Cristina Oliver, adjunto del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, es partidaria de atajar los problemas de salud sexual de las mujeres cuanto antes, pues los tratamientos son efectivos y mejoran la calidad de vida de las pacientes y su autoestima, disminuyendo la ansiedad y depresión.
¿Qué se entiende por salud sexual en la mujer? La salud sexual es definida por la Organización Mundial de la Salud como “un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; la cual no es la ausencia de enfermedad, disfunción o…
¿Qué se entiende por salud sexual en la mujer?
La salud sexual es definida por la Organización Mundial de la Salud como “un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; la cual no es la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad. Se sabe que una vida sexual satisfactoria mejora la calidad de vida de la mujer, influye en su bienestar general, en su autoestima, y en su bienestar físico y emocional.
¿Cuáles son los problemas más frecuentes de salud sexual?
Los trastornos más frecuentes son las alteraciones en la fase de deseo y falta de interés en el sexo, aunque también pueden darse problemas en la excitación y orgasmo. Otros problemas no tan frecuentes podrían ser el vaginismo (contracción involuntaria de los músculos perineales), dispareunia (dolor durante la penetración), o incluso la aversión al sexo. Todos estos problemas aumentan durante la menopausia. También las mujeres que reciben tratamiento oncológico experimentan cambios que afectan a su vida sexual, al igual que pueden ser causados por problemas psicológicos, como el vaginismo o la anorgasmia.
¿Se confunde la salud sexual con la reproductiva?
Pues parece que sí, es importante diferenciar la salud sexual, que sería la salud y el bienestar en las relaciones sexuales, de la salud reproductiva, cuyo objetivo sería únicamente la reproducción sexual y la procreación.
¿Cómo se diagnostican los problemas de salud sexual en la mujer?
Es difícil detectarlos, ya que hablar de los problemas sexuales no suele ser fácil, bien por sentimientos de vergüenza, culpa, fracaso o por problemas con las parejas. Por tanto, es importante que las mujeres hablen con un profesional de confianza para encontrar la mejor ayuda profesional para su problema. Cada vez hay más información. Las mujeres quieren sentirse bien y ya se va notando que con más frecuencia preguntan a los profesionales sobre estos temas.
Y los profesionales, ¿se preocupan por la salud sexual de sus pacientes?
Cada vez estamos más sensibilizados. Va siendo más frecuente que realicemos preguntas en las consultas ginecológicas. A veces en una consulta ginecológica al realizar una revisión durante la exploración podemos encontrar cambios físicos, cicatrices, dolor… Al detectar el problema, podemos actuar. Actualmente disponemos de herramientas diagnósticas de fácil aplicación en consulta, son cuestionarios validados que ayudan a identificar estos problemas. Como ejemplo el cuestionario breve del Deseo Sexual Hipoactivo, que sirve para identificar este problema en las mujeres postmenopáusicas que presentan disminución del deseo sexual, que pueden realizar los profesionales de Atención Primaria, tanto el médico, la matrona o enfermera.
¿Es fácil que acudan al médico a consultar su problema o el diagnóstico es más bien oportunista?
Cada vez es más frecuente, sobre todo en las mujeres jóvenes, para las que su salud sexual es muy importante. Aunque se está notando un aumento de la demanda de asistencia por problemas de salud sexual, seguro que está muy por debajo de la tasa real.
¿Existe coordinación con Atención Primaria cuando se realiza el diagnóstico?
Sí, en el momento en que es detectado el problema, tanto la matrona como el médico de familia remiten a estas mujeres al especialista, que bien puede ser un ginecólogo, psicólogo, fisioterapeuta, sexólogo...
¿Cómo se lleva a cabo el abordaje de estas patologías?
Es importante disponer de un equipo multidisciplinar, con una visión total de la mujer, desde la Ginecología, pero también prestando atención a la faceta psicosexual, con apoyo de la Psicología Clínica, la Terapia Sexual y la Terapia de Pareja.
¿Existen tratamientos eficaces?
Sí, existen varios tipos de tratamientos, dependiendo de la etiología.
¿Cuáles son?
