Varios expertos en salud mental de Reino Unido han descrito en la revista PLoS One un nuevo y fiable método de cribado de la enfermedad mental que permite detectar en los colegios a aquellos niños que tienen un alto riesgo de desarrollar este tipo de trastornos.
Los problemas de salud mental son comunes en las personas jóvenes, y se estima que en torno a un 10 por ciento de los niños de entre 5 y 16 de Reino Unido padecen un trastorno mental de algún tipo.
La adolescencia es un período crítico para el desarrollo de la depresión mayor, una enfermedad que impone una pesada carga sobre las personas que la padecen ya que se ven obligados a pasar largos periodos fuera de su trabajo o incluso acaban incapacitados para trabajar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 350 millones de personas en el mundo sufren de depresión, y prevé que en 2020 será tan prevalente como las enfermedades del corazón.
Por ello, Barbara Sahakian, profesora de Neuropsicología Clínica en la Universidad británica de Cambridge insiste en que estas pruebas a los niños en edad escolar podrían ayudar a las autoridades sanitarias a ofrecerles un tratamiento precoz que evite un deterioro mayor.
Si se piensa que la carga, la enfermedad mental es más que el cáncer, más que las enfermedades cardiovasculares, por lo que se debe actuar, ha explicado Sahakian, tras presentar sus resultados en una conferencia en Londres, lamentando que no se está haciendo nada para detectar estos trastornos a tiempo.
En concreto, la prueba se vale de un programa informático diseñado para ver cómo los adolescentes procesan la información emocional, para lo que se hacen preguntas para saber si ciertas palabras, tales como 'alegre' o 'fracaso' o 'rango', les provocan sentimientos positivos, negativos o neutros.
Para su estudio inicial, realizado en jóvenes de 15 a 18 años, también les sometieron a pruebas genéticas, aunque entienden que esto sería 'demasiado caro' para utilizarlo de forma rutinaria.
Los investigadores encontraron que los adolescentes que tenían una variación de un gen relacionado con la serotonina química del cerebro, presentaban una dificultad significativa en la evaluación de la emoción en las palabras.
Esto, ha añadido Ian Goodyer, coautor del estudio, sugiere que aquellos niños que sufren una incapacidad para procesar la información emocional tienen un aumento significativo del riesgo de depresión y ansiedad.
La evidencia es que tanto nuestros genes y nuestras experiencias de la primera infancia contribuyen, dijo Goodyer, quien precisa que antes de que haya síntomas clínicos de depresión o ansiedad, esta prueba revela una deficiente capacidad para percibir los procesos de emoción que puede conducir a enfermedades mentales.