Entre un 20 y un 30% de los pacientes diabéticos en las consultas son menores de 50 años. Factores como el sobrepeso y obesidad, la falta de ejercicio físico, el sedentarismo y las malas prácticas alimenticias hacen que el diagnóstico de la diabetes mellitus sea más frecuente en pacientes cada vez más jóvenes. El problema en este tipo de pacientes no es tanto el tipo de tratamiento que necesitan como las complicaciones que pueden surgir y que se asocian muy directamente a los años de evolución de la enfermedad.
En cuanto al sexo, están bastante igualados, aunque hay más incidencia en mujeres que en hombres, y una mayor prevalencia en el medio urbano que en el rural.
También hay que recordar que entre las enfermedades concomitantes más frecuentes está la hipertensión arterial y la dislipemia, lo que hace que tengan un riesgo coronario mayor que la población general. Las complicaciones crónicas pueden reducirse de manera significativa mediante el control adecuado de la glucemia, y, de los factores de riesgo cardiovascular asociados.
Aunque se necesitan varios años para que los pacientes desarrollen las complicaciones, padecerlas desde una edad temprana hace que los pacientes vivan más años con niveles elevados de glucosa en sangre y, como no presentan síntomas, el trastorno avanza causando daño a diversas estructuras del organismo.
Así, en las consultas se diagnostican muchos pacientes asintomáticos, de ahí la gran importancia que tiene seguir los protocolos marcados para desenmascarar la enfermedad y coger su evolución a tiempo.
Detección rutinaria
Hay que tener en cuenta que el origen y la etiología suele ser muy diversa, pero está siempre asociada a la existencia de alteraciones en la secreción de la insulina, de la sensibilidad a la acción de la hormona o de ambas. Una cantidad importante de pacientes desconocen su enfermedad, con lo que no se tratan de la misma. La mayoría de los casos se detectan en controles rutinarios de salud, ya que, muchas veces, no existen síntomas en los primeros años de la enfermedad. Así, los síntomas más frecuentes suelen ser la pérdida no explicada de peso, poliuria (micción frecuente), polidipsia (aumento de la sed), polifagia (aumento del hambre), además de cansancio persistente, lo que se conoce como las tres P de la diabetes.
Sin embargo, durante los primeros años de evolución de la enfermedad los niveles de glucosa no suelen ser excesivamente elevados; de ahí que la DM no suele presentan síntomas claros y definidos, incluso pueden pasar desapercibidos.
Más activos y peores cumplidores
En líneas generales, los pacientes diabéticos menores de 50, si se comparan con la actitud de los pacientes ancianos, tienen mayor disposición para realizar actividad física y normalmente no tienen otras patologías asociadas que pudieran hacer más difícil y complicado el control de su diabetes. Sin embargo, dichos pacientes son menos cumplidores en la toma de la medicación pautada.
El control óptimo de la glucemia y de los factores de riesgo cardiovasculares asociados resulta muy efectivo para reducir la morbimortalidad en el diabético. No obstante, a pesar de los importantes avances terapéuticos de los últimos años, aún se está lejos de obtener resultados óptimos.
Además, la medida del cumplimiento terapéutico del paciente diabético en la práctica clínica es inexacta, ya que no existe ningún método infalible que garantice que el paciente esté tomando correctamente la medicación prescrita. El cumplimiento terapéutico en la DM2 es crucial para tratar de alcanzar los objetivos terapéuticos establecidos en las diferentes guías.
Uno de los problemas con los que se enfrentan los especialistas es que los pacientes no suelen ser conscientes de los riesgos que tienen. En un principio, cuando se diagnostica la enfermedad suele aparecer cierto temor, pero a medida que va pasando el tiempo se observa que ese temor desaparece lo que equivale a llevar un control menos estricto en la evolución y desarrollo de la enfermedad.
Controlar complicaciones
Al hablar de la toma de medicación, también se cumplimenta de forma menos satisfactoria que en el paciente mayor. Es evidente que el cumplimiento por parte del paciente es fundamental para controlar la patología y evitar o retrasar lo más posible las complicaciones asociadas. De todas formas, no se dispone de unos métodos que determinen si el paciente diabético cumple o no con su tratamiento. Los métodos de medición indirectos evalúan el cumplimiento terapéutico según a la información facilitada por el paciente u otras estimaciones, como es el recuento de comprimidos. La receta electrónica permite saber con certeza si el paciente ha adquirido la medicación en la farmacia. Ahora bien, esto no garantiza que el paciente tome la medicación, aunque sí permite conocer a los incumplidores que no acuden a la farmacia.
