Además de formar parte del equipo médico de la Plaza de Toros de La Malagueta, siguiendo los pasos de su abuelo y de su padre, que también ejercieron en la Enfermería de la Plaza, la Dra. María del Mar de Luna es médico cirujano en el Hospital de Pozoblanco. Apasionada por el mundo taurino, y con un instinto que la lleva a anticiparse para poder ejercer una cirugía más efectiva y resolutiva, su vocación es tal que incluso su tesis doctoral la enfocó a esta cultura.
Se encarga de la asistencia médica en una plaza de toros, concretamente, en La Malagueta, ¿qué supone manejar la asistencia sanitaria en un entorno de estas características?
En la actualidad, mi trabajo como responsable de la asistencia sanitaria de la Plaza de Toros de La Malagueta es en calidad de voluntaria. Entre las circunstancias particulares de este entorno cabe destacar que el posible herido, en mayor o menor medida, es de antemano conocido por mí, y que las condiciones del entorno son más hostiles de lo habitual, es decir, distintas a las del centro hospitalario en el que diariamente ejerzo. Además, unido a que dentro de una plaza toros la mayoría de las intervenciones son peculiares por la naturaleza de las mismas, también entra en juego mi observación en el mecanismo de producción, enfrentándome a una tensión distinta, con la conciencia de que nada será programado. Asimismo, hay que añadir que los medios con los que contamos son, en parte, más escasos, si los comparamos con un centro especializado. En cualquier caso, puedo decir que concluyo con el beneplácito de que me supone una inmensa satisfacción en el marco profesional ejercer este tipo de cirugía, pues tiene muchos retos.
¿En qué consiste exactamente su trabajo?
Atender aquellas lesiones que se producen dentro de la plaza. El ser cirujano de estas características supone que no sólo me tengo que volcar en ello, sino que hay que añadirle otros componentes como observar las condiciones del profesional/es aleccionados, ver de antemano las peculiaridades, nobleza y tipologías del propio toro, estado del coso y, por supuesto, algo primordial e influyente como son las condiciones atmosféricas adversas. Todo esto conlleva a ese instinto para anticiparme y poder ejercer la cirugía más efectiva y resolutiva en caso de que se produzca, como todos conocemos, una cogida repentina.
¿Se sigue algún protocolo especial?
En el campo de la emergencia se sigue el habitual, pero, en realidad, no existe un protocolo específico oficializado a nivel de la tauromaquia que se aplique a este tipo de eventos. Aunque supongo que en otras plazas las pautas a seguir serán similares, concretamente, el equipo sanitario de La Malagueta sigue un protocolo objetivizado por un gran profesional, como es nuestro jefe de equipo.
¿Desde dónde han de ver la lidia para tener idea exacta del alcance de las lesiones?
Como es normal desde el lugar más cercano y protegido, puesto que desde ahí es donde se puede observar el foco de las posibles lesiones. El mejor lugar es desde el propio burladero y no precisamente delante de una televisión de plasma de sesenta y dos pulgadas, ironía sana aparte.
Junto a usted, ¿qué otros profesionales intervienen y cuál es su labor?
Enfermeros, urólogo, anestesistas, cirujanos, hematólogo, cardiovascular y traumatólogo aunque no siempre está este equipo al completo, ya que puede variar por varias razones. Entre otras, depende de la categoría de la plaza o del tipo de espectáculo taurino del que se trate, como, por ejemplo, un rejoneo, una novillada con o sin picadores o una corrida de toros así como una becerrada. Es decir, el equipo va variando según las condiciones.
Aparte del equipo médico, ¿quién es imprescindible en una cogida?
En nuestra labor aparte de nosotros, y una vez nos recepcionan el/los herido/s, cuando estamos interviniendo dentro de la enfermería, podría decir que en muchos de los casos es imprescindible la fuerza del orden, más que nada para evitar el acceso al personal no sanitario dentro de nuestras instalaciones, incluido vosotros los periodistas.
¿Con qué tipo de tecnologías, materiales y equipos cuentan? ¿Están suficientemente equipados?
En esta cuestión se ha ido avanzado paulatinamente en el transcurso de los años, contando con los materiales suficientes para atender la mayoría de las intervenciones y tipos de traumatismos, aunque, personalmente, opino que siempre se podría mejorar, como por ejemplo, con la dotación de un equipo de ecografía. En cuestiones sanitarias-emergencias siempre hay que ir mejorando y avanzando en el campo técnico.
¿Cuál es la formación que ha de tener un profesional que se dedique a la Medicina en este entorno?
Primero quisiera enjuiciar, bajo mi propia experiencia, que, aparte de apasionarme mi profesión de cirujano, también hay que ser aficionado a este mundo taurino, puesto que ambos van siempre íntimamente relacionados. Investigar, dedicar y aprender constantemente es lo que va forjando esta formación específica, en el cual se familiarizan torero-toro-cirugía. Incluso mi tesis doctoral la realicé enfocada a esta cultura.
