A más del 95 por ciento de los pacientes no se le ofrece la posibilidad de llevar a cabo un diagnóstico molecular
24 de septiembre 2020. 1:27 pm
Uno de los principales avances en cáncer de tiroides es la aparición de más fármacos dirigidos a alteraciones moleculares concretas. Gracias a los mismos se ha ganado en precisión y en calidad de vida. Pero para poder administrarlos es necesario contar con test genómicos que…
Uno de los principales avances en
cáncer de tiroides es la
aparición de más fármacos dirigidos a alteraciones moleculares concretas. Gracias a los mismos se ha ganado en precisión y en calidad de vida. Pero para poder administrarlos
es necesario contar con test genómicos que identifiquen estas alteraciones en los pacientes. Sin embargo, la realidad es que
a más del 95 por ciento no se le ofrece la posibilidad de llevar a cabo un diagnóstico molecular. Así lo afirma Enrique Grande, jefe del Servicio de Oncología Médica de MD Anderson Cancer Center Madrid.
Por ello, y con motivo del del Día Mundial del Cáncer de Tiroides, el experto insiste en que es necesario incorporar los test genómicos en el cáncer de tiroides. “Si no identificamos a los pacientes con estas alteraciones moleculares, no podemos saber si el paciente se puede o no beneficiar de estos tratamientos”. Todo ello supone
una pérdida de oportunidad.
Según Enrique Grande, uno de cada cinco pacientes con cáncer de tiroides metastásico o localmente avanzado podría
beneficiarse de los inhibidores de RET. Estos fármacos están dirigidos específicamente a esta mutación por lo que es necesario realizar test genómicos para su indicación.
Test genómicos para mejorar los resultados
Lo
s fármacos dirigidos a una alteración concreta ofrecen una tasa de respuesta muy alta, en torno al 70 por ciento. Esto significa que reducen el tamaño tumoral de forma muy importante y, gracias a ello, son extremadamente eficaces en el control de la sintomatología derivada del tumor.
Como explica Grande, la mayoría de estos pacientes “desarrollan metástasis grandes en el pulmón”. Así aparecen síntomas como fatiga, flemas, infecciones pulmonares de repetición, esputos con sangre o dolor torácico. Las
terapias dirigidas hace posible reducir estos síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.