Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, encabezados por Luis Bernardo Tovar y Romo, estudian el conectoma, o colección de conexiones entre las neuronas
16 de marzo 2022. 10:31 am
Un grupo de científicos del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, encabezados por Luis Bernardo Tovar y Romo, estudian el conectoma, o colección de conexiones entre las neuronas. El cerebro tiene una capacidad sorprendente de reorganización y redistribución de tareas después de que…
Un grupo de científicos del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, encabezados por Luis Bernardo Tovar y Romo, estudian el conectoma, o colección de conexiones entre las neuronas.
El cerebro tiene una capacidad sorprendente de reorganización y redistribución de tareas después de que ocurre un infarto cerebral, el cual provoca que deje de funcionar una pequeña parte de ese órgano.
Cómo un infarto cambia las conexiones del cerebro
Tovar y Romo comentó que, con apoyo de modelos animales de laboratorio, microscopios de última generación y simulaciones en computadora, hoy es posible entender los procesos que participan en su plasticidad y cómo es capaz de repararse a sí mismo de manera parcial.
Un tipo específico de células gliales, llamadas astrocitos, que liberan vesículas extracelulares que podrían ser útiles para hacer más eficiente la restauración después del infarto y reducir las secuelas en una persona tras ese evento.
Astrocitos
Las células que dan soporte a las neuronas, particularmente los astrocitos, producen unas vesículas al medio extracelular, que contienen proteínas, RNA y otras moléculas, que pueden facilitar la recuperación del tejido.
Los astrocitos están encargados de regular los mecanismos antioxidantes que le permiten a la neurona defenderse de sustancias derivadas del oxígeno que la ponen en peligro; promueven la nutrición neuronal y el control de neurotransmisores para que no actúen en exceso, entre otras funciones.
En un modelo animal de laboratorio, el científico del IFC y su grupo comprobaron que las vesículas derivadas de los astrocitos facilitan la reestructuración del tejido.
Además, corroboraron que, luego del infarto, ocurre una redistribución cerebral en la que se activan áreas nuevas, a fin de realizar las funciones que no puede realizar la zona colapsada.
Anualmente se estima que 15 millones de personas sufren un infarto cerebral en el mundo. Mientras que de las dos terceras partes que sobreviven, la mitad se recupera relativamente bien; y la otra mitad tiene consecuencias clínicas o secuelas muy graves que son incapacitantes y no les permiten tener una vida independiente.