Se dice que la generación de los baby boomers, es decir, los nacidos entre los años 1946 y 1965 han marcado un antes y un después en el concepto de tercera edad. Sí, envejecen, pero no lo hacen como sus antepasados. Son personas mucho más activas, que no se resignan a las limitaciones de su cuerpo, y que buscan nuevas formas de seguir aportando vitalidad y experiencia a la sociedad. Esta es también una nueva generación de médicos jubilados, que más allá de su condición laboral, entienden que su capacidad para aportar como profesionales no tiene por qué acabarse a los 65 años.
Sin embargo, una cosa es el deseo del médico, y otra el contexto social en el que tiene que desenvolverse, ya que los cambios legislativos y el marco del sistema sanitario pueden ser a una misma vez motivo de nuevos retos u obstáculos. Se trata por tanto de un tema que lejos de quedar relegado necesita un profundo abordaje, ya que no hay que olvidar que la edad media de los médicos españoles, al igual que la de la población que atienden, es cada vez más avanzada.
Una realidad demográfica
Según datos del Informe ‘Estimación de la oferta y demanda de médicos especialistas, España 2018-2030’, la realidad de los recursos humanos del SNS ha cambiado mucho desde los años ochenta, en los que en España se licenciaban casi 30.000 médicos al año, hasta comienzos de la década de los 2000, con unos 4.200 nuevos médicos graduados cada año en las universidades españolas.
Esto supone, también, que exista una gran base de población médica de avanzada edad, proveniente de esas contrataciones masivas, y un pico de médicos jóvenes mucho más exiguo. Según los datos obtenidos en este informe, aunque el grueso de efectivos hombres sigue estando en el intervalo 50 a 59 años, en 2018 el porcentaje de mayores de 60 aumentó notablemente. En concreto, en 2018 el 29 por ciento de los médicos hombres tenían 60 o más años, frente al 21,7 por ciento de 2014. Por otra parte, en lo que respecta al porcentaje de mujeres, es cierto que solo el 13,6 por ciento de las médicas tienen más de 60 años, ya que la feminización de la profesión ha sido un fenómeno posterior. Es por ello que, según datos de 2018, el 31, 3 por ciento de las mujeres médicas son jóvenes (menos de 39 años) frente al 17,5 por ciento de los hombres. Aun así, la proporción de médicas jóvenes sobre el total también se ha reducido (en 2007 era del 36,2 por ciento), en paralelo al aumento de peso de las mayores.
Además de la propia edad de los profesionales, y del importante número de jubilaciones que se avecina, también hay que analizar qué van a suponer esas jubilaciones masivas en el Sistema Nacional de Salud. Para ello, cabe recordar el impacto de la crisis económica en los recursos del SNS desde 2009 hasta 2014. Según dicta este informe, pese a los recortes, el empleo de médicos aumentó en esos años un 7,6 por ciento. Aunque este empleo se tradujo en puestos de trabajos más precarios, y por tanto, en mayores problemas para periodos de bajas, vacaciones y otro tipo de sustituciones. De esta forma, la ratio para el total nacional es de 425,1 especialistas por cien mil habitantes. Por otra parte, teniendo en cuenta que en el SNS se adoptó en 2013 la jubilación forzosa al cumplir la edad de 65 años, la ampliación del número de médicos contratados se ha hecho por abajo, en las cohortes más jóvenes.
La cuestión del déficit de médicos podría verse por tanto no como un problema global, sino por especialidades y territorios. En este sentido, el dato más preocupante es que se calcula que el 61 por ciento de los médicos de familia se sitúa entre los 50 y 65 años, donde las jubilaciones son ya un problema real, dado el déficit de profesionales en Atención Primaria, sobre todo en el entorno rural.
Una mayor flexibilización
Ante esta realidad demográfica, el debate que se abre es el de la necesidad de hacer más flexible la jubilación de los médicos, para que esta sea más paulatina y no cree vacíos de profesionales de forma masiva.
