En muchas ocasiones, los estudios de las distintas enfermedades no consideran las diferencias entre ambos sexos. Incluso, históricamente las mujeres han sido excluidas en la selección de individuos para la realización de las investigaciones médicas. Las consecuencias de este paradigma es que
las mujeres suelen ser diagnosticadas tardíamente, o incluso, son infradiagnosticadas e infratratadas.
Así se ha puesto de manifiesto en el marco del 43º Congreso Nacional de Medicina Interna de la SEMI. Juana Carretero Gómez, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna exponía más datos al respecto. “En un gran número de enfermedades, el hecho de ser mujer es un condicionante en cuanto a factores de riesgo. Por ejemplo, en el caso de enfermedad coronaria, la
diabetes tipo 2 es un componente que incrementa la mortalidad de las mujeres en más de un 58 por ciento respecto a los hombres. Ser mujer es relevante también en otras patologías, como en
el accidente cerebrovascular isquémico. Este es
prevalente en las mujeres en un 87 por ciento. Asimismo, ellas tienen
un riesgo 45 por ciento superior al de los hombres de sufrir hemorragias subaracnoideas”.
En este encuentro, también se abordó el papel de las mujeres internistas dentro de su propia profesión. Las mismas, en ocasiones están infrarrepresentadas en áreas de liderazgo dentro del sector, en la autoría de artículos y desarrollo de las investigaciones, en las reuniones profesionales. Incluso, muchas veces ni siquiera son tomadas en cuenta como oradores, en la misma proporción que sus compañeros varones.
Mujeres infradiagnosticadas e infratratadas
En el hecho de que las mujeres estén infradiagnosticadas e infratratadas influyen muchas causas. De hecho, cuando se trata de la salud de las mujeres, no solo es necesario considerar factores netamente biológicos, como la edad, el ciclo menstrual o la menopausia. También son claves otras condiciones de género y sociales, como pueden ser el rol familiar, el nivel cultural y económico, la carga de trabajo en el hogar o la percepción de las pacientes sobre sus propios síntomas.
De esta forma, los especialistas coincidieron en que
es fundamental que las nuevas investigaciones y la aplicación de los tratamientos, tengan un enfoque segmentado tanto de las diferencias de sexo —a nivel de anatomía como de fisiología— como en relación a las diferencias de género —factores sociales, económicos, educativos y culturales, entre otros.
“Esta es una de las prioridades en innovaciones de género”, incidía Carretero. “Tanto es así que diversos grupos internacionales están trabajando para revertir la inequidad de género en la salud de las mujeres.” Tal y como comentó, una de las iniciativas más trascendentales es la de la OMS. Así, la investigación y equiparación en la salud de los géneros es una de las metas de la Agenda 2030.