El inicio de la insulinización en diabetes tipo 2 permite mayores controles glucémicos y una toma de conciencia del autocuidado
En líneas generales, todos los diabéticos pueden usar insulina. El tratamiento de elección depende del tipo de diabetes mellitus que presentan. Para pacientes con diabetes mellitus tipo 1 la insulinoterapia es imprescindible para reemplazar a la insulina que se produce en mínimas o nulas cantidades…
En líneas generales, todos los diabéticos pueden usar insulina. El tratamiento de elección depende del tipo de diabetes mellitus que presentan.
Para pacientes con diabetes mellitus tipo 1 la insulinoterapia es imprescindible para reemplazar a la insulina que se produce en mínimas o nulas cantidades por el páncreas del paciente.
Por otro lado, los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 también pueden necesitar insulina como parte de su plan de tratamiento de modo complementario, si no se pueden lograr los niveles glucémicos deseados con el tratamiento oral.
Igualmente, la terapia con insulina beneficia a las pacientes con diabetes gestacional, que puede afectar el 3-10 % de los embarazos, y a los que presentan diabetes autoinmunitaria latente del adulto (DALA), una forma autoinmune de diabetes que suele aparecer a los 30 años.
Así, la variabilidad de la glucosa se puede reducir mediante un adecuado tratamiento de la diabetes.
En la diabetes tipo 2, el paciente se debe hacer cargo de controlar sus glucemias, partiendo de un cambio de sus hábitos de alimentación y actividad física.
Inicio de la insulinización
El inicio de la insulinización permite mayores controles glucémicos y una toma de conciencia aún mayor de la relación con sus hábitos, reforzando el autocuidado. Esto se refleja en los resultados más estables de las automediciones de glucemias capilares y en los análisis de control en consulta.
De hecho, se puede conseguir una menor variabilidad glucémica con el uso de las insulinas respecto a los antidiabéticos orales.
La insulina basal se reservaba como segunda elección en diabéticos tipo 2, tras el mal control con los antidiabéticos orales. Ahora se sabe que es mejor no esperar al agotamiento de la insulina propia del páncreas para comenzar la insulinización. Es más beneficioso el inicio precoz junto a metformina para reducir su resistencia en los tejidos. Así, en pacientes sin demasiado sobrepeso supone un tratamiento de primera línea en muchos casos, retrasando el agotamiento temprano de la célula beta y la evolución de la enfermedad.
Pauta combinada
El uso combinado de insulina glargina con otros ADOs aporta una sinergia de efectos de los diferentes grupos farmacológicos, que tienen como objetivo común, la mejoría del control metabólico en la diabetes tipo 2.
Por un lado, la insulina glargina ofrece una distribución de insulina prolongada y constante durante prácticamente la totalidad del día. Se podría combinar con la metformina, que facilita una reducción de la gluconeogénesis a nivel hepático, aumenta la captación de glucosa a nivel muscular y disminuye la absorción de glucosa a nivel gastrointestinal.
También se puede combinar con un análogo de la GLP-1, que estimula la secreción endógena de insulina, lo que facilita una mejora de la sensibilidad a la misma, junto con un menor apetito y la consecuente reducción de ingesta y pérdida de peso.
Otra opción es emplearla de forma conjunta con un ISGLT2, que con su efecto glucosúrico y sus beneficios cardiovasculares y nefroprotectores es un buen aliado de la insulina.
Perfil del paciente
Así, dependiendo del perfil de paciente, se puede utilizar el ADO que más le convenga, para mejorar el control metabólico de los pacientes con diabetes tipo 2 insulinizados con insulina glargina.
Las barreras que hay para el inicio de la insulina basal se centran en la falta de tiempo y la desconfianza del médico sobre la adherencia, los miedos de las hipoglucemias y la ganancia ponderal. Y por parte del paciente, el dolor a la inyección, el estigma social, la progresión de la enfermedad, el miedo a la hipoglucemia y el aumento de peso ayudarían en su retraso.
Educación diabetológica
De hecho, la insulina se prescribe en forma tardía en la mayoría de los pacientes con diabetes tipo 2. Es fundamental recibir una instrucción adecuada, educar al paciente. El tratamiento con insulina debe abordarse fomentando una actitud positiva, donde se presente a la insulina como un alternativa efectiva y flexible para lograr los objetivos terapéuticos, útil para cualquier paciente y en cualquier momento de la evolución de su enfermedad.
Las actitudes negativas hacia la insulina son muy comunes. Tienen temor de iniciar el tratamiento y se sienten incómodos con la perspectiva de inyectarse todos los días. Algunos pacientes piensan que inyectarse insulina puede ser complicado y restringir sus actividades. Superar las barreras psicológicas es fundamental. Tanto el médico como la enfermera debe apoyar al paciente para que acepte la pauta con insulina.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Ramón Noguera Rodríguez, Ana Guarch Ibañez, Oriol Peña Rodríguez, Antonio Navas Robles, Zisimos Antonio Charmpalis y José Miguel Stefanoni David, de Barcelona, y Arianna González Fuentes, Alba María Moreno Fortes y Fernando Frank Loredo Rodríguez, de Orihuela.