Algunos factores modificables de riesgo cardiovascular son el alcohol y el tabaco, que están bien vistos socialmente, aunque se observa una menor permisividad, por ejemplo, entre exfumadores. Los facultativos destacan la necesidad de fomentar la prevención entre los jóvenes y los adolescentes, que cada vez…
Algunos factores modificables de riesgo cardiovascular son el alcohol y el tabaco, que están bien vistos socialmente, aunque se observa una menor permisividad, por ejemplo, entre exfumadores. Los facultativos destacan la necesidad de fomentar la prevención entre los jóvenes y los adolescentes, que cada vez se inician antes en el consumo desmedido y descontrolado de alcohol, que, además, provoca accidentes de tráfico, laborales, etc.
Respecto a las medidas higiénico-dietéticas o la práctica regular de ejercicio, los médicos consideran que son fundamentales ya que su simple cumplimiento podría evitar el uso de fármacos en algunas ocasiones o bien supondría una reducción en la dosis de antihipertensivos.
Factores de riesgo en niños, jóvenes y ancianos
En cuanto a los niños y los jóvenes, los factores de riesgo más frecuentes son la obesidad y el sendentarismo, y también el tabaquismo. La prevalencia del sobrepeso en niños aumenta en todo el mundo, y se ha relacionado con un incremento de todas las causas de morbimortalidad en la edad adulta, como dislipemias, intolerancia a la glucosa, hipertensión arterial, etc. Las medidas preventivas deben centrarse en una nutrición adecuada y la realización de ejercicio físico.
En la población anciana los factores de riesgo cardiovascular más frecuentes son la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial, el tabaquismo, la obesidad y la diabetes mellitus. Con el aumento de la edad varían ampliamente los valores medios de presión arterial, índice de masa corporal, colesterol de las lipoproteínas de alta densidad y la glucemia. Las principales medidas de prevención son la dieta, el ejercicio adecuado a las condiciones físicas y un control correcto del tratamiento.
El fracaso renal es más prevalente en los pacientes ancianos, especialmente aquellos tratados con diuréticos que predisponen a depleción de volumen y fallo prerrenal. Es necesario extremar las precauciones en pacientes mayores que estén en situaciones predisponentes a fallo renal (vómitos, gastroenteritis, altas temperaturas, etc.) para ajustar a la baja el tratamiento antihipertensivo.
Objetivos del tratamiento
El objetivo general del tratamiento no es solamente disminuir las cifras de tensión arterial, sino minimizar el riesgo, y en ese contexto se hace imprescindible evaluar y tratar todos los factores al mismo tiempo. En cuanto al tratamiento antihipertensivo, su propósito debe ser conseguir una presión arterial lo más cercana posible a la óptima sin provocar síntomas de hipotensión y siempre intervenir de forma activa para alcanzar al menos cifras inferiores a 140/90 mm Hg en todos los hipertensos. En la mayoría de los pacientes hipertensos se requieren dos o tres drogas combinadas para alcanzar los objetivos terapéuticos.
Los médicos consideran que no se puede tratar la HTA de manera globalizada, porque no se trata solo de poner un tratamiento para evitar cifras de tensión arterial elevadas. El objetivo debe ser tratar de forma individualizada al paciente en función de sus patologías y morbilidades asociadas, según su edad, función renal y la tolerancia al ejercicio.
Por ejemplo, los pacientes con diabetes deben ser tratados con IECA o con ARA II, pero suelen necesitar otros antihipertensivos. El fármaco más adecuado para asociar a estos pacientes es un calcioantagonista y si el paciente tiene un estudio de AMPA, y en función de si es dipper o no dipper, sería conveniente usarlo por la noche, antes de acostarse.
Otros tratamientos en función de la patología son:
- Colesterol: IECA/ARAII, antagonistas del calcio.
- Obesidad: IECA/ARAII.
- Antecedentes personales: IECA/ARAII.
- Antecedentes familiares: IECA, diuréticos.
- Edad: antagonistas del calcio en ancianos.
- Frecuencia cardiaca: betabloqueantes.
Han participado en la elaboración de este artículo:
María Elena Bello Martínez, Ana Torres Dorego, Alberto Chocano Higueras (cardiólogo), Vicente Álvarez Chiva (nefrólogo), Javier Fuertes Beneítez (cardiólogo), Sem Briogons Figuero (cardiólogo), Vicente Zabala Alarcia (médico de Familia), José Ramón Salinero Acevedo (médico de Familia), Carlos de Aragón Amunarriz (AP), Víctor Javier Gregorio Alcalde (AP), Juan Ignacio Morán Blanco (AP), José Ramón Rodríguez Encinar (MG), Raquel Roldán Lomba (MG), José Luis Álvarez Cuesta (cardiólogo).