El SARS-CoV-2 es el virus respiratorio causante de la gran pandemia que ha hecho enfermar desde finales de 2019 a millones de personas en el mundo. Más de cuatro años después, y tras dar por finalizada por parte de la OMS la fase de pandemia, el virus, la enfermedad y su prevención, así como sus consecuencias, siguen en el punto de mira de la comunidad científica internacional.
Rocío García García. FEA Neumología. Coordinadora de la Unidad de Seguimiento tras COVID-19. Responsable del Laboratorio de Función Pulmonar del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
29 de abril 2024. 12:48 pm
COVID-19 se ha manifestado en la mayoría de los pacientes como una enfermedad respiratoria, desde cuadros catarrales y pseudo gripales leves, hasta neumonías desde leves hasta muy graves. También se ha manifestado desde el punto de vista pulmonar como enfermedad tromboembólica venosa. El seguimiento de…
COVID-19 se ha manifestado en la mayoría de los pacientes como una enfermedad respiratoria, desde cuadros catarrales y pseudo gripales leves, hasta neumonías desde leves hasta muy graves. También se ha manifestado desde el punto de vista pulmonar como enfermedad tromboembólica venosa. El seguimiento de los pacientes tras la enfermedad en sus diversos grados está actualmente protocolizado en las diferentes unidades y consultas de seguimiento de estos pacientes, así como por distintas sociedades científicas.
El virus siempre ha tenido una alta transmisibilidad, que incluso ha aumentado durante su evolución hacia distintas variantes, lo cual es importante tener en cuenta para la protección de personas en entornos vulnerables, como los centros sanitarios. Es importante mantener protocolos que sirvan para proteger a este tipo de pacientes y al personal sanitario tras lo ocurrido en la pandemia reciente. Los pacientes respiratorios, así como los sanitarios que los atienden, son un grupo especialmente vulnerable dadas las características de transmisión del virus. Muchos procedimientos respiratorios donde se generan aerosoles como las pruebas de función respiratoria, la broncoscopia y las terapias nebulizadas requieren mantener medidas de protección frente a este y otros agentes patógenos que puedan ser responsables de futuras epidemias o pandemias.
Prevención
Sin duda, el principal reto sigue siendo la prevención de la enfermedad. Las vacunas y la inmunidad adquirida por la población tras infectarse han hecho que, en general, la enfermedad sea ahora más leve, pero hay grupos de pacientes con enfermedades respiratorias graves, pacientes de avanzada edad, así como los pacientes inmunodeprimidos, como los trasplantados pulmonares, en los que hay que mantener sin duda estrategias de revacunación. En estos casos, seguimos viendo formas graves de la enfermedad, sobre todo cuando se abandonan las revacunaciones. Es muy importante la educación sanitaria para que las estrategias vacunales sean eficaces, y en el caso del SARS-CoV-2 hay que mantenerla en el tiempo. Las recomendaciones de las autoridades sanitarias y de los sanitarios que tratan a pacientes de riesgo deben ser claras y uniformes. El desarrollo de nuevas vacunas distintas a las actuales sigue adelante, por lo que es muy probable que en los siguientes años tengamos más alternativas para vacunar a los grupos de riesgo.
Grupos de riesgo
En nuestro centro sanitario, el Hospital 12 de Octubre, se propone por protocolo que en los pacientes que pertenezcan a grupos de riesgo se debe reflejar en los informes clínicos las recomendaciones de vacunación frente a gripe, COVID-19, neumococo y virus varicela-zóster, y que a través de su médico de Atención Primaria o en el Servicio de Medicina Preventiva del Hospital se debe revisar su estado de vacunación y administrarse las vacunas que correspondan.
Asimismo, debe constar que en caso de presentar un cuadro clínico catarral debe realizarse una prueba diagnóstica de virus respiratorios en su centro de Atención Primaria o en Urgencias de un hospital de manera urgente. Alternativamente, podría realizarse una prueba de diagnóstico rápido (‘test de antígenos’) en su propio domicilio, y consultar precozmente si el resultado es positivo.