A este respecto, durante el VIII Congreso de Médicos Jubilados, Tomás Toranzo, vicepresidente primero del Colegio de Médicos de Zamora y secretario de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) (al cierre de este número era elegido presidente del sindicato), exponía que otra de las perspectivas del problema es que “en los últimos años ha habido jubilaciones indiscriminadas y cada comunidad sigue sus propios criterios en función de sus necesidades”. Es por ello que Toranzo abogaba por que fuera el Ministerio de Sanidad el que crease una serie de criterios estables para todos los médicos de España, que incluyera diferentes perspectivas más flexibles, tanto para los profesionales que quieren una jubilación anticipada, como para aquellos que prefieren retrasar su edad de jubilación.
Respecto a una posible jubilación anticipada, Tomás Toranzo reflexionaba que la gran mayoría del personal facultativo está obligado a hacer guardias, y debido a esas jornadas obligatorias adicionales, cuando un médico llega a los 60 años ya ha hecho más jornadas que cualquier otro empleado público o trabajador que se jubile a los 65 años. En estas condiciones, pareciera lógico que existieran mecanismos para facilitar la jubilación anticipada “sin pérdida de derechos”.
Por otra parte, en cuanto al retraso de la jubilación, el secretario de CESM argumentaba en este foro que “no hay ninguna razón para jubilar a los 65 años a aquellos médicos que conservan las condiciones físico-psíquicas para poder trabajar con normalidad”. En concreto, esgrimía que “los médicos necesitan recursos para vivir como el resto de profesionales y prorrogan su estancia en los servicios porque están a gusto y por motivos retributivos”.
Un debate político
Precisamente, el debate sobre si retrasar o no la edad de jubilación de los médicos ha sido una cuestión que ha supuesto múltiples propuestas y declaraciones por parte de los representantes políticos autonómicos, y que ha causado grandes diferencias territoriales.
Como ejemplo, el pasado mes de febrero, el consejero de Sanidad de Extremadura, José María Vergeles, ante el déficit de especialistas en su comunidad autónoma, insistía en que prolongar la edad de la jubilación hasta los 67 años de los profesionales del Servicio Extremeño de Salud (SES) beneficiaría a los ciudadanos de la región. Desde su punto de vista, “los 67 años de ahora no son los de antes”, y contar con estos profesionales en activo, permitiría un “equilibrio adecuado”, y, además, contribuyendo al “recambio generacional” con los nuevos especialistas que van saliendo del sistema MIR. Pese a seguir apostando por la jubilación a los 67 años, el consejero no olvidaba que esta medida se propuso con anterioridad y fue rechaza en la mesa sectorial.
Por su parte, la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos ha reclamado en varias ocasiones, también a lo largo de este 2019, una jubilación flexible entre los 60 y los 70 años. Una medida que sí se ha tenido en cuenta en algunas autonomías. De hecho, el pasado mayo, la mesa sectorial ha llegaba a un acuerdo con el Servicio Andaluz de Salud (SAS) para aprobar la jubilación voluntaria de los médicos de Atención Primaria y de otras especialidades a los 70 años Se trata de una medida que podría beneficiar a más de 18.000 trabajadores, cerca de 2.300 en los próximos cuatro años. Para ello, la jubilación voluntaria se incorporaba como una modificación en el Plan de Ordenación de Recursos Humanos actual. Eso sí, para optar a la misma, los profesionales deberán acreditar que cuentan con la capacidad funcional necesaria para ejercer su actividad.
Posteriormente, era de nuevo José María Vergeles quien anunciaba que el Plan de Recursos Humanos del Servicio Extremeño de Salud (SES) incluiría la posibilidad de ampliar voluntariamente la edad de jubilación de los médicos extremeños hasta los 70 años de edad. Igualmente, en el mes de septiembre anunciaban que también se establecerían criterios para la actividad extraordinaria para aquellos profesionales mayores de 55 años exentos de guardias.
