Un equipo de expertos internacionales ha realizado una revisión, publicada en la revista científica
'Journal of General Virology', que analiza dónde se han producido las mutaciones, a qué parte del virus afectan y cómo las variantes resultantes podrían afectar a los esfuerzos de vacunación. Según los autores, se esperan más mutaciones en el SARS-CoV-2, ya que
el virus se está adaptando a los humanos.
Varias variantes con mutaciones iguales o similares han surgido de forma independiente en distintos países. 'Es probable que el SARS-CoV-2 aún
esté encontrando su camino en los humanos en términos de infección y transmisión óptimas. La escala del brote y los esfuerzos de secuenciación masiva identificarán mutaciones concurrentes; básicamente, el virus está sufriendo los mismos tipos de presiones de selección en cualquier parte del mundo, y el brote fue todo sembrado por el mismo virus original', explican los autores.
Mutaciones en el gen que codifica la espiga
Entre las mutaciones de especial interés se encuentran las de la
proteína de la espiga. Esta proteína permite al virus entrar en las células del huésped y es el principal objetivo del sistema inmunitario, incluida la inmunidad generada por todas las vacunas actuales contra el SARS-CoV-2.
Las
mutaciones en el gen que codifica la espiga podrían cambiar la forma de la proteína, permitiendo que deje de ser reconocida por el sistema inmunitario. Dado que esta proteína es tan importante para la entrada del SRAS-CoV-2, las mutaciones favorables tienen más probabilidades de tener éxito y crear nuevas variantes dominantes del virus.
Los cambios que dan una ventaja al virus pueden convertirse rápidamente en dominantes. Por ejemplo,
una mutación, denominada D614G, se encontró en el 80 por ciento de los virus del SARS-CoV-2 secuenciados solo cuatro meses después de su detección. Ahora, los virus sin la mutación D614G solo se ven comúnmente en partes de África.
Otra
mutación, N501Y, se encuentra en la variante B.1.1.7 del SARS-CoV-2. Se cree que esta mutación es el resultado de la infección de un individuo inmunodeprimido y puede contribuir a que el virus sea más contagioso. Las infecciones con esta variante tienen una mayor tasa de mortalidad. En el Reino Unido, la B.1.1.7 se convirtió en la variante dominante en tres meses y ahora es
responsable de más del 90 por ciento de las infecciones.