La miopatía es el efecto adverso clínicamente relevante que con más frecuencia se describe en las personas tratadas con
estatinas. Para poder manejarla, lo primero que hay que hacer es solicitar unas enzimas musculares.
Si los valores de CK están aumentados, pero menos de cuatro veces el LSN, se puede suspender la pauta durante dos y realizar una nueva valoración. Si los síntomas persisten sin cambios, se reintroduce la
estatina a su dosis habitual, pero si los síntomas mejoran, se puede reducir la dosis de
estatina o cambiar a otra
estatina más potente, como
rosuvastatina, para emplear menor dosis. En función de los niveles de LDL en analítica de control se puede asociar a
ezetimiba en caso de que no se cumplan objetivos.
Por otro lado, si los valores de CK son 4 veces superior al LSN, se suspende la pauta con
estatinas seis semanas y si los síntomas mejoran y los valores de CK se reducen, se cambia a otra que consiga un efecto mayor con menor dosis o a una
combinación de estatina con ezetimiba para alcanzar objetivos. Si a pesar de esto no se consigue llegar a un objetivo de LDL<55 mg/dl, se asocia al tratamiento anterior un iPCSK9.
Potenciar el riesgo
Hay que tener en cuenta que la
combinación de estatinas y gemfibrozilo puede potenciar el riesgo de miopatía, por lo que se debe evitar su uso conjunto. El aumento de riesgo de miopatía cuando se combinan
estatinas con otros fibratos, como fenofibrato, bezafibrato o ciprofibrato, es muy bajo.
También existen otros factores que pueden favorecer o precipitar la intolerancia a las
estatinas como insuficiencia renal, hipotiroidismo, antecedentes personales o familiares de alteraciones musculares, antecedentes de dolores musculares con otra
estatina o fibrato, alcoholismo…
Diabetes
Hay algunas evidencias que sugieren que las
estatinas como clase aumentan la glucosa sanguínea en algunos pacientes, lo que podría suponer un aumento del riesgo de padecer diabetes en el futuro.
Sin embargo, este riesgo se compensa por la reducción del
riesgo cardiovascular que aporta y ha demostrado el uso de
estatinas. Por lo tanto, no debe ser considerada una razón para suspender el tratamiento de
estatinas la aparición de prediabetes o
diabetes. Está claro que la reducción absoluta del riesgo de enfermedad cardiovascular en los pacientes de alto riesgo, como es el caso de cardiópatas, contrarresta el pequeño aumento en la incidencia de diabetes mellitus.
Aumento de ALT
En los pacientes tratados con
estatinas, se produce un leve aumento de ALT en un 0,5-2,0% de los pacientes, que es más frecuente cuando se usan
estatinas más potentes o a dosis elevadas.
Se considera significativa cuando aumenta tres veces por encima del límite superior de la normalidad en dos ocasiones. No se ha demostrado que un leve aumento de ALT se asocie con
hepatotoxicidad o cambios en la función hepática, por lo que ya no se recomienda la monitorización sistemática de la ALT durante el tratamiento con
estatinas.
Así, las enzimas hepáticas deben determinarse únicamente en aquellos pacientes que presentan síntomas sugestivos de hepatotoxicidad. Si los niveles de transaminasas superan tres veces el límite superior de la normalidad, deben repetirse las determinaciones analíticas y si los valores persisten elevados es necesario en primer lugar, descartar otras patologías.
Si la causa es el tratamiento con
estatinas, se podría disminuir la dosis y asociar el
ezetimiba y en el caso de que, a pesar de haber descendido la dosis, persista la elevación, debería valorarse la necesidad de utilizar otros tratamiento alternativos, como
ezetimiba o iPCSK9.
Deterioro cognitivo
Con respecto al
deterioro cognitivo, no es un efecto adverso frecuente con el uso de
estatinas. No hay evidencias de que el tratamiento con
estatinas esté relacionado con el deterioro cognitivo.
Hace un par de años, se daban a conocer los resultados de un metaanálisis de 30 estudios observacionales publicados entre 2000 y 2018 y que incluía a 9.162.509 participantes, observando que en los pacientes tratados con estatinas había, respecto a los no tratados, una reducción del 17% del riesgo de demencia de cualquier origen, siendo un 31% menor el riesgo de demencia tipo Alzheimer y un 7% menor el riesgo de demencia vascular.
Por otra parte, se han publicado los resultados de un estudio observacional prospectivo realizado en una cohorte de noruegos afectos de hipercolesterolemia familiar con un periodo de seguimiento de 10 años y expuestos a dosis elevadas de
estatinas potentes y no se ha visto un exceso de riesgo de demencia en pacientes con hipercolesterolemia familiar frente a controles ni tampoco asociación entre las dosis de
estatinas y un mayor riesgo de demencia.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Cardiología Francisca María Muñoz Franco, Rosa María Soto Ruiz, Miguel Martínez Herrera, el endocrinólogo José Francisco López Martínez y los médicos de Familia Aurora María Bey López y Julián García Navarro, del Hospital Comarcal del Noroeste, en Caravaca de la Cruz; los cardiólogos Manuel Veas Porlán, Marta Merelo Nicolás, Antonio Ildefonso Castilla Núñez, Javier Pérez Copete, Salvador Montalbán Larrea y Alfredo Vidal García, del Hospital Rafael Méndez, de Lorca, y Ana María Cieza Rivera, Alberto Ferreras García y Zoilo Rodríguez Ávila, de León.