Retrasar la edad de jubilación si se es profesional médico también es posible en otras comunidades autónomas como Aragón, Navarra, y Castilla y León, siempre que sea el propio profesional el que lo solicite y cumpla ciertas condiciones. También existe la figura de los profesionales eméritos en la Comunidad de Madrid. De hecho, desde 2009 y hasta 2017, se han nombrado como profesionales eméritos a 21 médicos, que pueden continuar su labor hasta incluso los 75 años.
Continuar con la actividad profesional
Más allá de los mecanismos de cada región y de la ampliación de la edad de jubilación o la jubilación voluntaria, la pregunta que se hace el médico que se acerca a los 65 años es si hay alguna posibilidad de continuar con su actividad profesional en esta nueva etapa. Una pregunta que ha tenido diferentes respuestas según el marco legislativo del momento. Para conocer la situación actual, durante el 41 Congreso Nacional de Semergen, se dedicaba una mesa de debate solo con este fin, en la que participaba Javier Fernández-Costales Muñiz, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Asturias.
Tal y como aclaraba el experto, actualmente y desde 2013, existe una jubilación forzosa a los 65 años, aunque como se ha citado anteriormente, en algunas comunidades autónomas existe la posibilidad de prolongar la edad de jubilación de forma voluntaria hasta los 70 años, siempre y cuando se cumplan una serie de requisitos y se pase los controles correspondientes.
Asimismo, existe otra posibilidad, y es que el médico, pese a haber cumplido los 65 años, no haya generado todavía la cotización suficiente como para tener derecho a pensión. En este caso, existe la posibilidad de que, quedando menos de seis años para generar el derecho a prestación, se permita al profesional seguir ejerciendo, “en este caso, hasta los 71 años como máximo”.
Sin embargo, el experto centraba especialmente su discurso en aclarar las posibilidades actuales para compatibilizar la jubilación y la continuación de la actividad profesional, siempre en el sector privado. De esta forma, Javier Fernández-Costales Muñiz aportaba que además de optar por una jubilación parcial, también existe la posibilidad de seguir ejerciendo si la actividad profesional no llega al salario mínimo interprofesional, “algo que puede compensar para colaboraciones puntuales, pero quizás no tanto para mantener la actividad como tal”.
Es por ello que la principal vía es la denominada “envejecimiento activo”, por la cual es posible ejercer si se cumplen una serie de requisitos, siendo estos el haber cumplido la edad de jubilación -es decir, no ser una jubilación anticipada-, y que el porcentaje de la base reguladora sea del cien por cien. Siendo así, se podría realizar la actividad, recibiendo solo el 50 por ciento de la pensión.
Por otra parte, la reforma del régimen de autónomos de 2018 también abrió una nueva posibilidad a la que pueden acogerse los médicos, y es poder trabajar en el sector privado, y cobrar el cien por cien de la pensión, siempre y cuando el médico se acoja al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) y contrate a un trabajador a través del mismo.
Asimismo, el experto recordaba que la situación depende de cada profesional, ya que por ejemplo aquellos que estén acogidos a una mutualidad y no a la seguridad social no tendrían ningún tipo de incompatibilidad y, por tanto, podrían seguir ejerciendo.
Pese a todo ello, Carlos Fernández Benítez, médico de familia jubilado de Asturias, hacía una última reflexión en este foro, y es que los profesionales que han trabajado en la Sanidad pública, sobre todo los médicos de Atención Primaria, encuentran más dificultades para ejercer en el entorno de la Sanidad privada tras la edad de jubilación. Igualmente, se da la paradoja de que el médico que más estaba comprometido con el sistema público, optando por los regímenes de la seguridad social, en vez de por la mutualidad, resultan ser los más perjudicados a la hora de jubilarse.
Envejecimiento activo
Para poder llevar a cabo esta prolongación de la actividad profesional es necesario contar con las capacidades físicas y mentales para la misma. En este sentido, otra de las cuestiones que toma especial protagonismo en este tema es el llamado envejecimiento activo. Algo que interesa tanto a los médicos jubilados que vayan a realizar una actividad laboral con ánimo de lucro, como los que vayan a participar en cualquier otro tipo de actividad no retribuida o solidaria.
