El
riesgo cardiovascular se va incrementado con la edad. Por eso, es importante reforzar la
prevención primaria en este grupo de pacientes. Sin embargo, la evidencia científica respecto al uso de
estatinas en pacientes de >74 años es limitada por su baja representación en los ensayos clínicos, dadas las diferencias en cuanto a farmacocinética, seguridad y presencia de comorbilidades.
No hay evidencia de que en personas mayores de 74 años la reducción de la
hipercolesterolemia reduzca la mortalidad por otras causas, la mortalidad por
cardiopatía coronaria o las hospitalizaciones por
infarto de miocardio o
angina inestable. La relación beneficio-riesgo todavía es menos favorable en pacientes mayores de 85 años, en los que además aumentan los problemas asociados al propio tratamiento con estatinas, como es el deterioro cognitivo, caídas, neuropatía y daño muscular.
A pesar de ello, los datos disponibles a día de hoy aconsejan su uso para evitar
eventos cardiovasculares en esta población.
Evidencia disponible
Tras analizar ocho ensayos clínicos en población anciana sin
enfermedad cardiovascular (ECV), pero con alto riesgo de desarrollarla, se observó que el tratamiento con
estatinas reduce de manera importante las tasas de
infarto de miocardio y
de ictus. Otro metaanálisis realizado sobre dos estudios con rosuvastatina mostró una reducción del 26% de un combinado cardiovascular (infarto no fatal, ictus no fatal y muerte cardiovascular) en población >70 años.
De esta manera, las guías europeas de práctica clínica avalan el uso de estatinas en pacientes ancianos en prevención primaria de ECV.
Prevención secundaria
Los ensayos clínicos han demostrado que el tratamiento farmacológico de la
hipercolesterolemia es beneficioso a corto plazo para los pacientes que han padecido una enfermedad coronaria (
prevención secundaria), y a largo plazo, para las personas con hipercolesterolemia que están actualmente libres de enfermedad coronaria clínica (
prevención primaria).
El riesgo de desarrollar un segundo
evento cardiovascular en pacientes con enfermedad establecida es mayor que el de los pacientes que no han sufrido ningún episodio. Además, la mayoría de las muertes causadas por
enfermedad cardiovascular se producen en estratos poblacionales de mayor edad.
Pautas a seguir
Por eso, la
prevención secundaria en este tipo de pacientes debe ser precoz e intensa. Según las guías de práctica clínica europeas de 2019, se debe iniciar el tratamiento con
estatinas en pacientes ancianos con ECV de la misma manera que en pacientes más jóvenes (I, A), teniendo en cuenta una sólida evidencia científica, ya que los resultados de un metaanálisis que incluye 28 ensayos clínicos con
estatinas revelan que la reducción de 1 mmol/L de CLDL con este tratamiento disminuye alrededor de un 20% el riesgo de sufrir un
evento cardiovascular mayor en un año.
Tolerancia
Como norma general, las
estatinas son fármacos bien tolerados con baja tasa de efectos secundarios, entre los cuales se encuentran dolor muscular (el más frecuente, en torno al 10-15% de los pacientes), elevación de CPK y transaminasas, desarrollo de diabetes mellitus, además de interacciones farmacológicas (antifúngicos, calcioantagonistas y amiodarona entre otros).
La
población anciana presenta unas características a tener en cuenta, como es la disminución de la reserva funcional, menores tasas de filtrado glomerular renal o la polimedicación. Esto obliga a ser más cautos a la hora de prescribir cualquier tipo de fármaco; en el caso de las
estatinas, una medida de precaución sería iniciarlas a dosis más bajas.
Dejar el tratamiento
Así pues, las guías antes citadas establecen las mismas recomendaciones de discontinuación del tratamiento con
estatinas que en la población general: incremento de 3 0 5 veces más del valor máximo de normalidad de transaminasas y CPK, respectivamente, aparición de dolor muscular o calambres que limiten la actividad diaria; o ante la sospecha de rabdomiolisis, principalmente. En estos casos debe pasar un periodo de lavado del fármaco razonable (2-3 semanas), tras el cual sería posible reintroducir otra estatina diferente a una menor dosis.
Por eso, es importante revisar periódicamente la medicación y de valorar la posibilidad de suspenderlo si la relación beneficio-riesgo se hace incierta o negativa.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Edith Garcia Wong, Alexandra Milan Mestre y Judit Vidacs Haller, de Torrevieja, y Xecobe Flores Ríos, Pablo Martínez Ramos y Ricardo Héctor Sanz, de A Coruña.