Los pediatras reclaman tiempo en las consultas para mejorar la coordinación con los orientadores escolares y profesionales de la salud mental
Si bien el aumento de trastornos mentales en la etapa infantojuvenil ya era un problema, desde 2020 las cifras se volvieron aún más preocupantes. No obstante, se han incrementado las consultas por ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria y autolesiones. De hecho, en 2019,…
Si bien el aumento de trastornos mentales en la etapa infantojuvenil ya era un problema, desde
2020 las cifras se volvieron aún más preocupantes. No obstante, se han
incrementado las consultas por ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria y autolesiones. De hecho, en 2019, siete menores de 15 años se suicidaron en España. En 2020, año del inicio de la pandemia, fueron el doble. Ante esta situación los pediatras reclaman tiempo en las consultas para mejorar la coordinación con los orientadores escolares y profesionales de la salud mental.
Así se ha puesto de manifiesto en el
19º Congreso de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Preocupa no sólo por el incremento de conductas autolesivas, sino el hecho de que se estima que el
70 por ciento de los trastornos mentales comienza en la etapa infantojuvenil.
Salud mental en la etapa infantojuvenil
En el caso del primer nivel asistencial, “los
problemas de conducta, fracaso escolar, trastornos de conducta alimentaria, ansiedad y autolesiones” son los asuntos relacionados con la salud mental más presentes en las consultas, tal y como afirma Jorge Olivares, responsable de la consulta de Pediatría general, social y adolescentes del Hospital Universitario de Torrejón. Según el experto, las consultas más frecuentes de pacientes de esta edad corresponden a “traumatismos, procesos infecciosos, o revisiones y vacunas correspondientes a este período de la vida”. Pero no todo son catarros y lesiones.
El pediatra de Atención Primaria es clave para vigilar las conductas de los adolescentes, pues es el profesional más cercano. Sin embargo, en esta etapa es difícil establecer la línea que separa lo que se considera sano de lo que se considera patológico, como explica Margarita Sánchez Calderón. Por tanto, el seguimiento de los pacientes en esta etapa infantojuvenil es especialmente importante.
Sánchez Calderón apunta que es crítico vigilar la salud mental en la infancia y en el paso a la adolescencia. No obstante,
la incidencia de problemas mentales aumenta a partir de los 12 años. El paso de la consulta de Pediatría de AP a la de Medicina de Familia a los 14 años en estos niños y niñas, a su juicio “puede suponer un problema por la pérdida de continuidad”.