Las enfermedades cardiovasculares son responsables de un 30 por ciento de los fallecimientos cada año y la causa más importante de muerte en todo el mundo es la enfermedad cardiovascular de origen arteriosclerótico. Hay que tener en cuenta que la patología cardiovascular abarca desde los factores de riesgo, como obesidad, hipertensión arterial, diabetes y dislipemia, a la lesión subclínica de órgano diana, que abarca la hipertrofia ventricular izquierda, la microalbuminuria' hasta las fases clínicas de enfermedad cardiovascular establecida, como son la cardiopatía isquémica, la insuficiencia cardiaca y el ictus. Teniendo en cuenta todos estos datos, hay que hacer hincapié en que el adecuado control de los factores de riesgo cardiovascular consigue enlentecer la progresión de estas patologías e incluso puede conseguir que las lesiones regresen a fases más iniciales de las enfermedades cardiovasculares.
Y es que la acumulación de anormalidades metabólicas y factores de riesgo en enfermedades cardiovasculares se ha denominado síndrome de resistencia a la insulina. De hecho, en el estudio Botnia se puso de manifiesto que la mortalidad de origen cardiovascular era seis veces mayor en los sujetos con este síndrome. Por eso, junto con las medidas farmacológicas hay que incidir en la dieta y un programa de ejercicio físico individualizado que se pueda practicar de forma regular diariamente.
Pacientes añosos
Los expertos recuerdan que no existe duda de que el envejecimiento poblacional contribuye de forma importante al aumento de las tasas de morbimortalidad, la arterioesclerosis y, por tanto, el riesgo cardiovascular. No obstante, existen otras causas o factores modificables sobre los que se puede intervenir y que podría disminuir la alta prevalencia y mortalidad. Entre ellos, podíamos añadir a los ya mencionados el tabaco, el sedentarismo y estrés crónico cuya frecuencia aumenta de forma importante en todos los grupos de edad, aunque asistimos de forma preocupante al aumento de las tasas de dislipemia y obesidad infantil debido a los cambios en la alimentación con pérdida de elementos cardiosaludables de la dieta mediterránea y la falta de ejercicio físico. En esta línea, se ha establecido el concepto de diabesidad como una de las epidemias y problemas de salud pública más importantes en este siglo en el mundo occidental.
Prevención
Ante esta situación, se propone la necesidad de implementar medidas preventivas primarias, donde una buena educación sanitaria, ya desde los colegios, es clave. Estas medidas estarían basadas en la promoción de estilos de vida saludables, como promover el abandono del tabaco, evitar la exposición pasiva al humo del tabaco, la realización de 30 minutos diarios de actividad física (usar las escaleras, caminar, ir en bicicleta'), aumentar el consumo de frutas y verduras, reducir el consumo de grasas saturadas, azúcar y sal y limitar el consumo de alcohol.
Pero sobre todo, el paciente diabético debe tomar conciencia del riesgo cardiovascular que tiene, no sólo por la diabetes, sino por el resto de factores de riesgo cardiovascular. El 80% de las muertes de los pacientes diabéticos se deben a complicaciones arterioscleróticas, el 75% por cardiopatía isquémica, muy por encima del resto de complicaciones agudas o crónicas, hasta el punto de que se ha considerado la diabetes como una enfermedad cardiometabólica. Por eso, su médico tiene que hacerle ver mediante casos prácticos, con ejemplos de otros pacientes en situación similar, las consecuencias de no llevar un control de su enfermedad, porque la presencia de diabetes conlleva un aumento de riesgo cardiovascular y se estima que un 50 por ciento de la mortalidad por esta enfermedad se debe a causa cardiovasculares (infarto de miocardio y accidentes cerebrovasculares). Así, necesario evaluar y marcarse unos objetivos de control glucémico y de la presencia de complicaciones micro y macrovascurates, sin olvidar la función renal y las hipoglucemias.
Tratamiento
En cuanto al tratamiento de estas últimas en el paciente diabético con elevadas complicaciones cardiovasculares hay que tener presente que el objetivo no solo debe ser mantener unas glucemias adecuadas si no tratar de forma global los factores de riesgo para frenar las complicaciones cardiovasculares. El uso de los tratamientos combinados tanto para el control de la glucemia como de la dislipemia y la tensión arterial son muy eficaces y, además, aseguran un mejor cumplimiento terapéutico, sobre todo en pacientes ancianos.
En este contexto, las recomendaciones de control glucémico deben mantener el objetivo de HbA1c menor de un 7 por ciento para la mayoría de pacientes aunque en algunos diabéticos de corta de evolución, esperanza de vida larga y sin presencia de enfermedad cardiovascular y siempre sin hipoglucemias significativas se intentaría una HbA1c menor al 6.5 por ciento. Por el contrario, en pacientes con historia de hipoglucemias graves, esperanza de vida limitada y complicaciones microvasculares o macrovasculares avanzadas el objetivo no es tan riguroso.
Tal y como recuerdan los especialistas, el uso de nuevos fármacos iDPP4 durante más de 10 años, parece corroborar el efecto protector sobre la célula beta pancreática, ya que la mayoría de los pacientes han mantenido niveles de glucemia sin necesidad de incrementar el uso de otros fármacos con la garantía de que no suponen ningún efecto desfavorable para la seguridad cardiovascular.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores médicos de familia Serafín Moral Vargas, Ammonia Cobo Rodrigo y Benito Delgado Domínguez, de Cuenca. Ana María Huertas Velasco, Rosa María García Martín y Belén Martínez Urroz, del Centro de Salud Miguel Servet. Juan Solera Albero, Tomas Soler López, José Manuel Lorenzo Lorenzo, Ignacio Martí Romera, Miguel Ángel Martínez Vergara, Carlos García Culebras, Ángel García Serrano, Diego Navarro Valero, María Carmen Sánchez Castaño, Magaly Auxiliadora Vega Miguel, Ana María Galdámez Núñez y Victoria Moya Cantarell, de Albacete. María Isabel Domínguez Macías, Elena Villalva Quintana, Roberto Martínez Riazuelo, José María Martín Moros y Cruz Rodríguez Sánchez.