El dolor es el motivo más frecuente de los pacientes en las consultas de los médicos, pero también es un factor clave en la vulnerabilidad de las personas que lo sufren, siendo los ancianos y los niños, dos de los colectivos que, con mayor frecuencia, se infratrata o se trata inadecuadamente el dolor. Sin embargo, lejos de lo que podría parecer, la mujer es otro de los grupos poblacionales especialmente vulnerables al dolor y al que, históricamente, se ha tratado menos y peor que a los hombres.
Entre los motivos que sostienen este argumento está el hecho de que se ha generalizado la tendencia a sobretratar algunos tipos de dolor en las mujeres con recursos pocos pertinentes como la analgesia, sin prescribirle fármacos terapéuticos, tal como ha subrayado la doctora Teresa Ruiz Cantero, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Alicante, en un encuentro con los medios organizado por la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR).
La doctora Ruiz ha destacado que, a menudo, existen estereotipos que entienden que los hombres son estoicos mientras que las mujeres son sensibles e histéricas, y se tiende a desconfiar y a cuestionar a las mujeres que refieren dolor crónico que se ven obligadas a estar constantemente convenciendo al médico de que su dolor es real, sobre todo si tienen buena presencia física.
“El mero hecho de que el médico sea hombre influye en la interpretación de la historia clínica de la paciente mujer, no a conciencia, sino por la manera en la que nos hemos formado”, indica la especialista. Por otro lado –asegura–, el esfuerzo terapéutico para tratar el dolor que se hace en Medicina es menor y de peor calidad en las mujeres que en los hombres. Incluso en el caso de los niños, hay datos que demuestran que los padres y los profesionales valoran como menos grave el dolor en la niña frente al dolor en el niño.
Retraso diagnóstico y terapéutico
Para poner estar afirmaciones en contexto, Ruiz ha expuesto un buen número de estudios que apuntan a esa conclusión. Desde uno de la Universidad de Dinamarca, publicado por la revista Nature, realizado a través de Big Data, se ha demostrado que de los siete millones de pacientes (hombres y mujeres) atendidos en su sistema nacional de salud, las mujeres tuvieron un mayor retraso diagnóstico en 700 enfermedades que los hombres. Solo ocurría a la inversa con la osteoporosis. Este retraso diagnóstico se explica porque la sintomatología, entre ellos el dolor, es peor detectada y diagnosticada en las mujeres, lo que deriva en enormes consecuencias que afectan a la calidad de vida de las pacientes y de exceso de gasto al sistema sanitario.
Otros estudios se relacionan con los denominados sesgos de género en la atención sanitaria, es decir, cuando se realiza un menor esfuerzo diagnóstico y terapéutico en hombres y mujeres teniendo la misma necesidad sanitaria. Para la catedrática: “El problema no está en la propia asistencia, aunque es donde se evidencia, sino que se relaciona con lo que se enseña en las facultades. No obstante, el origen real se encuentra en una generación de conocimientos sesgados provenientes de investigaciones sobre patologías, en especial las más letales, estudiadas en mayor medida en los hombres. Esto ha impedido resultados en las mujeres que han excluido las valoraciones de las diferentes expresiones de las enfermedades en este género”.
Si el dolor se mantiene se confunde el diagnóstico
Para ejemplificar el problema, la doctora Ruiz ha comentado otro estudio realizado en la Universidad de Alicante sobre la espondiloartritis que se ha evidenciado el retraso diagnóstico en la mujer de 9 años frente a los menos de 7 en el hombre. Asimismo, la media de tiempo de demora en la atención sanitaria es de 3 años en el hombre y de 7 en la mujer.
“Esta enfermedad era considerada predominantemente masculina, la denominada espondilitis anquilosante que afecta especialmente a la zona axial y a la columna vertebral; mientras que ahora sabemos que también afecta a las mujeres, pero en ellas se manifiesta principalmente en las zonas periféricas –manos y pies–, de forma que cuando una mujer va al médico con sus dolores, el médico, en general, no está pensando que puede estar ante una espondiloartritis”, ha subrayado.
“Y si el dolor se mantiene de forma continuada, se tiende a confundir con fibromialgia y otros tipos de patología (hemos detectado hasta 53 enfermedades diferentes con las que se confunde). Un diagnóstico erróneo por inercia diagnóstica o sesgo inconsciente provocado por un conocimiento sesgado que, al final, influye en la práctica clínica habitual.De hecho, solo al 11% de las mujeres se les diagnosticó la espondiloartritis como primera enfermedad, frente al 30% en el caso de los hombres”, ha añadido.
Otro aspecto de sesgo mencionado por la especialista de dolor y género de la Universidad de Alicante es igualar los resultados de los ensayos clínicos que incluyen principalmente hombres. “Ensayos en los que se prueba la eficacia y seguridad de fármacos cuyos resultados se extrapolan a las mujeres sin tener en cuenta la variabilidad hormonal femenina que puede interactuar con los medicamentos y responder con más efectos secundarios”, subraya.
El dolor en el paciente anciano
Otro de los colectivos más vulnerables en relación al dolor es el paciente anciano. Si, además, se relaciona con el incremento de la cronicidad, los datos apuntan que más del 50% de los pacientes de más de 60 años van a tener dolor crónico. En el caso de los pacientes institucionalizados, que están en residencias, este porcentaje se eleva a entre el 85% y el 90%. Por otro lado, el 15% de estos pacientes no tienen prescrito un tratamiento para el dolor, y el 85% restante siguen un tratamiento ineficaz.
A tenor de estos datos, el doctor Juan Carlos de la Pinta García, del Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y presidente de la Sociedad Madrileña del Dolor, dice: “Merece la pena insistir en la formación adecuada a los profesionales sanitarios sobre el tratamiento del dolor. De hecho, hoy en día, el tratamiento del dolor no está considerado como una asignatura en ningún plan formativo, y los médicos no están bien preparados para su tratamiento”.
Plan Nacional del Dolor
Para revertir esta situación, la SEDAR apunta como principales retos para mejorar el abordaje del dolor mejorar la formación de los profesionales sanitarios desde la base “reanalizando los programas de Bolonia en los grado de Medicina porque la formación adecuada en el grado es una magnífica oportunidad de cambiar la tendencia en el abordaje del dolor”, explica el profesor Julián Álvarez Escudero, presidente de esta sociedad científica. En su opinión es esencial reforzar y reformar el sistema para que de una respuesta adecuada a sus necesidades sin olvidar que debe ser, cada vez, más fuerte y sostenible.
Por otro lado, Álvarez ha destacado que urge la creación de un gran plan nacional que aborde el dolor y que sitúe al paciente en el centro del sistema, para lo que se necesita “una mayor sensibilidad de las autoridades sanitarias, mejorar la formación de los profesionales médicos, fomentar la investigación y mejorar el modelo organizativo”. “En general, hay una tolerancia social evidente al dolor pero, como le digo a mis pacientes –concluye el profesor Álvarez– solo es tolerable el dolor que no se padece”.
El dolor se trata menos y peor en la mujer que en el hombre por inercia diagnóstica o sesgo inconsciente
El lema del Día Mundial del Dolor de este año es ‘Contra el Dolor en Poblaciones Vulnerables’, por lo que desde SEDAR han querido poner el acento en el tratamiento del dolor en tres colectivos: niños, ancianos y mujeres
Mónica M. Bernardo
18 de octubre 2019. 1:40 pm