En este contexto, hay que tener en cuenta que el ejercicio físico y la dieta son componentes importantes en el manejo de la DM2. El ejercicio físico practicado con regularidad es un elemento esencial para el mantenimiento de unas condiciones óptimas de salud, ya que ejerce un efecto preventivo sobre diversas enfermedades cardiovasculares, puesto que supone un incremento del gasto energético. El sedentarismo es considerado un factor de riesgo cardiovascular.
El ejercicio físico es beneficioso porque contribuye a aumentar el consumo de glucosa y a vaciar los depósitos grasos, y cuando se realiza de forma asidua, permite una reordenación del metabolismo que produce cambios beneficiosos para la salud.
Control del peso
Un primer aspecto importante de la DM2 es controlar el peso y el IMC. Por lo tanto, si el ejercicio físico y el deporte se realizan con un cierto nivel de intensidad, a diario y aumentando progresivamente su grado de dificultad, además del aumento del gasto calórico que ayuda a la pérdida de peso, se producen una serie de modificaciones metabólicas y hormonales beneficiosas.
Por eso, una modificación importante y favorable que se puede conseguir con el ejercicio es la reducción de la resistencia a la acción de la insulina, que es un factor importante en los diabéticos y que condiciona su tratamiento y evolución de la enfermedad.
Porque el primer cuidado de la diabetes es controlar el peso, y sobre todo el perímetro abdominal y el IMC. Así, la alimentación es un pilar fundamental en el tratamiento de la diabetes. No existe una dieta estándar para diabéticos, porque debe individualizarse teniendo en cuenta la edad, el peso, el sexo y el grado de actividad de cada paciente. Los objetivos en la alimentación del paciente diabético pasan por reducir las fluctuaciones de glucemias postprandiales, prevenir y tratar las hipoglucemias, conseguir y mantener un peso adecuado y contribuir a prevenir las complicaciones.
Pautas farmacológicas
Con respecto al tratamiento farmacológico, la metformina es la primera elección de terapia en ausencia de contraindicaciones debido a su perfil de seguridad y beneficio cardiovascular. El principal efecto secundario de este fármaco es el gastrointestinal tipo diarrea, náuseas o sensación de plenitud. Si pasados tres meses desde el inicio del tratamiento con metformina no se logra alcanzar los objetivos terapéuticos que perseguimos, evaluamos añadir otros fármacos.
También están los inhibidores de la dipeptil peptidasa-4. Su mecanismo de acción es a través de la inhibición de la enzima que inactiva las hormonas incretinas. Estas hormonas son liberadas por el intestino a lo largo del día y sus niveles aumentan en respuesta a las comidas.
Otro grupo terapéutico lo conforman los agonistas péptido glucagón (GLP-1) son análogos de acción prolongada del péptido similar al glucagón. Resultan muy útiles en pacientes obesos o con un IMC menor que se benefician al perder peso.
En muchos casos es necesario combinar fármacos para el tratamiento de la enfermedad diabética. En primer lugar, porque al tener diversos mecanismos de acción permite individualizar mejor el tratamiento y, en segundo lugar, porque la propia evolución de la diabetes, debido a un progresivo deterioro de la función pancreática, no permite el adecuado control en la mayoría de los pacientes con un solo fármaco. Cuando no se llega al control glucémico con la medicación oral, habría que optar por la insulinización.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Gerardo Iglesias Lobejón, César Sánchez Castro, Florencio Martín Hernández, César A. Romero García, Francisco Javier Gómez San Miguel y Ramón Suárez Prado, del Centro de Salud San Roque, en Vilagarcía de Arousa; los especialistas en Medicina de Familia Dolores Recarey García, María Cruz Grandal Amor, Manuel Antonio Ramos Rodríguez, María Victoria Castro Ocampo, Francisco Cenalmor Palanca y José Manuel Villar Freire, del Centro de Salud Fontenla, en Ferrol; María Coral Elena Güemes Vázquez, Miguel Ángel González Núñez y Federico Iglesias Fernández, del Centro de Salud Ortigueira, La Coruña, y Ciriaco Varela Rotger, Carlos Barreiro Mourentan, Juan Antonio López Villasante, Andrés García Cabana yJosé Eduardo Fraga Cabado, del Centro de Salud Pontecarreira.
El sobrepeso y la falta de ejercicio favorecen la diabetes 2 en menores de 50 años
Clara Simón
23 de abril 2018. 10:53 am