Las guías de práctica clínica son un conjunto de recomendaciones basadas en una revisión sistemática de la evidencia científica a través de la que se evalúan los riesgos y beneficios de las diferentes alternativas, siempre con el objetivo de la optimización de la asistencia sanitaria a los pacientes.
Esta herramienta juega un papel fundamental en la toma de decisiones, al ordenar y recopilar el conocimiento científico disponible, a través de revisiones bibliográficas, lo que reduce la incertidumbre entre profesionales y variabilidad de la práctica clínica. No suponen un conjunto de normas rígidas, sino que se caracterizan por su flexibilidad y aplicabilidad clínica. En el caso de los pacientes con hipertensión arterial, aparte de mejorar la calidad de la atención sanitaria a los mismos, contribuye a reducir las complicaciones cardiovasculares.
Su elaboración es lenta y compleja, y no existe un proceso sistematizado en su actualización. Esta se realiza cuando se acumula suficiente evidencia en la literatura médica como para cambiar algunos aspectos de la práctica clínica en una determinada patología. Las últimas actualizaciones europeas relativas a la hipertensión arterial (HTA) se han producido en el año 2003 y en 2007.
Se trabajan en grupos de expertos
Las guías se trabajan de manera rigurosa y metódica a partir de grupos de expertos seleccionados por la sociedad científica implicada en su redacción, que han sido seleccionados por su experiencia en el tema y que no presentan conflictos de intereses. Cada miembro tiene asignada una tarea concreta y las conclusiones obtenidas por cada uno de ellos sobre la temática elegida se someten a consenso por parte del grupo, en múltiples reuniones, para posteriormente ser revisadas por los coordinadores antes de su publicación.
La percepción y experiencia de los profesionales sanitarios y los pacientes ayudan a identificar cambios que se producen en la práctica clínica diaria y que habitualmente son recogidos en las guías, que se ajustan bastante a la situación que se vive cada día en las consultas. Por tanto, es importante tener en cuenta la visión de los pacientes en el desarrollo de las guías prácticas de la hipertensión arterial, planteándose la posibilidad de incorporarlos en el grupo colaborador en su elaboración.
También es recomendable que exista una versión de la guía para el paciente, para facilitar el seguimiento de las recomendaciones, así como la toma de decisiones compartida, y promover la mejora de la comunicación entre médico y paciente.
Los objetivos que persiguen las sociedades científicas que tanto en el ámbito nacional como internacional elaboran guías para el tratamiento y control de la HTA refuerzan la importancia del adecuado diagnóstico, seguimiento y clasificación de los pacientes hipertensos.
En HTA, las directrices cuentan con consenso, aunque hay profesionales que opinan que este es insuficiente, al considerar que las recomendaciones son excesivamente genéricas y no se adaptan a las circunstancias concretas de una población determinada y no se debaten con el médico clínico lo suficiente.
En general, sobre todo las europeas, son exhaustivas, abarcando los múltiples aspectos en el manejo de la enfermedad, y al mismo tiempo claras y didácticas; sin embargo, debe hacerse un esfuerzo para simplificarlas y homogeneizarlas. Hay algunas cuyas recomendaciones se basan en estudios con un tipo de pacientes muy seleccionados que no siempre coinciden con la práctica clínica.
Algunos profesionales perciben que las guías sobre esta patología carecen de los casos de alta complejidad o pluripatologías de manejo conjunto en atención especializada y primaria, que suelen resolverse ajustándose a la evidencia. También se echan de menos las opciones de manejo hasta dosis máximas/mínimas según patologías y dosis óptimas de control.
Aplicación de las guías
Una vez elaborada, debe ponerse en marcha su aplicación, que tiene que tener en cuenta las características de la población (como el sexo, la edad, la etnia, el nivel socio cultural, los recursos económicos o las creencias), así como los recursos de los que se dispone, las posibles barreras o elementos facilitadores.
En ocasiones, la falta de tiempo y sobrecarga de trabajo pueden limitar su aplicación práctica, y a veces también cuesta cambiar hábitos de prescripción, debido a la inercia terapéutica. Otra de las dificultades es que los centros de salud no siempre disponen de todos los elementos tratamientos, aparataje o fármacos que recogen las guías. El profesional, que es quien mejor conoce a su paciente, deberá aplicarlas adaptándolas a sus necesidades y a los medios disponibles.
Aportación de enfermería y farmacéuticos
Existe la opinión generalizada de que los profesionales de enfermería y farmacéuticos realizan una importante aportación en la aplicación de las guías de HTA. Ambos tienen un contacto directo y prolongado con el paciente, lo que permite reforzar sus intervenciones y ofrecer una visión más amplia de su situación real.
Los primeros juegan un papel fundamental en su diagnóstico y seguimiento, así como en el control de objetivos, y su colaboración es indispensable en la implementación de medidas no farmacológicas, relacionadas con cambios de estilo de vida, y en educación para la salud y autocuidado.
La farmacia es un lugar frecuente de toma de la presión arterial, útil para el diagnóstico y seguimiento de la HTA. El papel del farmacéutico en la adherencia al tratamiento es muy destacado, así como en la detección de interacciones y efectos secundarios y como refuerzo a la explicación que se ofrece desde las consultas.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores María Angustias Abad, Mª Carmen Martín, Carina Álvarez de Mon, Carlos Balsalobre, Mª Angeles Prieto, Andrés Santoyo, Francisco Matador, César Augusto Cueva, Antonio Prieto, Juan Carlos Moreno, Luis Enrique Morales, Montserrat Rivera, Alfredo Correa, Ezequiel Arranz, Luis Antonio Vigil, Manuel López, Rafael García, Elena Refoyo y Aquilino Javier Sánchez.
El reto de adaptar las guías clínicas en HTA al día al día de las consultas
Laura Jordán
4 de enero 2018. 2:24 pm