Aunque no se conoce exactamente la causa de la esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune del sistema nervioso central (SNC) que provoca que el organismo reaccione frente a si mismo confundiendo las células normales en células extrañas. Hasta 2,5 millones de personas en todo el mundo están afectadas por esta dolencia que se diagnostica más frecuentemente en mujeres jóvenes entre los 20 y los 40 años.
La EM puede causar un amplio rango de problemas físicos y mentales que incluyen pérdida del control y de la fuerza muscular del equilibrio, de las sensaciones y de la función mental aunque los síntomas pueden variar de persona a persona. Algunas pueden perder su capacidad para caminar y otras pueden presentar problemas de visión.
Por ello, el estudio presentado por la compañía Novartis en la LXV Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología, celebrada la semana pasada en Barcelona con la participación de los mejores especialistas de España, ofrece nuevas esperanzas a los miles de pacientes que padecen EM.
Y es que el trabajo dado a conocer por Novartis confirma las sospechas más optimistas de los especialistas que tratan a los pacientes con EM, la segunda causa de discapacidad neurológica en adultos jóvenes. El informe confirma que su fármaco fingolimod (comercializado como Gilenya) frena esta dolencia crónica e invalidante en un porcentaje elevadísimo de pacientes.
El doctor Alfredo Rodríguez Antigüedad, jefe de Servicio de Neurología del Hospital de Basurto de Bilbao, se refirió a Gilenya como la primera terapia oral, modificadora de la enfermedad, autorizada para tratar formas recurrentes de Esclerosis Múltiple (EM) 'porque tiene un impacto positivo sobre las medidas clave de la EM: tasa de recidivas, pérdida de volumen cerebral, lesiones en RM y progresión de la discapacidad. La mejora de estas medidas clave ha producido resultados clínicos favorables', subrayó.
Lo novedoso del trabajo presentado en el encuentro de la SEN es que los resultados de fingolimod superan significativamente a los obtenidos antes de su aprobación hace dos años. En la actualidad reducen el 75 por ciento los brotes frente al 55 por ciento y frenan la progresión en un 87 por ciento frente al 40 por ciento en los datos clínicos. 'La eficacia del medicamento es indudable', añadió el docor Rafael Arroyo, de la Unidad de EM del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
De los datos del estudio TRANSFORMS 'la mayor serie en práctica diaria en España hasta la fecha en la que han participado 244 pacientes- se desprende que después de un año de tratamiento con Gilenya había una mayor proporción de pacientes libres de enfermedad en comparación con interferón beta. Para los pacientes tratados con interferón beta durante el primer año, la proporción de personas libres de enfermedad durante el segundo año se incrementó después de que se les hubiera cambiado el tratamiento por Gilenya. Estos hallazgos sugieren que el paso de interferón beta a Gilenya es beneficioso para conseguir y mantener un estado libre de enfermedad a largo plazo en pacientes con EMRR (Esclerosis Múltiple Remitente-Recurrente).
Según el doctor José Meca, médico especialista en Neurología, director de la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia 'los datos que conocemos de Gilenya muestran que mejora las cuatro medidas clave de la EM: pérdida de volumen cerebral, actividad de las lesiones observadas por Resonancia Magnética, tasa de recidivas y progresión de la discapacidad a largo plazo'.
Y es que en los ensayos clínicos presentados, Gilenya consigue una reducción de tasa de brotes entorno al 61 por ciento y de lesiones nuevas del 80 por ciento, además, estos resultados se mantienen en los estudios de extensión a largo plazo de 4 y 7 años'. En esta línea, el doctor Meca explica que 'este es un dato muy esperanzador ya que minimizar la progresión de la enfermedad en personas con EM es un objetivo clave del tratamiento puesto que esta patología puede tener un impacto significativo sobre la calidad de vida de los pacientes, familias y cuidadores'.
Entre las medidas clave de la EM, la pérdida de volumen cerebral se está convirtiendo en uno de los mejores indicadores de progresión de la discapacidad a largo plazo, y es una cuestión de gran interés dentro de la comunidad médica especializada en esta patología.
Solo en España, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) se estima que alrededor de 46.000 personas padecen EM.