José Miguel Láinez repite como presidente de la Sociedad Española de Neurología (
SEN). Quiere poner a esta especialidad en el lugar que le corresponde, basándose en la formación y en la investigación. Centrarse en el paciente es su prioridad.
¿Cuáles son los objetivos prioritarios de la Junta Directiva de la SEN?
La formación para nosotros es primordial. También estamos centrados en hacer una guía sobre el futuro de la especialidad, ver por dónde transcurrirá, y planificar el futuro de la Neurología y de los neurólogos. Queremos que la
Neurología tenga el sitio que creemos que le corresponde. Estamos por debajo de otras especialidades, cuando en realidad somos de las más importantes en cuanto al futuro y a la patología que tratamos.
¿Cómo se pueden conseguir estos objetivos?
Comunicando de forma regular la importancia de las enfermedades neurológicas, la importancia que tienen y la labor que hacen los neurólogos para manejarlas y mejorarlas. Es un trabajo a medio plazo.
¿Cómo se ha trabajado en estos últimos años de la pandemia?
Como los bomberos, apagando fuegos donde los había. Hemos caído a la piscina por inmersión, no ha sido progresivo. No hemos podido pensar qué hacer sino que hemos tenido que actuar en función de las circunstancias. El ser humano, afortunadamente, tiene una gran capacidad de adaptación, y nos hemos ido adaptando, pero ha sido un cambio radical. Empezamos trabajando con la inseguridad que planteaba el problema y nos adaptamos a cambiar la estructura asistencial, dedicando recursos neurológicos al COVID, en la mayoría de los hospitales. No ha sido una infección que haya causado daño en el cerebro, pero sí que ha tenido consecuencias sobre él. También ha habido cambios en la asistencia de los hospitales, lo que ha supuesto una readaptación. Nos hemos adaptado con consultas de telemedicina, que ha sido teléfono-medicina porque no teníamos medios para hacer telemedicina, ha sido un cambio que se ha hecho sobre la marcha.
¿Cómo ha afectado la pandemia a la asistencia de su especialidad?
Ahora estamos intentando normalizar la situación. Se suspendieron todas las consultas externas, se hacía solo asistencia a distancia. También hay que tener en cuenta que se han retrasado algunos diagnósticos. Lógicamente, esto repercute en la patología. Ahora estamos intentado normalizar la situación.
¿Considera que en España hay el suficiente número de neurólogos para atender las necesidades, teniendo en cuenta el envejecimiento poblacional?
Creo que estamos en ratios bajos con respecto a Europa, un 20-30 por ciento menos que los países de nuestro entorno. Deberíamos crecer y es uno de nuestros objetivos. También tengo que decir que la distribución es irregular, hay hospitales, sobre todo de las grandes ciudades, donde la ratio está relativamente bien dotada. Ahora hay dificultades para cubrir algunas plazas de Neurología en hospitales regionales o comarcales, porque no hay profesionales. Estamos un poco en límite. Es presumible que cuando se introduzcan los nuevos fármacos para el Alzheimer se necesitara una serie de recursos que en este momento tenemos limitados.
¿Cómo se puede hacer frente a esta situación?
Una de las soluciones es ampliar las plazas de MIR. Estamos haciendo un plan estratégico para calcular las necesidades. Era algo que teníamos previsto, pero estos dos años no nos hemos podido dedicar a ello, ya que hemos dedicado todos los esfuerzos en este sentido. Ahora queremos recuperar el Plan Estratégico de la Neurología.
¿En qué pilares se basa?
Estamos elaborándolo. La idea es ver las necesidades que identifica la SEN. El objetivo fundamental es que todo español tenga derecho y reciba una asistencia neurológica de calidad esté donde esté, y que todo neurólogo sea capaz de ejerce su profesión y que tengan acceso a hacer investigación independientemente del nivel asistencial donde se encuentre.
En cuanto a la formación, ¿es una de sus prioridades?