El tratamiento médico se dirige a tratar patología subyacente, ya que muchas veces la disfunción sexual va unida a la enfermedad cardiovascular, tratamiento farmacológico y otros factores de riesgo como la edad, hipertensión, diabetes, depresión… En los casos de sequedad o relaciones dolorosas se puede recurrir a un lubricante vaginal, mientras que otras veces hay que resolver un déficit hormonal.
¿Cómo se resuelven los déficits hormonales?
Los tratamientos hormonales para abordar la disfunción sexual femenina incluyen la terapia con estrógenos locales, en forma de anillo vaginal, crema o comprimido. De esta forma, mejora el tono y la elasticidad perineal, aumenta el flujo sanguíneo y la lubricación. Existen contraindicaciones para la terapia hormonal, por lo que debería prescribirlo un médico. Está también ospemifeno, un modulador selectivo de los receptores de estrógeno, que ayuda a reducir el dolor durante las relaciones sexuales en las mujeres con atrofia vulvovaginal. La terapia con parches de andrógenos es controvertida y sólo pueden recibirla mujeres que cumplen unas características determinadas, como son que tengan realizada histerectomía con anexectomía bilateral y que siguen un tratamiento hormonal con estrógenos.
Y, ¿para la falta de apetito sexual?
La flibanserina es conocida como viagra femenina. Fue desarrollada como un antidepresivo. Puede estimular el apetito sexual en mujeres con bajo deseo, pero tiene efectos secundarios graves. Por su parte, bremelanotida ha sido aprobado para la falta de deseo sexual en mujeres premenopáusicas. Se administra mediante inyección subcutánea antes de mantener relaciones. La tibolona se utiliza como terapia hormonal sustitutiva, mejorando varios aspectos de la menopausia, entre otros la salud sexual, el bupropion (antidepresivo) mejora el trastorno del deseo sexual hipoactivo y de trastorno del orgasmo.
¿Qué evidencia hay con la fitoterapia?
Aunque su evidencia científica es limitada, puede verse un aumento del deseo sexual con el uso de plantas medicinales, como son la maca, que actúa estimulando el sistema nervioso central, despertando el apetito sexual, y el ginko biloba, que facilita el flujo sanguíneo y aportan un efecto relajante sobre el músculo.
Y, ¿con el tratamiento no médico?
Existen varias aproximaciones. Está la terapia psicológica, tanto a nivel individual como de pareja, acorde a las necesidades, motivación y al tipo concreto de trastorno que presente. Otra opción es la terapia cognitivo-conductual (TCC), que puede resultar útil en algunas mujeres. Esta terapia incluye información sobre cómo optimizar la respuesta sexual del cuerpo, maneras de mejorar la intimidad con la pareja y recomendaciones sobre materiales de lectura o ejercicios para realizar en pareja. Los dispositivos mecánicos sirven para intensificar la excitación con la estimulación del clítoris. Existen dispositivos de vacío para succión de clítoris, vibradores, estimuladores clitoroideos, bolas chinas, que mejoran los problemas de excitación y anorgasmia. No hay que dejar pasar por alto los entrenadores del suelo pélvico, como los ejercicios de Kegel, que también ayudan, ya que la musculatura vaginal puede conseguir una reducción del dolor vaginal y reducir incontinencias leves de orina.
¿Se automedican las pacientes?
Sí, ya que cada vez es más fácil obtener información a través de internet sobre posibles opciones terapéuticas, tanto de medicamentos como de fitoterapia y ejercicios. Además, disponen de la ayuda de los farmacéuticos, ya que existen opciones terapéuticas en las que no es necesaria una prescripción médica, como los geles o cremas vaginales, lubricantes o humectantes vaginales. También se puede encontrar en la red información acerca de ejercicios o dispositivos para fortalecer la musculatura pelvi-perineal, mejorar la retención urinaria, que ayudan a incrementar la vascularización de la zona, lo cual puede mejorar la salud sexual.
¿Qué puede ocurrir si las pacientes no reciben el tratamiento adecuado?
Mejorar los trastornos de sexualidad va a influir positivamente en otros aspectos de la vida personal, conyugal y familiar de nuestras pacientes, mejorando también la autoestima, disminuyendo la ansiedad y la depresión que pueden llegar a sentir. Todo esto afectaría en gran medida tanto a ella como a los que la rodean.
