El dolor, tanto el agudo como el crónico, es muy prevalente. Así lo considera el grupo de expertos, integrado por los Dres. Cesáreo Álvarez Rodríguez, José Ramón Casal Codesido, Juan Pérez Cajaraville y Antonio Alcántara Montero, reunidos el pasado 28 de noviembre para analizar y
compartir conocimientos sobre la situación actual y real del manejo del paciente con dolor agudo. La reunión se centró en revisar las posibles deficiencias, como retrasos en el diagnóstico o el tratamiento insuficiente, y el análisis de los puntos de mejora. Todo ello con el objetivo de garantizar un diagnóstico preciso y una intervención oportuna y efectiva en el dolor agudo, que evite su banalización y reduzca el riesgo de recurrencia y/o cronificación, mejorando la calidad de vida de los pacientes con dolor.
Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Dolor (SED), en colaboración con la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), sobre el
abordaje del dolor en los servicios de urgencias
, el dolor es el síntoma más frecuente por el que las personas acuden a Urgencias, en España y en el resto de los países. Asimismo, el dolor es el motivo más habitual por el que un paciente acude a su médico de Atención Primaria, tal y como se describe en el estudio europeo
Pain in Europe, y se corrobora con los resultados de otros estudios actuales. A pesar de ello, dicen los expertos, el dolor está, en general, mal tratado, pero también mal entendido.
Fallos en el abordaje del dolor
El dolor puede ser el síntoma de una enfermedad o una enfermedad en sí misma, por lo que tan importante es tratar el dolor como saber qué es lo que está detrás de este. Sin embargo, en general, hay más preocupación por el diagnóstico que por el propio tratamiento, señala el Dr. Juan Pérez Cajaraville.
El dolor no se trata ni de manera precoz ni de manera adecuada, apunta el Dr. José Ramón Casal, observándose deficiencias relevantes en los servicios de urgencias. En este sentido, un estudio realizado en centros de Estados Unidos y Canadá en pacientes que acudieron a los servicios de urgencias demostró que la intensidad del dolor era alta (8 sobre 10) y en pocos casos se reevaluó el dolor durante la estancia. Demostró también que los analgésicos estaban infrautilizados y se administraban con retraso, de modo que solo el 60 % de los pacientes recibieron analgésicos después de una demora de 90 minutos de mediana (pero con un rango de 0 a 962 minutos), y el 74 % de los pacientes fueron dados de alta con dolor moderado a intenso.
Al bajo uso de los analgésicos y a las demoras en el tratamiento hay que añadir, además, que
a estos pacientes no se les pauta un tratamiento domiciliario para el dolor. Todo ello indica que existe entre los profesionales poca sensibilidad al dolor ajeno, y demuestra que hay mucho margen de mejora, concluye el Dr. Cesáreo Álvarez.
Problemas, barreras y desafíos en el manejo del dolor agudo
El dolor agudo es un problema de gran magnitud, pero ni pacientes, ni profesionales, ni instituciones parecen ser conscientes de la importancia que realmente tiene. Según el Dr. Pérez Cajaraville, la presión asistencial y unos conocimientos insuficientes, que hacen que el profesional ponga mayor énfasis en el diagnóstico que en el tratamiento, pueden explicar, en parte, ese error de percepción, pero no lo justifican todo.
Un punto clave es el triaje. En España, el sistema de triaje que se emplea es el de Manchester, un sistema estructurado que establece cinco categorías de urgencia, pero que no incluye específicamente el abordaje del dolor. Para abordar el dolor en base a la manifestación que traslada el propio paciente
hace falta un tipo de triaje avanzado, indica el Dr. Cesáreo Álvarez, con protocolos específicos que permiten el inicio del tratamiento del dolor de forma inmediata por parte de enfermería.
En la valoración del dolor, la escala EVA es una herramienta muy útil, pero los especialistas consideran que lo más importante es preguntar al paciente sobre la intensidad del dolor y observar, ya que
la mayor información está en el lenguaje no verbal. En este sentido, SEMES está trabajando en el triaje del dolor con inteligencia artificial, en base a las expresiones del paciente.
Pero, más allá de los problemas en la valoración del dolor, la mayor barrera para el correcto abordaje del dolor agudo es la falta de tratamiento (los analgésicos están infrautilizados y además con retraso), que aumenta el riesgo de cronificación del dolor, explica el Dr. Antonio Alcántara. Y es que
el dolor, antes de ser crónico, es subagudo, y previamente ha sido agudo; esta es la evolución natural, señala el Dr. Cesáreo Álvarez. La transformación en dolor crónico ocurre tanto en el dolor nociceptivo, como en el neuropático y en el nociplástico, generalmente por los fenómenos de sensibilización central del dolor, que tienen muchísima relación con la intensidad y duración del dolor agudo. La cronificación del dolor afecta significativamente la calidad de vida del paciente, impactando en sus relaciones sociales y en el desempeño laboral. De hecho, se estima que el 60 % de las personas con dolor crónico tienen problemas familiares, económicos o laborales, y presentan ansiedad, depresión o trastornos del sueño, entre otras alteraciones.
