Un equipo de investigadores de la
Facultad de Química (FQ) de la UNAM, encabezados por la académica María Josefa Bernad Bernad, se encuentra en estudios sobre el posible desarrollo de un método que favorecerá la administración de fármacos y su efecto mediante el uso de una arcilla sintética denominada laponita.
La innovación, merecedora a la mención de honor del
Premio CANIFARMA 2023 en la Categoría de Investigación Tecnológica, que otorga la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, supone múltiples ventajas, entre ellas su bajo costo, se degrada en el organismo y no produce algún tipo de toxicidad.
En su estudio titulado “De actor secundario a protagonista. Matrices de laponita para administración de fármacos”, la científica explica que ese material forma discos diminutos, de aproximadamente 25 nanómetros de diámetro y nueve nanómetros de espesor.
Por ser de origen sintético, estos discos son homogéneos y tienen la capacidad de formar una especie de estructura con forma de castillo de naipes, y en su interior pueden albergar diferentes tipos de moléculas.
“Los fármacos tienen ciertas propiedades de interacción con la laponita y dependiendo de ellas se pueden comportar como un sistema de liberación lenta o controlada”. Es decir, medicamentos novedosos, “con cierto grado de inteligencia”, comentó.
El detalle de la investigación
La experta refiere que esas arcillas se han usado anteriormente en el ámbito farmacéutico, pero de forma secundaria; por ejemplo, para dar ciertas propiedades de viscosidad en una formulación, tipo suspensión.
“En nuestro caso quisimos utilizar las propiedades del material para conseguir un sistema de liberación, sencillo y económico, cuya estructura habitual no requiere más modificaciones”, asegura.
Inicialmente, recuerda Bernad Bernad, se pensaba que debían ser fármacos hidrofílicos (que adsorben agua fácilmente). Sin embargo, el equipo de investigación realizó estudios con los hidrofóbicos y resultó que también interaccionan, es decir, se pueden poner dentro del “castillo de naipes” y dar un efecto prolongado.
Fase de prueba
Los científicos estudian cada uno de los fármacos a fin de saber si la interacción con la laponita es adecuada para lograr una liberación lenta; puede ser que no ocurra, o que no haya interacción.
Hasta ahora han realizado pruebas con ácido ascórbico, dexametasona, incluso paracetamol, el primero que se probó y sirvió como modelo, entre otros.
El objetivo era obtener un sistema de liberación lenta, que atravesara las membranas fácilmente y pudiera mantener la sustancia de interés por tiempos prolongados. Es decir, analizar cómo podría ser el excipiente del medicamento.
¿Qué es y para qué sirve un excipiente farmacéutico?
Un excipiente farmacéutico se añade al principio activo del medicamento para darle forma, conservarlo, facilitar su ingesta o regular su actividad en nuestro organismo.
Es así que el excipiente asegura la estabilidad del principio activo, y permite ser un vehículo del farmaco facilitando su ingesta.
Sobre ello, la académica de la
UNAM rememora que previamente se habían efectuado pruebas con otros “vehículos”, como nanopartículas poliméricas y lipídicas, o de óxido de hierro, con buenos resultados, pero más complejas de elaborar que las laponitas. De ahí el interés de continuar el trabajo con el prometedor material.
“Hemos considerado la laponita como una forma de aprovechar la mucosa sublingual, y al atravesarla llevar el fármaco a la circulación sin necesidad de inyecciones, simplemente elaborando un medicamento que la contenga y que esta, por su tamaño tan reducido, atraviese cierta proporción hasta el torrente sanguíneo”, explica.
Actualmente, afirma, no hay producto en el mercado con este uso, por lo que se busca patentar. La cantidad de arcilla que se introduciría al organismo de los pacientes sería menor.
“Los estudios de degradación se hicieron en animales, pero dado que la composición de la laponita es meramente inorgánica e incluye metales que existen en el organismo, llamados oligoelementos, confiamos en que el resultado sea muy similar”, concluye.
Próximos pasos
En el proyecto -en el cual participa Jesús Gracia Mora, investigador del departamento de Química Inorgánica de la FQ, y los estudiantes de posgrado Azeneth Ortega y Ramón Andrés Pineda-, también se toma en cuenta la química verde y la sostenibilidad, donde la laponita resulta importante.
Ahora se avanzará a la siguiente fase: nuevos exámenes de toxicidad y aplicación en enfermedades específicas para determinar que las dosis elegidas llevan al resultado deseado, primero en animales, y hasta llegar a las pruebas en humanos.
Respecto a la mención de honor del Premio CANIFARMA, la académica considera que es un orgullo recibirla porque es un reconocimiento al trabajo realizado, y agradeció a la UNAM por el apoyo recibido en todas las fases del proyecto.