La variante Ómicron, tres veces más contagiosa que la Delta, ha provocado que en el último mes haya habido un aumento sin precedentes en los casos de SARS-CoV-2. Pero 'no solo está provocando un aumento en las infecciones comunitarias, sino que también está provocando más transmisiones en los hospitales'. Por eso,
Michael Klompas, de la Facultad de Medicina de Harvard e Instituto de Atención de la Salud Pilgrim de Harvard y del Hospital Brigham and Women's, Boston (EE.UU), y
Abraar Karan, del Servicio de Enfermedades Infecciosas y Medicina Geográfica, Universidad de Stanford (EE.UU), han descrito tres nuevas medidas para evitarlo.
El artículo, publicado en la revista
Journal of American Medicinal Association (JAMA), recalca que la
mayoría de los hospitales solo evalúan a los pacientes para SARS-CoV-2 en el momento de la admisión. Y todo cuando la situación no tiene nada que ver con la que había hace dos meses. Así, 'pueden
pasar por alto algunas infecciones adquiridas después de la admisión, especialmente porque aproximadamente el 40% de las infecciones por SARS-CoV-2 son leves o asintomáticas'.
Por lo general, recalcan que los hospitales han desarrollado el uso universal de mascarillas; hacen por que su personal se vacune; requieren que estos, cuando son sintomáticos, se queden en casa; rastrean contactos; y
hacen la prueba a todos los pacientes hospitalizados al momento de la admisión. Medidas que han reducido notablemente las transmisiones hospitalarias. 'Pero la variante Ómicron plantea la pregunta urgente de qué más se puede hacer para proteger a los pacientes y al personal', indican. Para ello proponen otras tres medidas.
Dosis obligatorias vacuna de refuerzo
Los investigadores sostienen que
la variante Ómicron es parcialmente refractaria a las vacunas actuales, por lo que se necesitan dosis de refuerzo para aumentar la protección.
Un estudio de casos y controles realizado en el Reino Unido de 760.647 personas sintomáticas infectadas con Ómicron frente a personas sintomáticas con pruebas negativas estimó que después de 6 meses, 2 dosis de la vacuna de ARN mensajero solo
redujeron las probabilidades de enfermedad sintomática en un 6%. Sin embargo, las
dosis de refuerzo aumentaron la protección al 68% contra la enfermedad sintomática. 'La eficacia del refuerzo disminuye con el tiempo, disminuyendo a aproximadamente un 50% después de 10 semanas desde el refuerzo, pero aún es sustancialmente más que la protección que brindan 2 inyecciones solas', añaden.
En un análisis ajustado que incluyó las variantes Omicron y Delta, y que tuvo en cuenta las cargas virales, las personas que habían recibido el refuerzo también tenían menos probabilidades de transmitir el virus a sus convivientes en comparación con los que no habían recibido el refuerzo. 'Estos datos respaldan la idea de que es probable que las dosis de refuerzo obligatorias en los trabajadores de la salud reduzcan las transmisiones inadvertidas a los pacientes', recalcan.
Más frecuencia de pruebas de COVID
De momento, se recomiendan pruebas de admisión para SARS-CoV-2 en el momento de la admisión hospitalaria. Sin embargo, con el aumento de la variante Ómicron en la comunidad, la probabilidad previa a la prueba de que los pacientes asintomáticos recién admitidos sean portadores de SARS-CoV-2 es más alta que nunca.
'En un gran sistema hospitalario de Massachusetts, 282 de 2960 pacientes asintomáticos (9,5 %) ingresados durante la última semana de 2021 dieron positivo por SARS-CoV-2. La falta de detección y aislamiento de portadores de SARS-CoV-2 potencialmente infecciosos presenta una
amenaza constante de transmisión dentro de las instalaciones', señalan los autores de este artículo.
'La
detección de nuevos pacientes positivos es esencial porque los pacientes son más contagiosos durante los primeros días de la infección. La detección rápida de pacientes recién infectados permite que las instalaciones aíslen rápidamente a estos pacientes para evitar la transmisión al personal y a otros pacientes', aseguran.
Por eso, aconsejan hacer pruebas en serie de pacientes en habitaciones compartidas para ayudar a disminuir este riesgo. 'La
colocación de filtros de aire de partículas portátiles de alta eficiencia entre pacientes en habitaciones compartidas también puede disminuir el riesgo de transmisión'. Y 'también puede ser útil realizar pruebas más frecuentes al personal asintomático', aunque esto 'puede exacerbar aún más las crisis actuales de personal de los hospitales'.
Implementar el uso universal de respiradores N95
La mayor contagiosidad de la variante Ómicron
magnifica el riesgo si la mascarilla no está bien ajustada. 'Aún no está claro si esto se debe a que la variante Ómicron se une de manera más eficiente a las células epiteliales respiratorias o si se reproduce de manera más agresiva en las vías respiratorias superiores en comparación con las variantes anteriores. Pero sí significa que es probable que cantidades más pequeñas de exposición puedan provocar infecciones', explican.
Por eso, para ellos la solución es una protección respiratoria más eficaz: 'Los
respiradores N95 reducen la exposición a aerosoles en un 95% o más, superando con creces la protección proporcionada incluso con el uso mutuo de mascarillas por parte de pacientes y médicos'.
Además, tienen la ventaja adicional de 'proporcionar un
control de fuente más efectivo en comparación con las mascarillas quirúrgicas'. Es decir, protegen también a los pacientes de médicos positivos ocultos y otro personal del hospital. El problema es que no siempre son fáciles. Con todo, 'los modelos más nuevos de caparazón blando son considerablemente más cómodos y transpirables'.
Todas estas medidas ayudarían a reducir estos contagios. Solo durante la última semana de diciembre de 2021 en Inglaterra, 2.525 de 12.424 (20,3%) pacientes hospitalizados con SARS-CoV-2 fueron diagnosticados por primera vez más de 7 días después del ingreso hospitalario. En comparación, las cifras análogas para la primera semana de noviembre de 2021 fueron 434 de 5.208 pacientes (8,3 %).