La ausencia de tratamiento del dolor sucede, según los expertos, fundamentalmente por la
falta de formación. Debe tenerse en cuenta, explica el Dr. Pérez Cajaraville, que el dolor agudo desestabiliza hemodinámicamente al paciente, aumentando la demanda de oxígeno, y que, por ello, el dolor agudo debería ser quizás lo primero que se controle en urgencias. Sin embargo, los expertos coinciden en que el dolor agudo está muy banalizado, no se le da la importancia que tiene para un correcto abordaje, y ello se traduce en una atención deficiente a los pacientes con dolor.
Exploración de mejoras y soluciones prácticas
La integración del dolor como un problema es un paso fundamental para poder mejorar su abordaje y tratamiento. “Solo si somos conscientes de que tenemos un problema, nos empeñaremos en buscar soluciones”, señalan los expertos. La receta que proponen incluye
mejorar la concienciación y sensibilización sobre el dolor agudo; introducir cambios en el abordaje del dolor, con especial énfasis en el triaje y el tratamiento precoz, y llevar a cabo más inversiones para la formación de especialistas en dolor y la creación de unidades de dolor.
Más concienciación y formación
Lograr una mayor concienciación y sensibilización sobre el dolor agudo a todos los niveles, mejorar la formación sobre el manejo del dolor y aumentar la implicación de diferentes especialidades en el manejo del dolor son aspectos clave.
Concienciación y sensibilización son términos que se repiten cuando se buscan soluciones, y es que la banalización del dolor agudo es, de hecho, una de las principales razones de la falta de los
recursos,
formación y
tiempo que serían necesarios para un abordaje adecuado del dolor. La concienciación y sensibilización sobre la importancia del dolor agudo tanto del profesional sanitario como de las administraciones y la población general son, pues, imprescindibles. Para ello, una herramienta de gran importancia es la comunicación.
Por una parte, comunicación entre médico y paciente, que pasa, sin embargo, por disponer de más tiempo asistencial. “El dolor es una experiencia sensorial y emocional, por lo que, aunque tenemos que actuar sobre la vertiente física,
no podemos descuidar la parte emocional”, recuerda el Dr. Cesáreo Álvarez, y esto requiere poder dedicarle más tiempo al paciente.
Por otra parte, hay que contar también con la implicación de los medios de comunicación para que actúen de altavoz y transmitan a la población la magnitud del impacto del dolor en las personas afectadas y la importancia de recibir un tratamiento adecuado, apunta el Dr. Ramón Casal.
También imprescindible es una
mayor formación de profesionales en el tratamiento del dolor agudo y crónico, tanto en el pregrado como en el postgrado, afirma el Dr. Pérez Cajaraville. Faltan especialistas en dolor, profesionales con conocimientos específicos en dolor que puedan ofrecer un tratamiento óptimo al paciente.
Mejor abordaje del dolor
Los problemas en el abordaje del dolor agudo tienen tanto que ver con la valoración del dolor como con la forma de tratarlo.
Respecto a la valoración del dolor, ya se ha comentado la importancia de
usar sistemas de triaje avanzado. Su implementación generalizada en los hospitales permitiría tratar el dolor desde el momento que se detecte. Además, es necesario dedicar tiempo a averiguar el tipo de dolor que tiene cada paciente y desarrollar protocolos en base a ascensores analgésicos que permitan adecuar el tratamiento de forma individualizada, comenta el Dr. Antonio Alcántara.
En el tratamiento hay muchos aspectos a mejorar. Deben reducirse los tiempos, tratar precozmente y proporcionando la analgesia adecuada, y, muy importante, revalorar al paciente para saber si se está manejando bien su dolor, lo que evitaría, en muchos casos, la cronificación. Contar con
unidades de dolor agudo en urgencias sería una gran aportación que mejoraría, sin duda, el tratamiento de los pacientes. La implementación de indicadores de calidad por parte de la Administración sería también de ayuda, ya que el dolor es un indicador de calidad.
Con un adecuado control del dolor, se evitarían muchas intervenciones, y en las que se hicieran, los resultados postoperatorios serían mejores. Todos los procedimientos que tienen lugar en urgencias generan dolor, por lo que hace falta crear procedimientos sin dolor en urgencias, opinan los expertos.
Más inversión económica
Subsanar los problemas y las deficiencias detectadas requiere inversión económica, pero es una inversión que se traduciría fácilmente en beneficios. Porque, si mejora el abordaje del dolor y se empieza a tratar más precozmente, se podrían
evitar la cronicidad y los sobrecostes que ello conlleva.
Según la
Guía PAS (Pautas de Actuación y Seguimiento sobre Dolor Cervical y Lumbar agudo), en España se estima que el coste total (directo e indirecto) que ocasiona el dolor crónico es de 16.000 millones de euros anuales, lo que representa el 2,5% del PIB. Todas aquellas actuaciones dirigidas a prevenir el dolor crónico han de traducirse en ahorros de costes significativos para el sistema sanitario. En este sentido, el Dr. Ramón Casal apunta que quizá habría que trasladar a las Administraciones los datos concretos y cifras exactas que pongan de relieve que invertir en todo aquello que permita mejorar el tratamiento del dolor es coste-efectivo.
“El dolor es de todos”, concluyen los expertos, “y todos -profesionales sanitarios, población general y Administraciones- deberíamos involucrarnos en mejorar su abordaje y control”.