Se ha comprobado que la
rehabilitación en pacientes COVID-19 mejora gracias a las técnicas de movilización precoz. Con este objetivo, la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) y la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) han elaborado
un documento conjunto. En el mismo se exponen las técnicas para la rehabilitación de calidad de estos pacientes.
La rehabilitación en pacientes COVID-19 es crucial para lograr, más allá de la supervivencia, la restauración de las capacidades funcionales perdidas. Especialmente la
función respiratoria y funcionalidad motora. También para recuperar la autonomía anterior a la enfermedad.
Para ello, las principales áreas de trabajo son la rehabilitación respiratoria y la movilización precoz del enfermo crítico durante su hospitalización.
Para empezar, la
movilización precoz debe valorarse en todos los pacientes que llevan más de 48 horas con ventilación mecánica o más de 24 horas sin posición decúbito prono y/o relajación neuromuscular.
Una vez que el paciente pase la fase crítica y se encuentre estable, se debe
promover la respiración espontánea y la recuperación funcional rápida.
Otro punto clave en la rehabilitación en pacientes COVID-19 es contar con un equipo sanitario multidisciplinar. Este debe ser adecuado y formado específicamente para el manejo de estos pacientes. El mismo debe estar formado por médicos intensivistas, médicos rehabilitadores, enfermeras, y fisioterapeutas para facilitar la consecución de objetivos comunes y resultados.
Diferentes secuelas en los pacientes COVID-19
El documento también señala las
secuelas físicas que padece un número importante de pacientes críticos debido a la inmovilización. Estas se dan con mayor trascendencia en los que aún están hospitalizados debido a la COVID-19.
Dichas secuelas físicas a medio y corto plazo están englobadas en el
síndrome post-UCI y suelen ser principalmente respiratorias y neuromusculares. Se traducen en una importante pérdida muscular y déficits de funcionalidad. El problema es que impactan de forma negativa en la calidad de vida de los pacientes, así como en la de sus familiares y cuidadores.
“Las
secuelas de una inmovilidad mantenida pueden ser muy duraderas, incluso después del alta hospitalaria, de ahí que recomendemos la movilidad precoz”, aporta Mònica Magret, intensivista del Hospital Universitario Joan XXIII (Tarragona).
Hay que añadir además las
secuelas psiquiátricas. En el caso concreto de la COVID-19 se han descrito con frecuencia casos de ansiedad (34 por ciento), depresión (29 por ciento) y síndrome de estrés postraumático (22 por ciento), con riesgo de persistencia a largo plazo.