La invasividad del
tratamiento de la disfunción eréctil, entendida como la agresión a la que hay que someter la integridad física o psíquica del paciente, es un factor determinante a la hora de conseguir la adherencia terapéutica.
El paciente debe encontrar comodidad en el empleo de un tratamiento que se prolongará durante un largo periodo de tiempo. Por eso, es necesario buscar un delicado equilibrio entre la efectividad del tratamiento y su invasividad.
Al pensar en un tratamiento invasivo para la disfunción eréctil, el primer tratamiento en el que se piensa son las terapias intracavernosas.
Estas resultan ser altamente efectivas en la disfunción eréctil con una tasa de respuesta de >70%. Sin embargo, las tasas de abandono a medio y largo plazo son muy altas; se sitúan entre el 41 y 68%, relacionadas con la invasividad del tratamiento.
Percepción del paciente
Existen algunas opciones de tratamiento (alprostadilo intrauretral o tópico) para la disfunción eréctil que se aplica directamente sobre uretra (se inserta en punta del pene), justo antes de las relaciones sexuales. De manera general, los pacientes no perciben dicho tratamiento como invasivo al evaluar la respuesta tras su indicación. Se les cita en consulta específica con enfermería para llevar a cabo la primera administración bajo supervisión.
En este contexto, es necesario ser muy didáctico e ilustrativo al describir al paciente el mecanismo de acción, efectos adversos y modo de administración del fármaco.
Tratamiento adecuado
Hay que tener en cuenta que todos los pacientes con disfunción eréctil pueden encontrar un tratamiento adecuado para su problema. La tasa de respuesta con IPDE5 es entorno al 50-60%, con el alprostadilo intracavernoso se sitúa en el 70% y con el implante de prótesis de pene de >90%.
En la evaluación de la disfunción eréctil es fundamental una anamnesis detallada, por lo que antes de empezar cualquier tratamiento es imprescindible identificar las posibles causas de la disfunción, conocer las circunstancias y expectativas del paciente y su pareja, y asesorarles sobre las distintas posibilidades.
La elección del tratamiento debe ser siempre consensuada con el paciente. Los criterios que se utilizan en la elección de un tratamiento son de eficacia, seguridad y coste económico. Involucrar al paciente en la toma de decisiones es importante para obtener un resultado satisfactorio. Una vez valoradas todas las posibilidades, se prescribirá lo decidido entre las partes y se valora la posibilidad de modificar dosis o cambiar de opción terapéutica en función de los resultados obtenidos.
Efectos secundarios
Algunos pacientes pueden experimentar efectos secundarios con la administración de alprostadilo intrauretral o tópico. El más común es la sensación de ardor en el pene después de la administración por vía intrauretral. Este efecto secundario no es peligroso y es reversible, por lo general desaparece después de unas horas.
En relación a los efectos adversos observados en pacientes tratados con inhibidores de la PD5, se ha observado en cerca de un 50% dolor de cabeza, enrojecimiento de la cara y congestión nasal e indigestión. Estos efectos pueden desaparecer con la toma continuada de la medicación y se aconseja la toma de antiinflamatorio para paliar los síntomas.
En cuanto a la satisfacción asociada al tratamiento, los especialistas destacan que está íntimamente ligada a la efectividad y al tiempo de uso. Si el paciente se encuentra motivado para emplear un tratamiento que considera efectivo durante un periodo de tiempo más o menos largo, terminará adaptando su vida sexual al tratamiento y se encontrará satisfecho con él.
De hecho, la terapia con alprostadilo intrauretral o tópico ha demostrado ser una alternativa para pacientes con disfunción eréctil que prefieren una opción menos invasiva.
La principal ventaja del tratamiento tópico o intrauretral es la escasa aparición de efectos adversos a nivel sistémico, lo que, en algunos casos, puede mejorar la satisfacción del paciente.
Educar e informar al paciente
Una de las razones por las que los pacientes no responden al tratamiento suele ser el uso incorrecto que se hace de él. Resulta fundamental
educar e informar al paciente acerca de la metodología de administración del fármaco. Hay que tener en cuenta el momento de administración, el inicio del efecto, el estímulo sexual y la dosis utilizada.
En cuanto a las opciones de tratamiento oral (IPDE5), se recomienda que el paciente perciba al menos 4-6 dosis del fármaco, cumpliendo con las indicaciones de uso y estimulación sexual a dosis máxima, antes de ser considerados no respondedores al tratamiento.
Una vez considerados como no respondedores la combinación alprostadilo-IPED5 será una opción a considerar en estos pacientes, permite al paciente aprovechar los distintos mecanismos de acción de los fármacos utilizados
De forma ocasional, algunos pacientes pueden responder cuando se cambia por otro IPDE5. Se debe prestar especial atención al tiempo de espera entre la toma del fármaco y el intento de tener relaciones sexuales, ajustando ese tiempo al tipo de IPDE5 que se utiliza. También debe tenerse en cuenta la posibilidad de interacción del fármaco con la ingesta de alimentos, especialmente si son ricos en grasas.
Aplicación del fármaco intrauretral
En la evaluación de la terapia es imprescindible corroborar que el método de aplicación del fármaco es el adecuado. Se recomienda una dosis de inicio de alprostadilo intrauretral de 500 µg, que podrá aumentar a 1000 µg en caso de respuesta insatisfactoria. El alprostadilo tópico se usa a dosis de 200-300 µg.
Con respecto a inyección de alprostadilo intracavernosa, se puede usar dosis de 5-40 µg. El inicio de acción ocurre a los 5-15 minutos de la inyección y su duración puede variar en función de la dosis empleada. Se debe establecer un programa de entrenamiento para que el paciente aprenda la técnica de inyección.
En hombres con destreza manual limitada, la técnica puede enseñarse a su pareja. En caso de miedo a la aguja y la punción, el uso de un bolígrafo automático puede ser útil y simplifica la técnica.