Los
factores de riesgo cardiovascular que se asocian a una mayor probabilidad de sufrir una
enfermedad cardiovascular son el
colesterol, la
diabetes, la
hipertensión, el
tabaquismo, la
herencia genética, el
estrés, la
obesidad y la
frecuencia cardiaca.
La
hipercolesterolemia no presenta síntomas ni signos físicos, así que su diagnóstico solo puede hacerse mediante un análisis de sangre que determine los niveles de
colesterol y también de los
triglicéridos.
Es conveniente que las personas con riesgo de padecer una
dislipemia, que tengan familiares con cardiopatía isquémica y otras
enfermedades cardiovasculares, se sometan a un cribado para determinar sus niveles de
colesterol desde edades tempranas.
Riesgo elevado
Las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 mg/dL tienen el doble de riesgo de sufrir un
infarto de miocardio que aquellas con cifras inferiores a 200 mg/dL.
Se recomienda a los pacientes que han sufrido
infarto de miocardio o
accidente cerebral que mantengan cifras de
colesterol muy bajas para mantener sanas sus arterias.
La prevalencia y tendencia de los
factores de riesgo cardiovascular en España y Europa es al alza, como consecuencia, entre otros factores, del sedentarismo, estrés y mala dieta. Esto conlleva a la utilización de estatinas para evitar infartos, ictus y demás problemas cardiovasculares.
Prevención
La
hipercolesterolemia se puede prevenir siguiendo una alimentación equilibrada y sin grasas saturadas. En este sentido, la
dieta mediterránea es la idónea porque su aporte de grasas proviene fundamentalmente de los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados presentes en el pescado y los aceites de oliva y de semillas. También es importante el consumo de vegetales, legumbres, cereales, hortalizas y frutas.
También es necesario adoptar un programa de
ejercicio aeróbico, como puede ser caminar, carrera suave, ciclismo, natación..., a intensidad moderada, de entre 65-70 por ciento de frecuencia cardiaca máxima, y desarrollado de manera regular, de tres a cinco sesiones por semana; aumentar el HDL y reducir el LDL y los niveles de triglicéridos.
Pauta farmacológica
Una vez diagnosticada la
dislipemia, y si la dieta y el ejercicio físico no consiguen rebajar los niveles por si solos, se deberá optar por un tratamiento farmacológicos.
La elección de los
fármacos depende de la anomalía dominante; elevación del LDL, elevación de los triglicéridos o niveles elevados en ambos casos.
En
prevención secundaria el tratamiento más efectivo después de una
estatina es la asociación con
ezetimiba, ya que triplica el descenso de LDL (18%) frente a el descenso del 6% doblando dosis de estatina.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Lorenzo de la Peña López, Virginia Fernández González, José Ramón Fernández Fonfría, Balbino Pascual del Valle y Zulema Gómez del Río, de Torrelavega.