El nuevo coronavirus SARS-Cov-2, causante de la pandemia de COVID-19, es un virus que afecta a las vías respiratorias de las personas, de ahí que los pacientes con afecciones de sistema respiratorio deben extremar las precauciones. ¿Cómo diferenciar los síntomas del coronavirus de los de una exacerbación de asma? ¿Cómo detectar la nueva infección y no confundirla con una alergia primaveral? ¿Cómo saber si la inflamación bronquial se debe a la EPOC o a COVID-19?
Para tratar de dar respuesta a todas estas cuestiones es importante tener presente que alrededor del 20% de la población afectada por el coronavirus, que apareció en China el pasado mes de diciembre, tiene problemas pulmonares importantes con necesidad de hospitalización. Por ello, uno de los grupos de personas que presenta un riesgo elevado frente a COVID-19 son aquellas con enfermedades pulmonares crónicas como el asma.
Entre los principales síntomas de las patologías respiratorias destacan la tos, las sibilancias, los pitidos en el pecho, la disnea… todos ellos problemas que se pueden ver agravados si el paciente contrae la nueva infección que mantiene al Planeta confinado. Sin embargo, al menos dos de ellos, la tos y la sensación de falta de aire, son los establecidos como principales para detectar los contagios por el nuevo coronavirus.
Atendiendo al informe emitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los síntomas de COVID-19 no son específicos y la presentación de la enfermedad puede variar desde ningún síntoma (asintomático) hasta neumonía grave y muerte.
A partir de los datos basados en cerca de 56.000 casos confirmados por el laboratorio, la OMS señala que los signos y síntomas típicos de la infección por el nuevo coronavirus incluyen: fiebre (en el 87,9% de los afectados), tos seca (en el 67,7%), fatiga (en el 38,1%), producción de esputo (en el 33,4%), dificultad para respirar (en el 18,6%), dolor de garganta (en el 13,9%), dolor de cabeza (en el 13,6%), mialgia o artralgia (en el 14,8%), escalofríos (en un 11,4%), náuseas o vómitos (en un 5%), congestión nasal (en un 4,8%), diarrea (en el 3,7%), hemoptisis o expectoración de sangre (en un 0,9% ) y congestión conjuntival (0,8%).
Asimismo, en el informe se asevera que las personas con COVID-19 generalmente desarrollan signos y síntomas, sino parte de ellos, respiratorios leves y la fiebre, en un promedio de entre 5 y 6 días después de la infección (lo que denominan período de incubación medio de 5-6 días en un rango que va de uno a 14 días).
Enfermedad leve o moderada
En ese informe, la entidad internacional también explica que la mayoría de las personas infectadas con el nuevo coronavirus tienen una enfermedad leve y se recuperan sin mayor problema. De hecho, asegura que en torno al 80% de los pacientes confirmados por laboratorio han pasado la enfermedad de forma leve o moderada, incluyendo casos de no neumonía y neumonía.
Para el 13,8% de los pacientes la enfermedad fue grave con disnea, frecuencia respiratoria igual o mayor de 30 respiraciones por minuto, una saturación de oxígeno en sangre igual o menor de 93%, relación PaO2 / FiO2 menor de 300 y/o infiltrados pulmonares mayores que 50% en un plazo de 24-48 horas. Solo el 6,1% fueron pacientes críticos que presentaron insuficiencia respiratoria, shock séptico y/o disfunción y fallo multiorgánico. En lo que se refiere a los pacientes asintomáticos, la proporción de infecciones no está clara.
Las personas con mayor riesgo de enfermedad grave y muerte incluyen personas mayores de 60 años y aquellas con afecciones subyacentes como hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias crónicas y cáncer. Con todos estos datos en la mano, desde la OMS se hace hincapié en que los síntomas diferenciales de COVID-19 son la fiebre, el cansancio y la tos seca, a partir de estos, las posibilidades de diagnóstico se multiplican.
Crisis de asma o coronavirus
Para la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), si una persona con asma tiene una crisis, que con frecuencia cursan con tos y dificultad respiratoria, es probable que haya sido provocada por una infección vírica respiratoria habitual como la gripe o el resfriado común, no por el coronavirus. Se basan en los resultados de siete estudios, publicados entre enero y marzo y provenientes de China, en los que analizaron a 115 niños diagnosticados de COVID-19 de los cuales únicamente uno tenía asma.
En este contexto, desde AEPap aconsejan que en el caso de una persona con una crisis asmática, lo más importante es actuar frente a los síntomas del asma: tos, pitidos, dificultad respiratoria y opresión en el pecho. Si persisten o se tiene sospecha de contagio, es preciso el contacto con un profesional especializado o al teléfono habilitado en cada región.
Por su parte, desde la Sociedad Española de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergia y Asma Pediátrica (SEICAP) recuerdan que un asma mal controlada podría aumentar la susceptibilidad de una infección respiratoria vírica, incluida la del coronavirus, así como a una peor evolución de la misma. Por ello, el paciente con asma debe mantener el tratamiento preventivo establecido, tener a mano el inhalador de rescate y solicitar al neumólogo un plan de acción personalizado que le ayude a reconocer y controlar los posibles síntomas de una infección o una crisis.
Alergia o COVID-19
Volviendo a la estacionalidad, tenemos que ser conscientes de que estamos en primavera, la típica estación en la que suelen hacer presencia los brotes de enfermedades propias de esta época como la alergia, cuyos síntomas (alguno de los previamente mencionados) se pueden llegar a confundir con los del nuevo coronavirus. Pero que en realidad no lo son.
En este sentido, es importante tener presentes algunos otros síntomas que, inicialmente, se desconocían, pero que las autoridades sanitarias han apuntado como propios del nuevo coronavirus. Hablamos de ojo seco y conjuntivitis leve, la pérdida de olfato y gusto o la diarrea que se han dado en un alto número de pacientes infectados.
En el caso de la alergia, tal como recuerdan desde SEICAP, si estamos ante una alergia estarán presentes los estornudos, la picazón de ojos, nariz y boca, el moqueo, la rinitis y congestión nasal. Además, cuando la persona afectada esté al aire libre (en la situación actual, si sale a hacer algún recado o a la ventana) se encontrará peor que cuando esté dentro de casa. El moqueo de nariz también es muy específico de las alergias mientras que no se da en el caso del coronavirus.
Recomendaciones para la inmunoterapia
Para los pacientes con alergia -sobre todo los pediátricos- es importante vacunarse, es decir, llevar a cabo la inmunoterapia subcutánea con alérgenos. Para ellos, desde SEICAP han emitido una serie de recomendaciones que incluyen: retrasar la vacuna hasta que la situación asistencial lo permita y en pautas hospitalarias aplicar el criterio clínico individualizado.
En el caso de que se trate de dosis de mantenimiento, cuando se reanuden las dosis:
- Si han pasado menos de 10 semanas de la dosis anterior, administrar la habitual,
- Si han pasado de 10 a 12 semanas, la dosis será el 80% de la prevista, llegando al 100% en sucesivas dosis,
- Si han pasado de 13 a 16 semanas, la dosis será del 60%,
- Y si han pasado más de 16 semanas, será el alergólogo quien deberá ajustar la dosis que considere más adecuada de forma individualizada.