La disfunción eréctil y la sintomatología del tracto urinario inferior comparten una serie de factores de riesgo que predisponen a padecer aterosclerosis, isquemia o neuropatías. También existe una fuerte asociación entre la gravedad de la patología prostática y la incidencia de la disfunción eréctil.
Ambas condiciones pueden tener una causa fisiopatológica común, como la disminución de aporte sanguíneo en pene y próstata. Con la Inhibición de la enzima fosfodiesterasa 5 (PDE-5), el músculo liso (presente en vejiga, pene y próstata y predominante en su zona transicional) se relaja, aumentando la perfusión sanguínea, lo que puede ayudar a aliviar los síntomas de la hiperplasia benigna de próstata (HBP), así como la consecución de la erección.
Enfermedad de Peyronie
La enfermedad de Peyronie se asocia, en muchas ocasiones, con la disfunción eréctil, por lo que es frecuente tener que prescribir tratamientos para la misma.
En los casos en los que son necesarios realizar una intervención quirúrgica para corregir la incurvación peneana, la disfunción eréctil puede aparecer como secuela del tratamiento quirúrgico. Para esta situación, el arsenal terapéutico incluiría los fármacos IPDE5, la prostaglandina tópica intrauretral o inyectable o los tratamientos combinados.
Priapismo
Otra de las enfermedades que hay que considerar es el
priapismo. Es una erección anormalmente prolongada, más de 4 horas, que no es resultado del deseo sexual ni de la estimulación. Hay varios tipos: arterial, de alto flujo o no isquémico con erección no dolorosa. En el 95% de los casos se tarta de un priapismo venooclusivo, de bajo flujo o isquémico como consecuencia de la obstrucción del drenaje venoso del pene y la escasez o ausencia de entrada de sangre arterial. Al acumularse la sangre no oxigenada se produce muerte celular y fibrosis con una disminución eréctil permanente.
En este caso el tratamiento es urgente a partir de la cuarta hora. Tiene distinta etiología, como la inyección de drogas vasoactivas, idiopáticas, fármacos, drepanocitosis y otras discrasias sanguíneas.
Insuficiencia renal
Los pacientes con insuficiencia renal suelen padecer otras patologías concomitantes, generalmente de riesgo cardiovascular, que conllevan, en muchas ocasiones, problemas de disfunción eréctil. Además, suelen ser polimedicados, entre otros con fármacos con hipotensores, lo que agrava más su situación respecto a la función eréctil. Por eso, los tratamientos orales con IPDE5 pueden estar contraindicados o deben tomarlos con mucha precaución.
La prostaglandina tópica o intrauretral puede ser una buena opción en estos casos, puesto que son pacientes con tratamientos antiagregantes plaquetarios o anticoagulantes, en los que las inyecciones intracavernosas de prostaglandina pueden ser de difícil manejo e, incluso, puede haber problemas de sangrados y hematomas que requieran medidas quirúrgicas para solucionarlos.
Diálisis
En los pacientes en diálisis hay que tener en cuenta que la erección está relacionada con la producción de óxido nítrico, a través de los estímulos nerviosos que llegan al endotelio de las células del músculo liso de los cuerpos cavernosos, por la vía de neuronas no adrenérgicas y no colinérgicas.
La disfunción eréctil se debe a la hipotensión por la diálisis y por las condiciones asociadas a su insuficiencia renal.
El óxido nítrico actúa sobre el guanosín monofosfato cíclico (cGMP), que produce la relajación del músculo liso de las arterias cavernosas y la erección. Así, una disminución en la síntesis y liberación de óxido nítrico condiciona la disfunción eréctil.
En estos casos, los tratamientos orales hay que manejarlos con precaución y estar en contacto con los nefrólogos por si fuera preciso un ajuste de dosis y un seguimiento más estrecho, según el protocolo de diálisis de cada paciente. Los tratamientos tópicos intrauretrales suelen ser más seguros en este tipo de pacientes.