Es por ello que este fue otro de los temas abordados en el contexto del VIII Congreso Nacional de Médicos Jubilados. En esta línea, Serafín Romero, como presidente de la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial (FPSOMC), reconoció la importancia de la prevención y el fomento de la autonomía personal para lograr un envejecimiento activo.
Para ello, no es solo necesario mantener una cierta forma física a través de ejercicios moderados y hábitos saludables, sino que también es necesario cuidar la salud mental. Sobre esta cuestión, Jesús Málaga Guerrero, médico jubilado y catedrático de Psicopatología del Lenguaje en la Universidad Pontificia de Salamanca, hizo hincapié en lo favorable que es que los médicos continúen con la vida intelectual activa que han mantenido durante su vida laboral. Para ello, presentó algunos consejos e ideas como la llamada ‘Universidad de la Experiencia” y otras actividades, como los talleres de lectura, entre otros, que permiten al médico jubilado mantener su salud cognitiva en buen estado.
Por su parte, Manuela Cabero Morán, vocal de Médicos Jubilados del Colegio de Médicos de Toledo, cooperante internacional y ex vicepresidenta de la Cruz Roja, apuntó al alto nivel de bienestar y los beneficios que produce la acción solidaria en el profesional jubilado, “siendo mayores que otros factores incluyendo el nivel de ingresos, nivel de educación o el matrimonio”.
Más solidaridad entre compañeros
La última reflexión que cabe hacerse en torno a la realidad del médico cuando se jubila es precisamente su papel como paciente. Ante esta cuestión, Ángel Sánchez Sánchez, médico de familia jubilado en Murcia, intervenía en el 41 Congreso Nacional de Semergen para matizar que el médico cuando se jubila pierde no solo su actividad, sino también sus relaciones profesionales, lo que supone una mayor dificultad a la hora de consultar a los compañeros en caso de enfermedad, como ocurre con el médico en activo.
Así insistía en que “durante la vida profesional, el médico domina su entorno y sabe cómo moverse y resolverlo, pero la situación cambia al jubilarse, cuando pierde contacto diario, lo que se agudiza con el paso del tiempo”. Es por ello que concluía con una reflexión: “falta solidaridad entre compañeros con el médico jubilado enfermo”.
A este respecto, tiene especial repercusión el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME), creado en 1998, y que si bien se ocupa sobre todo del médico en activo, y tiene como principales consultas los trastornos mentales y/o adicciones, según su último informe, tiene como principales pacientes los médicos de edad más avanzada y cercana a la jubilación. Así, el colectivo más afectado es el de entre 51 a 60 años (27,8 por ciento), siendo el 42 por ciento de los casos de Medicina Familiar y Comunitaria, seguido de anestesistas (7,3 por ciento), pediatras (6,1) y psiquiatras (4,2)
Requisitos para la jubilación Si bien es cierto que hay profesionales que quieren seguir en activo, la otra gran preocupación de muchos médicos es saber cuáles son los requisitos para hacer efectiva su jubilación y qué supondrá la misma. Y es que no hay que olvidar que el médico cada vez sufre una mayor presión laboral y que continuar ejerciendo a cierta edad no es una opción ideal para todos. Con este fin, el Centro de Estudios del Sindicato Médicos de Granada elaboró un informe con toda la información que precisan los médicos que decidan jubilarse en 2019. En primer lugar, este informe explica que podrán acceder a la jubilación ordinaria por edad aquellos profesionales que tengan cumplidos los 65 años si se tienen cotizados 36 años y nueve meses o más, o tener 65 años y ocho meses con menos tiempo cotizado. Asimismo, necesitarán tener un mínimo de 15 años cotizados y 2 años deberán estar comprendidos dentro de los 15 años inmediatamente anteriores al momento de causar el derecho. Respecto a la pérdida de poder adquisitivo, desde CESM explicaban que cabe tener en cuenta que la inmensa mayoría de médicos cotiza por el tipo máximo en el régimen general para el grupo 1 (ingenieros y licenciados), que