¿Qué novedades destacaría en el abordaje del dolor infantil? Los avances están relacionados fundamentalmente con el tratamiento multidisciplinar. Desde hace mucho tiempo sabemos que es la mejor terapia posible actual para el dolor crónico infantil. Por una parte, los avances se están produciendo en el…
¿Qué novedades destacaría en el abordaje del dolor infantil?
Los avances están relacionados fundamentalmente con el tratamiento multidisciplinar. Desde hace mucho tiempo sabemos que es la mejor terapia posible actual para el dolor crónico infantil. Por una parte, los avances se están produciendo en el desarrollo farmacológico, intentando analizar qué efectos tienen ciertas moléculas cuando se utilizan con esta población. Hasta ahora no teníamos fármacos que fueran suficientemente precisos y adecuados para la edad infantil. Por otra parte, se están produciendo una serie de desarrollos tecnológicos, y se intenta acercar el tratamiento a la población que lo necesita utilizando las nuevas tecnologías de la información y comunicación. En este caso, es particularmente relevante el uso de las aplicaciones móviles, que han demostrado su eficacia.
¿Cuáles son las principales dificultades para tratar el dolor en los niños?
El dolor es una experiencia subjetiva y, por tanto, no tenemos ningún parámetro que nos permita objetivarla. La mejor opción es el autoinforme de la persona que lo está sufriendo. En el caso de los niños, disponemos de escalas muy simples de utilizar y que funcionan, es decir, los registros de información que proporcionan son válidos y fiables, y son sensibles al cambio. La cuestión es que estas escalas desgraciadamente no siempre se utilizan. Al parecer, la información de la que disponemos no llega a todos los profesionales. Necesitamos una labor de educación.
¿Por qué no siempre se emplean las escalas para medir el dolor de los niños?
Las escalas no se emplean en todos los casos, y esto es algo desafortunado, porque tenemos escalas que han demostrado su utilidad, son válidas y fiables, tenemos esta información en población española, es decir, ya no tenemos que recurrir a lo que sucede en Estados Unidos. Creo que el motivo no es la falta de concienciación, sino, posiblemente, falta de información. Un problema que solemos tener los investigadores es hacer llegar la información que se genera en los laboratorios al ámbito clínico y, además, que el clínico profesional que atiende a esta población se dé cuenta de que esto es importante. Falta esta traslación.
La crítica tiene que ser a nosotros mismos, a los investigadores, que no somos capaces de transmitir, de hacer llegar esta información y a los que la deben utilizar, quizás no se preocupan suficiente para ir a buscar esta información, igual tampoco saben dónde buscarla; por tanto, la solución al problema tiene que pasar por una colaboración de todos, de los investigadores, los clínicos, las sociedades especializadas.
¿Cree que también falta una mayor actualización de conocimientos para los médicos?
Así es. En 2018 presentamos el estudio ‘Tratamiento del dolor crónico infantil en España’, en el que participaron pediatras y médicos de Atención Primaria. El 86% de los pediatras y el 80% de los médicos de Atención Primaria encuestados reconocieron que tenían graves carencias de formación.
¿Piensa que también puede haber un problema de concienciación?
Es un problema muy complejo, y tiene que ser por diferentes causas, seguro que es por falta de formación, porque los mismos especialistas nos lo están diciendo, pero es que, además, tenemos datos muy recientes de la cantidad de horas que se dedican a formación en dolor en cada una de las especialidades sanitarias, y es para echarse las manos a la cabeza, es un escándalo. No es un problema exclusivo de España, sino también a nivel internacional. Sucede lo mismo en Canadá o en Estados Unidos, que son los países más avanzados en la formación sobre dolor. Aparte, la sensibilización ciertamente también es un problema, y a todos los niveles.
¿Por qué opina que falta sensibilización para tratar el dolor infantil?
Es un problema de la población, en general, y también de los propios profesionales, aunque es verdad que las cosas están cambiando. Hasta hace muy poco en los congresos de la Sociedad Española del Dolor y de la Asociación Española de Pediatría no había mesas específicas del dolor infantil. Esto denota el nivel de interés. Otro ejemplo lo tenemos en el Ministerio de Sanidad, que ha creado una comisión dedicada específicamente al dolor, y ninguno de los especialistas está relacionado con el dolor infantil; sin duda, falta sensibilización. Por tanto, para resolver esta falta de atención al dolor infantil se requiere una actuación conjunta de los investigadores, los especialistas, las sociedades científicas y también los agentes que se encargan de la gestión sanitaria.
¿Cuáles pueden ser las consecuencias?
El estudio sobre el impacto del dolor crónico indica que cerca del 6% de la población juvenil tiene graves problemas de discapacidad asociados al dolor crónico, lo que supone que en España alrededor de 300.000 niños y niñas de entre 10 y 18 años desarrollan graves problemas de discapacidad, y más del doble están en situación de riesgo de tener este tipo de problemas. Todos los informes señalan que el mejor tratamiento posible es el multidisciplinar, pero ¿qué estamos haciendo como sociedad para atender esta necesidad? La verdad es que muy poco.