Se estima que los errores médicos son la tercera causa de muerte en EE.UU. Es por ello que la Seguridad del Paciente es un aspecto al que cada vez se le concede más importancia en Medicina. La Sanidad española también es consciente de este problema y por ello se trabaja la ‘Estrategia del Seguridad del Paciente’ para el periodo comprendido entre el 2015 y el 2020.
Este ha sido uno de los temas debatidos en el contexto del 40 Congreso Nacional de Semergen, en el que, como explicaba Laura Aliaga Gutiérrez, coordinadora del grupo de trabajo de Gestión del Medicamento, Inercia Clínica y Seguridad del Paciente, “la seguridad del paciente afecta y es responsabilidad de todo el sistema sanitario, incluidos los pacientes, que también deben participar activamente en alcanzar una mejora de su seguridad”.
Para ello, la nueva estrategia plantea seis líneas estratégicas que “constituyen aspectos donde todavía nos queda mucho por mejorar”, tales como prácticas clínicas seguras, investigación en seguridad del paciente o gestión del riesgo y sistemas de notificación y aprendizaje de los incidentes. Asimismo, en opinión de Aliaga “desde Atención Primaria queremos dar un paso más, desde la formación en Seguridad del Paciente hacia la acción, tratando de ayudar a formar a los compañeros en cómo desarrollar y utilizar las herramientas a su alcance para mejorar en sus consultas la seguridad de los pacientes”.
El impacto de nuevos fármacos
Por su parte, Juan Gabriel García Ballesteros, perteneciente al mismo grupo de trabajo, hacía hincapié en el impacto de los fármacos innovadores, ya que además de considerar sus ventajas, “como médicos debemos ser muy prudentes en su uso, calibrando los beneficios y los posibles riesgos para los pacientes e individualizando los tratamientos según las necesidades de cada persona”.
A este respecto se destacaba que, en los últimos años se han introducido importantes novedades en el tratamiento de la diabetes tipo 2, con fármacos dirigidos a diferentes dianas terapéuticas, destacando entre ellos los inhibidores de DPP4 (inhibidores de la dipeptidil peptidasa 4), los ISLGT2 (inhibidores de los cotransportadores sodio-glucosa tipo 2) y los agonistas del receptor de GLP-1 (el péptido-1 similar al glucagón).
Sobre los mismos, Lisardo García Matarín, miembro de los grupos de trabajo de Hipertensión Arterial y Enfermedad Cardiovascular y Respiratorio de Semergen, concluía que “dada la alta frecuencia de la enfermedad cardiovascular (CV) en personas con diabetes, se debe exigir a estos fármacos inocuidad y que no empeoren el ya deteriorado árbol vascular de los diabéticos, independiente de sus aparentes bondades terapéuticas” .
Desde 2008 se han ido acumulando evidencias con el grupo terapéutico de las glitazonas (rosiglitazona y pioglitazona) en las que se pone de relieve un perfil de riesgo/beneficio desfavorable. A partir de este hecho, la FDA (agencia estatal norteamericana para los alimentos y medicamentos), exige a todos los fármacos antidiabéticos no insulínicos un estudio riguroso de inocuidad CV o de no inferioridad; es decir, que sean tan inocuos a nivel cardiovascular como la terapia antidiabética convencional, para así poder autorizar su uso y tener un perfil riesgo beneficio favorable.
Expertos aseguran que existe margen de mejora en la seguridad del paciente en AP
Actualmente en España se está desarrollando la Estrategia del Seguridad del Paciente para el periodo comprendido entre el 2015 y el 2020
El Médico Interactivo
22 de octubre 2018. 2:20 pm