para el año 2019 es de 4.070,10 euros/mes, doce meses al año. En este régimen hay una parte importante de la nómina, sobre todo si se hacen guardias, por la que no se cotiza y por tanto no genera derechos, aunque la intención del Gobierno es quitar este tope de cotización. Teniendo en cuenta esta reflexión previa, desde CESM informaban de que en el año 201, para hacer los cálculos se utilizan las bases de cotización de los últimos 22 años (264 meses) y se dividen por 308 (así convierten las bases que se abonan en 12 pagas en bases de 14 pagas). El resultado de la operación es la base reguladora. Las bases de cotización que se utilizan se irán incrementando y en el año 2022 serán las de los últimos 25 años (300 meses y se dividen por 350). Por último, desde el Centro de Estudios del Sindicato Médicos de Granada exponían que la pensión se calcula mediante un porcentaje sobre la base reguladora y este porcentaje es variable en función de los años de cotización, aplicándose una escala que comienza con el 50 por ciento a los 15 años y que se incrementa hasta llegar al cien por cien en los siguientes periodos. Al margen de todo ello, cabe tener en cuenta otras cuestiones como la aplicación del complemento por demora, o la aplicación del complemento por maternidad u otras posibilidades de jubilación antes de la edad legal y sin que implique jubilación por invalidez, como es el caso de los funcionarios que cotizan a clases pasivas.
Requisitos para la jubilación Si bien es cierto que hay profesionales que quieren seguir en activo, la otra gran preocupación de muchos médicos es saber cuáles son los requisitos para hacer efectiva su jubilación y qué supondrá la misma. Y es que no hay que olvidar que el médico cada vez sufre una mayor presión laboral y que continuar ejerciendo a cierta edad no es una opción ideal para todos. Con este fin, el Centro de Estudios del Sindicato Médicos de Granada elaboró un informe con toda la información que precisan los médicos que decidan jubilarse en 2019. En primer lugar, este informe explica que podrán acceder a la jubilación ordinaria por edad aquellos profesionales que tengan cumplidos los 65 años si se tienen cotizados 36 años y nueve meses o más, o tener 65 años y ocho meses con menos tiempo cotizado. Asimismo, necesitarán tener un mínimo de 15 años cotizados y 2 años deberán estar comprendidos dentro de los 15 años inmediatamente anteriores al momento de causar el derecho. Respecto a la pérdida de poder adquisitivo, desde CESM explicaban que cabe tener en cuenta que la inmensa mayoría de médicos cotiza por el tipo máximo en el régimen general para el grupo 1 (ingenieros y licenciados), que para el año 2019 es de 4.070,10 euros/mes, doce meses al año. En este régimen hay una parte importante de la nómina, sobre todo si se hacen guardias, por la que no se cotiza y por tanto no genera derechos, aunque la intención del Gobierno es quitar este tope de cotización. Teniendo en cuenta esta reflexión previa, desde CESM informaban de que en el año 201, para hacer los cálculos se utilizan las bases de cotización de los últimos 22 años (264 meses) y se dividen por 308 (así convierten las bases que se abonan en 12 pagas en bases de 14 pagas). El resultado de la operación es la base reguladora. Las bases de cotización que se utilizan se irán incrementando y en el año 2022 serán las de los últimos 25 años (300 meses y se dividen por 350). Por último, desde el Centro de Estudios del Sindicato Médicos de Granada exponían que la pensión se calcula mediante un porcentaje sobre la base reguladora y este porcentaje es variable en función de los años de cotización, aplicándose una escala que comienza con el 50 por ciento a los 15 años y que se incrementa hasta llegar al cien por cien en los siguientes periodos. Al margen de todo ello, cabe tener en cuenta otras cuestiones como la aplicación del complemento por demora, o la aplicación del complemento por maternidad u otras posibilidades de jubilación antes de la edad legal y sin que implique jubilación por invalidez, como es el caso de los funcionarios que cotizan a clases pasivas.