¿Se pueden cronificar las patologías relativas a la salud sexual?
Sí, se puede producir un empeoramiento progresivo, sobre todo del estado emocional. Esto influirá en las relaciones con la pareja. Hay que atajar el problema cuanto antes, pues los tratamientos son efectivos, y cuanto antes se pongan en marcha, mejor.
¿Existe una equidad de acceso a los tratamientos en todas las comunidades autónomas?
La atención de la salud sexual debería estar disponible en todas las comunidades autónomas para la prevención y el tratamiento de todos los problemas, preocupaciones y desórdenes sexuales. Existe una Estrategia de Salud Sexual del Ministerio de Sanidad para su aplicación en todo el territorio español.
¿Hacia dónde se encaminan las líneas de investigación en el tratamiento de la patología sexual?
Se están investigando nuevas estrategias terapéuticas para combatir el deseo sexual hipoactivo, incluidos métodos novedosos de administración de testosterona y medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central.
¿Cómo ha afectado la pandemia de COVID-19 a la salud sexual de la mujer?
El SARS-CoV-2 ha venido a trastocar las condiciones individuales y sociales de toda la población. Esta pandemia ha alterado el entorno y los estilos de vida, causando diferentes reacciones psicológicas que también han perjudicado a la vida sexual. Las pandemias producen angustia y acentúan los trastornos de la salud mental. El aislamiento prolongado como resultado de las medidas de confinamiento anticontagio puede dar lugar a ansiedad, depresión, ira, hastío, frustración y trastorno por estrés postraumático en algunas personas. También hay que tener en cuenta la sobrecarga laboral y doméstica de muchas de las mujeres. Todo esto repercute en la salud sexual de las personas.
¿Se han podido recopilar datos al respecto?
Sí, disponemos de datos objetivos. Según la encuesta de la SEC, realizada por Sigma2 entre más de 2.000 mujeres, durante el confinamiento disminuyeron o no tuvieron relaciones sexuales un 44 por ciento de las que contaban entre 15 y 49 años y el 54 por ciento las aumentaron o las mantuvieron a similar nivel. Se incrementaron en las mujeres de 25 a 35 años con pareja estable y siguieron a un ritmo similar con su pareja estable entre las de 35-49. En ese mismo periodo, el uso de la píldora de urgencia decayó a un 2,8 por ciento frente al 30 por ciento en 2019. En relación con el asesoramiento sobre métodos anticonceptivos en los servicios sanitarios, el 30,1 por ciento de las mujeres que lo pidieron no pudieron acceder a ellos. También hay que tener en cuenta que muchas mujeres no pudieron acceder a las consultas. La natalidad se desplomó en España, crecieron las dificultades para atender y seguir avanzando en la atención a la salud sexual y cayó de forma notable la venta de anticonceptivos. Se puso en marcha la telemedicina, ofreciendo teleconsultas, pero hablar de problemas sexuales resulta más difícil todavía a través de un acceso digital para la salud.
¿Qué relación existe entre el estrés y la salud sexual?
Los trastornos de la sexualidad están aumentando en incidencia y prevalencia año tras año, quizás por la pérdida de vergüenza para comentar estos problemas a los profesionales. Las causas pueden ser múltiples, problemas en las relaciones familiares, una educación sexual inadecuada o una experiencia sexual traumática. También influyen factores psicológicos como una anticipación al fracaso, sentimientos de culpa frente a las relaciones sexuales o una pérdida de la atracción. Además, hay que recordar que el estés disminuye el apetito y la excitación sexual.
¿Se presta atención al componente psicológico de la patología sexual?
Es un factor muy importante. De hecho, disponemos de terapias psicológicas, sexológicas y cognitivo-conductual, que abarcan a la paciente y a la pareja. Se informa a las personas acerca de aspectos teórico-prácticos relacionados con la sexualidad. A su vez es esencial en los profesionales sanitarios conocer tanto los aspectos médicos (anatomía, fisiología, neurología y endocrinología) como los aspectos psicológicos, antropológicos y las relaciones sociales.