síntomas graves o la no respuesta a tratamientos”, añade. Su diagnóstico es fundamentalmente clínico. Asegura que es primordial realizar una anamnesis exhaustiva en busca de factores desencadenantes y antecedentes familiares. Habitualmente, no es necesario que se realicen pruebas de laboratorio, pero las pruebas de alergia cutánea pueden ayudar a los profesionales a identificar a los alérgenos desencadenantes. El poder evitarlos ayuda a mitigar los síntomas. “No debemos olvidar que la prevención es la clave, y esto conlleva a realizar cambios en el estilo de vida”, afirma la Dra. Rosario Touriño.Origen multifactorial
Porque, según señala, en todas las enfermedades alérgicas subyace un origen multifactorial donde están implicadas causas perinatales, genéticas y ambientales, pero lo único que hoy en día se pueden controlar son los factores ambientales. “Cuando existe un antecedente familiar directo de atopia o alergia, es recomendable, dada la alta probabilidad de desarrollo en los hijos, evitar una exposición temprana a aero-alérgenos externos, domésticos o derivados de una elevada polución ambiental”, afirma. “Una vez se padece -prosigue-, debemos ser conocedores de cual o cuales son los factores desencadenantes y aplicar medidas que eviten el contacto con dichos alérgenos, lo que conlleva en muchas ocasiones a cambiar nuestro estilo de vida. Existen guías prácticas que los pacientes deben conocer y aplicar”. Aunque existen medicamentos que permiten aliviar la sintomatología, recuerda que lo idóneo será siempre prevenir las recaídas.La importancia de educar
Para la doctora, es fundamental educar a los pacientes en el cuidado ocular: “debemos disuadir de que se froten los ojos, dado que esto origina una mayor liberación de sustancias por parte de los mastocitos que causan un empeoramiento de los síntomas. La aplicación frecuente de lágrimas artificiales sin conservantes y compresas frías permiten aliviar los síntomas”. Además, deben evitar, en lo posible, la exposición a alérgenos conocidos y eludir el uso de las lentes de contacto, o de sustancias con maquillaje de ojos. “El uso tópico de antihistamínicos, estabilizadores de los mastocitos y lágrimas artificiales sin conservantes pueden ser de gran ayuda en casos leves. La instilación frecuente de lágrimas elimina no solo los alérgenos, sino también las moléculas y células inflamatorias causantes de la clínica. Si están frías, además, actúan minimizando la inflamación, a la vez que ofrecen un mayor confort a los pacientes. En los casos más rebeldes, es necesario aplicar gotas de corticosteroides en pautas cortas, si es posible no más de dos semanas. El tipo de corticoide dependerá de la severidad del cuadro clínico”, explica.Fármacos biológicos
Si el paciente sigue siendo refractario o no, puede abandonar el tratamiento tópico con corticoides y pueden plantearse el uso de inhibidores de la calcineurina (ciclosporina o tacrólimus), ya sean tópicos o sistémicos, sobre todo en las conjuntivitis vernales. En este sentido, ha habido avances en los últimos años. La Dra. Rosario Touriño afirma que ahora existen fármacos biológicos específicos para tratar pacientes con queratoconjuntivitis vernales severas y que no responden a tratamientos con inmunomoduladores, pero deben de utilizarse solo en casos graves. “Existen otros medicamentos, pero están todavía en fase muy experimental”, concluye.Bibliografía recomendada
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