¿Cómo se forman los médicos en este ámbito? ¿Existe algún tipo de formación oficial?
No, se adquiere a raíz de la dedicación, adquiriendo la experiencia.
La taurotraumatología o cirugía taurina es una rama de la cirugía traumatológica que se ocupa de las lesiones producidas por el asta de toro, ¿los profesionales están suficientemente preparados en esta especialidad?
La taurotraumatología, como tal, no creo ni que exista en el Diccionario de la Real Academia, es más bien una denominación por ponerle un nombre a esta dedicación. En mi opinión personal, con las prohibiciones que, cada vez más, nos imponen en el mundo del toro no creo que llegue a fraguarse como tal. El estar preparado para esta especialidad va dependiendo de la dedicación a ella, viendo, observando, incluso intuyendo las trayectorias de las cornadas antes de que llegue el torero a la enfermería.
¿Cuáles son los principales avances en el ámbito de la cirugía taurina?
Para mí lo que más ha avanzado en este ámbito es la propia dotación del equipo profesional e instrumental, comparado con lo que había hace 20 años hay una notable diferencia.
Por lo que se refiere a la práctica asistencial, ¿cuáles son las lesiones más frecuentes con que se encuentra?
Estamos para atender a un grupo de profesionales que arriesgan, con cierto peligro en mayor o menor medida, pero también estamos para atender a una multitud de espectadores donde se puede producir algún contratiempo sanitario. Afortunadamente, son contusiones diversas en caídas y como decimos en esta cultura taurina, varetazos leves a los del ruedo.
¿Cuáles son las más graves?
Evidentemente, considero las más graves todas aquellas que afecten directa o indirectamente a cualquier órgano vital, pero aun así hay tipos de cogidas que dependen de una rápida intervención para evitar el futuro desarrollo de una sepsis.
En base a estos datos, ¿algunas son evitables?
Esto es un tema muy relativo y cuestionable. Considero que algunas lesiones podían haber sido evitadas, pero, es cierto que hay factores en juego como el riesgo que quieran asumir los profesionales; la osadía del propio matador o cualquiera de sus subalternos; las condiciones en las que llega el toro; el momento emocional del propio profesional del toreo; el estado del ruedo o, incluso, que se siga con una corrida si está lloviendo. Creo que lo único que no se puede evitar es la mala o buena suerte, no hay ni un sí ni un no en la cuestión de si son o no evitables. Antiguamente los caballos sufrían grandes lesiones, con el tiempo le hicieron arreglos, como son los conocidos petos, para evitar ese daño que sufrían. En esto de la tauromaquia, como en todo, depende de los avances que se quieran aplicar en cuestión de protección.
En la asistencia a un torero herido, ¿qué factores son condicionantes para una rápida recuperación o, incluso, para salvarle la vida?
Parto de que el torero/a no es alguien normal, siempre me ha sorprendido el hecho de que están hechos 'como de otra pasta'. Aunque tienen de por sí un ímpetu para la recuperación que se sale de lo normal, aun así no dejan de ser humanos y, por tanto, dependen mucho de la observación, de la trayectoria con la que se produce la lesión y de que la resolución definitiva sea lo más rápida posible. Si te lo digo metafóricamente, parece que, aparte de nosotros, tienen un ángel de la guarda que les cura más rápido y que hace que estén nuevamente en la plaza toreando como si nada hubiese pasado. ¡Cuántas noticias de grandes y aparatosas cogidas hemos visto y en nada de tiempo están recuperados y toreando sin perder la temporada!
Además de atender a los toreros, ¿es usted responsable de la salud laboral del resto de los empleados? ¿Atienden también a las personas que acuden a la Plaza?
Sí, nos encargamos de la salud laboral y, del mismo modo, de los percances que pudieran sufrir los espectadores. No sólo estamos para los del ruedo, incluso, te diría que soy como el capitán de un barco, hasta que no se ausenta el último no doy por concluida mi activación como sanitaria. Cuando termina una corrida no es raro que en la avenida del desalojo pueda ocurrir algo que requiera asistencia.
¿Cuáles son los casos más frecuentes con que se encuentran?
Alguna contusión, golpe de calor, generalmente, son cosas leves.
En otro orden de cosas, y dada la situación que estamos viviendo, ¿cómo valora el panorama sanitario español actual?
Más que situación en singular yo lo llevaría a un cerco en plural: económica, política y social. Si lo tuviese que definir todo junto con un color usaría el gris. En mi opinión, el gasto sanitario es insostenible y, de ello nos deberíamos concienciar de una vez las tres fundamentales partes (intereses políticos, el personal sanitario y conciencia ciudadana). Todas las partes deberíamos remar en un mismo sentido.