Medir la glucemia basal es la herramienta fundamental para establecer la detección de la diabetes, por lo que se debe considerar en los programas de cribado y de diagnóstico precoz. Dos valores iguales o mayores a 126 mg/dl obtenidos en días diferentes son suficientes para tener el diagnóstico de la enfermedad, que puede ser confirmado con una analítica de sangre de la hemoglobina glicosilada cuyo punto de corte es 6,5 por ciento.
Aunque no hay una evidencia clara de que los cribado disminuyan la morbimortalidad de la diabetes, sí que se ha observado una mejora de los factores de riesgos cardiovascular. Y es que en España, un 13,8 por ciento de la población adulta padece diabetes y un 14,8 por ciento algún tipo de prediabetes, según datos del estudio [email protected]. Con una intervención en el estilo de vida se puede reducir la progresión a diabetes o hacer retroceder un estado prediabético a la normalidad y es una intervención coste-efectiva. Algunos fármacos, como la metformina, también se han mostrado eficaces en reducir la progresión a diabetes aunque no son superiores a las intervenciones no farmacológicas.
Hay que tener en cuenta que el perfil de paciente con más riesgo de padecer diabetes es los que tienen familiares de primer grado con diabetes o que presenten algún otro factor de riesgo cardiovascular como hipertensión, dislipemia, tabaquismo u obesidad.
Existen varias opciones de cribado. El denominado oportunista se lleva a cabo con la realización de glucemia sobre poblaciones que presentan un mayor riesgo de padecer prediabetes o diabetes 2, por ejemplo a partir de una edad o de un índice de masa corporal. El empleo de reglas de predicción clínica para personas con riesgo y prediabetes, que se hace con los datos de registros de bases de datos o historia clínica informatizada; y las escalas de riesgo o cuestionarios como sistemas de detección primaria para identificar subgrupos de población a los que realizar la prueba de glucemia.
Factores de riesgo
Como es sabido, hay una serie de actividades para identificar a las personas con factores de riesgo vascular y/o enfermedad vascular conocida. En función de estos, se llevan a cabo una serie medidas preventivas, terapéuticas, de seguimiento y cuidados. Así, el peso es un elemento que debe registrarse en cada visita y calcular el IMC. También se recomienda medir el perímetro de la cintura, pues la obesidad central es un predictor de riesgo cardiovascular elevado y de riesgo de diabetes. En general, se considera un valor de riesgo elevado 102 cm en varones y 88 cm en mujeres.
Con respecto a la presión arterial, las recomendaciones no difieren de las de los pacientes con diabetes; 140/85 mmHg según las sociedades europeas de Cardiología y diabetes y 140/80 mmHg para la Asociación Americana de Diabetes.
También se recomienda un perfil lipídico anual, aunque aquí también hay cierta variabilidad entre las sociedades europeas y la americana, las cifras se sitúan entre <100 mg/dl y <70 mg/dl en pacientes con enfermedad cardiovascular y establecer un cálculo de riesgo de enfermedad cardiovascular a los 10 años, donde se encuentran escalas de Framingham y Score calibrada para España.
El tabaquismo es otro factor que debe registrarse en la historia clínica de todos los pacientes y ofrecer al paciente un programa activo para dejar de fumar.
Para poder seguir estos parámetros, los médicos cuentan con la informatización de la historia clínica en Atención Primaria, que proporciona un gran potencial para la investigación. En las historias clínicas existen distintos apartados a modo de iconos donde se pueden reflejar las características clínicas de los pacientes que pueden someterse a un cribado.
Y es que el concepto de cribado como actividad sanitaria está ampliamente aceptado y si se utiliza de manera adecuada puede ser una herramienta para disminuir el impacto de algunos problemas de salud. Existen dos tipos: el poblacional o comunitario y el oportunista, que es cuando el individuo entra en contacto con el sistema por cualquier motivo. No obstante, el cribado de la diabetes es un tema controvertido, porque no existen estudios aleatorios y grupo control que evalúen todos los aspectos.
Conocer los costes de los programas de cribado es complicado, pero todo hace pensar que serán menores que los producidos por las complicaciones de la progresión de la diabetes, como la nefropatía, la neuropatía, la retinopatía y la dermopatía diabética, la enfermedad cardiovascular y el pie diabético.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores médicos de Familia Manuela Bustos Buenestado, Rafael Sarmiento Lara, Manuel Guisado Quintana, Juan Luis Lemus Gallego, Antonio Cabanillas Valenzuela, María José Mulero García; Francisco Serrano Sánchez, Pedro Vélez Morgado, Emilio Cintado Castizo, Javier Becerra Girol, Eduardo Berciano Márquez y Joaquín Gallardo Sanguino; Julio Caparrós Almendro, José Ponce Martín, Luis María López González, Alfredo Márquez Sánchez, José Ignacio Calles Romero y Manuel Carrascal Corrales; José Manuel Sandino Navarrete, Antonio Vázquez Márquez, Manuel Viñuales Gutiérrez, José Manuel Roviralta Salceda y Antonio Aranda de Dios. Eduardo Aguilera Poza, José Antonio Díaz Castilla y Ángel Fraile Saez, de Ávila. Jon Aguirre, José Macías Sainz, Javier Rodríguez Murua, Alicia Cortázar Galarza y Begoña Martínez Eguia, del Centro de Salud Algorta,