Formación es crucial. Las especialidades están en renovación de programas y la nuestra es una de ellas. Todavía no sabemos cuándo
se producirá a nivel ministerial. Desde la SEN lo que estamos impulsando es una serie de formación transversal, en áreas como la investigación, genética, inteligencia artificial, nuevas tecnologías… con el fin de entender esa parte. En este sentido, el año pasado desarrollamos una plataforma de formación, Escuela SEN, a través de la cual intentaremos lanzar esta formación transversal.
¿Con qué herramientas cuentan para llevarla a cabo?
Además de la Escuela SEN, fomentamos la formación a través de las reuniones y cursos. Hemos visto que la virtualidad ha venido para quedarse, pero las reuniones presenciales y los congresos también son necesarios. Ya tenemos ganas de volver a la presencialidad.
¿Cómo se establecen los programas de formación?
Disponemos, básicamente, dos tipos de formación. Por una parte, tenemos diversos grupos de estudio, como pueden ser de ictus, de enfermedades desmielinizantes, de cefaleas… que hacen cursos de formación de forma regular dedicados a los médicos en formación. Esto está instaurado hace más de 20 años y funcionan muy bien. Antes, estos cursos eran presenciales, estos dos años han sido virtuales y queremos volver a que sean presenciales. Luego tenemos el congreso anual, reuniones, vídeo cursos específicos, y a través de la plataforma vamos a intentar ofrecer esa formación transversal dirigida a todos los interesados.
¿Cuál es la implicación de sus socios en los programas de formación?
Todo el que quiera proponer un curso de formación lo puede hacer.
¿Qué es lo que más demandan?
En los residentes, la demanda está sobre todo en cursos de subespecialidades a lo largo de los cuatro años de residencia. Es donde reciben una información teórica de bastante calidad.
¿Qué aporta la formación online y qué ventajas tiene la presencial?
La ventaja de la formación online es la accesibilidad, la comodidad, se puede acceder cuando se quiera, se puede utilizar cuando se quiera al estar colgada en las plataformas. También está la universalidad, nosotros hemos utilizado mucho la formación online para llegar a otras sociedades, como son las latinoamericanas. Hemos tenido muchos asistentes de fuera y es un aspecto que queremos seguir potenciando. Por su parte, la presencialidad tiene la ventaja de ver a la gente, tienes un clima más cercano, tienes un contacto más personal. El inconveniente es que es más costosa en tiempo y dinero, pero tiene el atractivo de interactuar.
¿Con qué especialidades tienen más relación a la hora de tratar pacientes?
En la asistencia, tenemos relación con las especialidades de nuestra área, como es Medicina Interna, Intensivos, Cardiología, Nefrología, Psiquiatría… con el área quirúrgica, con Neurocirugía.
Y, ¿con Atención Primaria?
Aquí hay 17 sistemas de salud y cada uno funciona con sus peculiaridades. No hay una línea general. En este ámbito, funcionan más sociedades regionales e incluso a título personal, hospital por hospital. Ahora estamos virando de la atención centrada en la enfermedad a la centrada en el paciente. Esto obliga a que colaboremos necesariamente con Primaria.
¿Cómo es esa relación con las especialidades?
En general es cordial, buena.
En este contexto, ¿qué papel tiene FACME?
FACME nos permite trabajar en aspectos muy comunes. Un ejemplo es la recertificación, que nos ha permitido mantener postura unánime de todas las sociedades para manejar este tema. Es una gran plataforma para poner en común todas las reivindicaciones, que la mayoría son comunes a todas las especialidades. Con el Ministerio de Sanidad tiene un papel fundamental para que tengan en cuenta la voz de las sociedades científicas. FACME tiene más peso que si vamos por separado. Es fundamental ir juntos en estos grandes problemas. Al final son los que hacen decidir por donde van las cuestiones de salud.
¿De qué salud goza la investigación de la Neurología española?
Creo que goza bastante buena salud, la investigación clínica. De hecho, en la época de COVID hay varios artículos de referencia de grandes series. Pero hay dos cuestiones que quiero destacar; hay poca básica y poca traslacional, y también hay muchos neurólogos que tienen una gran presión asistencial y que no tienen tiempo de dedicarse a la investigación clínica.
¿En qué se podría mejorar?
Esencialmente, dando más medios y más tiempo.