La importancia de este diagnóstico de virus respiratorios radica en que el paciente es un candidato a tratamiento precoz con fármacos antivirales en caso de que el virus responsable sea el de la gripe o el virus de la COVID-19, con la intención de evitar formas graves de la enfermedad. Actualmente, tenemos amplia experiencia de uso con estos antivirales, que se utilizan no solo en los pacientes con formas graves de la enfermedad, sino en pacientes con riesgo de desarrollar estas formas graves.
Se siguen desarrollando fármacos con posible acción antiviral para el SARS-CoV-2, que también puede que estén disponibles en un futuro cercano. Entre los pacientes con enfermedades respiratorias incluidos en grupos de riesgo se encuentran actualmente los pacientes mayores 65 años con enfermedad pulmonar crónica (EPOC de alto riesgo y asma con requerimiento de tratamiento diario), hipertensión pulmonar, enfermedades fibrosantes del pulmón, enfermedad pulmonar intersticial difusa o bronquiectasias, pacientes de cualquier edad con fibrosis quística o trasplantados pulmonares, y aquellos que requieran tratamiento con corticoides orales a altas dosis de manera continuada, además de los mayores de 80 años.
COVID persistente
Otro de los retos actuales continúa siendo el seguimiento y el tratamiento de la COVID persistente, un complejo sintomático multiorgánico que afecta a pacientes que han padecido la COVID-19 y que permanecen con síntomas (astenia, artralgias, mialgias, cefalea, disnea, tos, dolor torácico, disfonía) durante más de 4-12 semanas después del contagio. Tiene una presentación independiente de la gravedad de la fase aguda de la COVID-19 y predomina en mujeres de mediana edad.
Los síntomas frecuentemente fluctúan, pudiendo cursar en forma de brotes y no se pueden explicar por una enfermedad subyacente alternativa. Es importante insistir en descartar cualquier enfermedad subyacente o que se haya podido iniciar tras la COVID-19, que puede actuar como desencadenante de algunas patologías. Una vez descartadas, hay que buscar aquellos síntomas que hoy en día pueden ser tratables, necesitando aún más investigación para aquellos que no podemos tratar.
El apoyo psicológico, así como la fisioterapia respiratoria, son herramientas útiles para la mejoría de muchos de los síntomas junto con el abordaje farmacológico cuando esté indicado. El seguimiento inicial y la realización de pruebas complementarias, como las radiológicas y de función pulmonar, de los miles de pacientes afectados al principio de la pandemia supuso un reto para los centros sanitarios en Atención Primaria y Especializada, aunque actualmente el número de pacientes que precisan seguimiento es menor.
Secuelas pulmonares
Además de este complejo sintomático, sabemos que es posible que los supervivientes de neumonía por COVID-19 presenten secuelas pulmonares. Al principio de la pandemia un elevado número de pacientes que habían sufrido una neumonía por SARS-CoV-2 requirieron un seguimiento especializado por los servicios de Neumología tras superar la fase aguda, por lo que se establecieron diferentes algoritmos para garantizar el correcto seguimiento de estos pacientes.
En el momento actual, se ha reducido el número de pacientes que presentan formas graves de la enfermedad, pero aún hay pacientes en seguimiento con secuelas desde aquellas primeras olas, y actualmente también es importante seguir la evolución de estos pacientes. La mayoría de ellos no parecen estar presentando enfermedades pulmonares progresivas tras la mejoría inicial, y las secuelas pulmonares que vemos presentan estabilidad, aunque en algunos casos se mantiene el seguimiento en consultas específicas en función del tipo de secuelas que presentan. En algunos casos, las secuelas fueron graves y han requerido tratamientos más complejos, como el trasplante pulmonar, aunque en un número pequeño de pacientes.
En conclusión, la pandemia por SARS-CoV-2 ha finalizado, pero el virus convive con nosotros, y hay que seguir manteniendo las estrategias de prevención, tratamiento y seguimiento de la enfermedad, sobre todo en grupos de personas vulnerables por edad o enfermedad subyacente.