El mecanismo de acción es la principal diferencia entre los opioides convencionales y los opioides atípicos, junto con la tolerabilidad y las vías de activación e inactivación de dolor. Los clásicos actúan sobre todo por los receptores mu, que confieren más potencia analgésica, pero también la mayor parte de los efectos secundarios. En teoría no tienen techo analgésico, sino que son dosis-dependiente, aunque en la práctica el límite está en esos efectos no deseados que a veces condicionan la adherencia al tratamiento y la pérdida de bienestar del paciente.
De los atípicos destaca el doble mecanismo de acción que tienen para tratar el dolor neuropático. Realmente el dolor crónico ya no es nociceptivo, sino que la mayoría es un dolor mixto, y para el médico es muy importante que el tratamiento tenga acción sobre el dolor neuropático. En este ámbito, es más adecuado recurrir a los atípicos, porque tienen otras vías de acción.
Opiofobia
La posible dependencia a los fármacos opioides puede provocar cierta opiofobia, no solo entre los pacientes y sus familiares, sino también entre los propios profesionales sanitarios. En la práctica clínica estas complicaciones del tratamiento son realmente puntuales, según afirman los expertos de diversas unidades del dolor. A la hora de prescribir, hay que tener en cuenta que determinadas personas tienen predisposición a la adicción y la dependencia, por lo que debería evitarse tratamientos con opioides de liberación rápida.
En general, estos fármacos de liberación rápida se destinan solo al paciente con dolor oncológico o dolor irruptivo. En el informe médico debe constar por escrito el tipo de dolor que tiene el paciente.
Los especialistas de las unidades del dolor observan cada vez más que los médicos de Familia manejan bastante bien los opioides mayores. A los servicios especializados deberían llegar solo pacientes que pueden beneficiarse de intervencionismo o casos muy complejos. En muchas ocasiones, el ajuste farmacológico lo hace el médico de Familia, y el paciente solo tiene que acudir al hospital para hacerse las técnicas. El problema que existe es la lista de espera, que en muchos casos alcanza el año para la primera visita.
Rotación entre opioides
Los principales motivos para rotar entre opioides son la tolerancia y la falta de respuesta. La realidad clínica es que muchas veces la teoría no se corresponde con la práctica. La única forma de saber si un tratamiento le va a resultar beneficioso o no a un paciente es probarlo, y así hay que explicárselo al propio paciente. No todos los fármacos metabolizan igual y, a priori, la mejor opción es individualizar el abordaje del dolor.
El estreñimiento es la primera causa del abandono del tratamiento, y no siempre se ofrece profilaxis. Si el tratamiento comienza con dosis bajas, hay más posibilidades de que no aparezcan ni estreñimiento ni mareos. El médico puede recomendar a sus pacientes que beban más agua, hagan ejercicio de manera regular, etc., teniendo en cuenta que suelen ser pacientes muy complejos, polimedicados y que hay poco tiempo para tratarles.
Han participado en la elaboración de este artículo los Dres. Laura Alba Muñoz, médico de la Unidad del Dolor y especialista en Medicina de Familia y Comunitaria del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Madrid; Carla Iglesias Morales, del Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor del Hospital de Talavera; Alejandro Zamora García, especialista en Anestesia, Reanimación y Tratamiento del Dolor de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario Severo Ochoa de Leganés, y Sara Zapatero García, médico adjunto del Departamento de Anestesiología y Reanimación del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid.
El mecanismo de acción y la tolerabilidad, principales diferencias entre los opioides convencionales y los atípicos
Los opioides clásicos son los puramente agonistas mu, tienen más potencia analgésica y más actividad a nivel nociceptivo; los opioides atípicos, por su lado, tienen más acción a nivel neuropático
Eva Fariña
21 de junio 2019. 11:54 am