En varones con síntomas del tracto urinario inferior (STUI), la disparidad en los criterios de detección depende tanto de aspectos relacionados con el paciente como de los servicios sanitarios. Por un lado, “el paciente consulta por los propios síntomas urinarios, aunque algunos síntomas también los…
En varones con síntomas del tracto urinario inferior (STUI), la disparidad en los criterios de detección depende tanto de aspectos relacionados con el paciente como de los servicios sanitarios. Por un lado, “el paciente consulta por los propios síntomas urinarios, aunque algunos síntomas también los relaciona con el envejecimiento, los considera normal con la edad o no les da importancia. Es frecuente que el motivo de consulta sea la preocupación por el cáncer de próstata y el PSA. Todo ello ocasiona que el paciente acuda a la consulta con unas preocupaciones y motivos que van a hacer que el estudio realizado se dirija hacia los síntomas referidos o que el paciente dé más importancia”, detalla José Medina Polo, de la Asociación Española de Urología.
El urólogo, que ha participado en la elaboración del documento de consenso Criterios de derivación y manejo integral del paciente con STUI, también destaca que, por parte de los facultativos, la orientación de los pacientes con STUI presenta, igualmente, disparidad.
Foco de estudio
Una de las causas es que tradicionalmente el enfoque se ha realizado orientado hacia la próstata. Aunque en varones la existencia de hiperplasia benigna de próstata es una de las principales causas de los síntomas de tracto urinario inferior, existen otras muchas patologías involucradas como diabetes mellitus, patología cardiaca, patología uretral o vesical, infecciones urinarias… a lo que hay que añadir fármacos que se emplean con frecuencia, como son los diuréticos. “Todo esto hace que dichas patologías no se estudien de forma adecuada y que el tratamiento se haga centrado en la próstata”.
En su opinión, el punto en el que existe mayor disparidad es en la evaluación individualizada de los síntomas. Por ejemplo, la presencia de urgencia miccional y chorro flojo son síntomas del tracto urinario inferior; sin embargo, a la hora de establecer unas recomendaciones para cada uno de ellos van a ser distintas.
Calidad de vida
También existe disparidad en la evaluación del efecto que tienen los síntomas sobre la calidad de vida del paciente, ya que el tratamiento debe tener en cuenta sus necesidades. En este sentido, la nicturia es un síntoma que suele afectar a la calidad de vida, pero hay pacientes que desde la juventud tienen una micción por la noche que no ocasiona trastornos. Por otro lado, ante la existencia de síntomas que influyen en las actividades cotidianas es por lo que el paciente suele buscar atención.
Entre las herramientas para disminuir esta disparidad está la realización de un estudio homogéneo y similar en todos los profesionales que evalúan esta patología. Por ello, “la utilización de cuestionarios validados permite recoger y cuantificar todos los síntomas sin olvidar criterios. Sin embargo, como los STUI incluyen diversos síntomas que tienen diferente causa subyacente, deberían evaluarse por separado para individualizar el tratamiento. De igual modo, se deberían realizar algoritmos de diagnóstico y manejo conjunto que permitan homogenizar la evaluación de los pacientes”, detalla el urólogo.
Consenso
Para llegar a este consenso, es preciso la colaboración entre distintos niveles de asistencia, “ya que ello nos va a permitir tener una visión global de las necesidades del paciente. En muchas ocasiones son la farmacia o enfermería los que tienen un contacto con él en mayor profundidad y se comentan con más detalle aspectos que no se dialogan de igual modo con el facultativo”, indica Medina, quien añade que “trabajar de un modo multidisciplinar permitirá adaptar los protocolos a las necesidades y las características de nuestro sistema sanitario y nuestros pacientes”.
Esta disparidad en el diagnóstico conlleva que en muchos de ellos no se efectúe un enfoque adecuado, hecho que se relaciona con que no reciben un tratamiento óptimo. De este modo, “la eficacia del tratamiento tampoco va a ser óptima, y en ocasiones el paciente abandona el tratamiento o no lo realiza adecuadamente, ya que no tiene los efectos deseados”.
Como consecuencia, se obtienen peores resultados terapéuticos, efectos secundarios y peor calidad de vida. Así, “un buen enfoque diagnóstico permite que el tratamiento sea dirigido hacia los síntomas que realmente preocupan al paciente y focalizado a las necesidades reales”.