En el marco del XXI Congreso de la SAGO, celebrado en Granada, se ha expuesto la evolución del medicamento corroborando que la relación beneficio-riesgo continúa siendo favorable
29 de noviembre 2018. 2:00 pm
El tratamiento de los miomas uterinos ha ido evolucionando en los últimos años. Muestra de ello ha sido la evolución del medicamento Esmya, que fue foco de debate durante el XXI Congreso de la Sociedad Andaluza de Ginecología y Obstetricia (SAGO), celebrado en Granada. En…
El tratamiento de los miomas uterinos ha ido evolucionando en los últimos años. Muestra de ello ha sido la evolución del medicamento Esmya, que fue foco de debate durante el XXI Congreso de la Sociedad Andaluza de Ginecología y Obstetricia (
SAGO), celebrado en Granada.
En concreto, Jorge Fernández Parra, presidente del Colegio de Médicos de Granada, realizó una ponencia sobre la evolución de este fármaco, en la que expuso datos como que con su tratamiento se llega a reducir hasta un 37 por ciento el tamaño del mioma, además de facilitar la intervención quirúrgica en el útero, corriendo menos riesgos y siendo más precisa.
Respecto a las polémicas surgidas en torno a su utilización, debido a 3 casos de daño hepático severo en pacientes tratadas con Esmya , se volvía a exponer que tras la
evaluación exhaustiva por parte del Comité Europeo de Farmacovigilancia quedó demostrado que no existía un vínculo causal de Esmya con el daño hepático surgido.
En este sentido el experto recordaba que en todo fármaco hay que tener en cuenta dos cuestiones básicas “la primera si es efectivo y la segunda si es seguro a lo largo del tiempo. La efectividad es algo que nosotros podemos percibir con el feedback de las pacientes y sobre la seguridad lo tenemos que dejar en manos de los organismos que la controlan”.
Tener en cuenta las indicaciones
Asimismo, Fernández Parra argumentaba que “Esmya es el fármaco que mejor y más rápido controla el sangrado, y que no hay otro que lo haga con tanta rapidez. Consigue una tasa de mejora importante, logra reducir el mioma, mejora el dolor y la calidad de vida, y se controla más el sangrado y del volumen mejor que cualquier otro tipo de tratamiento”.
Pese a ello, cabe tener en cuenta que debe hacerse una correcta utilización del mismo respetando las características de sus indicaciones.
El experto recordaba que “se empezó como tratamiento prequirúrgico para los miomas, para mejorar las condiciones con las que las pacientes llegaban a la cirugía. Más tarde continuó junto con la indicación de tratamiento intermitente repetido de los síntomas moderados a graves de los miomas en mujeres adultas en edad fértil no candidatas a cirugía'. Así, actualmente, debe ser usado como tratamiento preoperatorio de un ciclo o como tratamiento intermitente repetido para pacientes que no son candidatas a la cirugía, por tener un alto riesgo quirúrgico, porque tienen técnica de reproducción asistida (con riesgo de quedarse estériles), por estar en fase de planificación de embarazo, o bien que la decisión entre médico-paciente es evitar la cirugía.