El pasado mes de noviembre la Unión Europea aprobó la modificación de la Directiva de Reconocimiento de Cualificaciones Profesionales, en vigor desde 2005, culminando así un proceso de tres años de trabajo. La nueva directiva, que coordina el reconocimiento de unas 4.700 profesiones reguladas en la Unión agrupadas en 800 grupos genéricos, deberá transponerse ahora a la legislación nacional de cada país europeo en un plazo máximo de dos años y permitirá a un profesional de un Estado cualquiera de la UE quedar homologado para trabajar en otro país comunitario en un plazo inferior a tres meses, debido a un nuevo sistema de reconocimiento y homologación electrónica que será el que conceda la denominada Tarjeta Profesional Electrónica Europea.
Según ha reconocido la propia UE en la conferencia 'Movilidad Segura. Modernización de la Directiva de Cualificaciones Profesionales', celebrada en Bruselas este miércoles, 12 de febrero, y organizada por la Comisión Europea, las profesiones sanitarias (médicos, enfermeros, dentistas, etc.) serán las más beneficiadas por este nuevo modelo.
La medida se ve en el seno de la UE como una palanca que podría desatascar un presunto problema de barreras para la movilidad de estos profesionales a lo largo y ancho de Europa y, por ende, como una herramienta que podría ayudar a paliar los efectos de la crisis económica, sobre todo el desempleo y, más en concreto, el desempleo juvenil, un sector de la población que tiene una más elevada capacidad para la movilidad y para el que la barrera lingüística también se le supone menor.
'Hay una tasa muy baja de movilidad en el interior de la UE. ¿Es porque la gente quiere moverse poco o es porque hay impedimentos? La pregunta está ahí, puede ser una cosa u otra, pero en cualquier caso la baja movilidad laboral en Europa es una realidad', ha admitido Pierre Deslaux, director general de Mercado Interior y Servicios de la Comisión.
Según Deslaux, 'se ha constatado que la poca movilidad puede deberse a varios elementos, sobre todo, a un déficit de información y a problemas en la homologación entre países, problemas que deben ser resueltos', señaló.
'La carta profesional europea', detalló Deslaux, 'no es una tarjeta física, no es un carnet, es una identificación electrónica que acredita la especialización y titulación de cada profesional. Vivimos en un mundo donde los procesos electrónicos son una realidad'. Para todo ello, admitió, hará falta que los Estados centren sus esfuerzos en 'armonizar la formación, la duración y el contenido, para el ejercicio de cada profesión, como las profesiones sanitarias', debido a la diversidad de programas, currículum y formaciones diferentes en cada uno de los 28 países que componen la UE.
La presidente de la Federación de Asociaciones de Enfermería de Europa, Marianne Sipilä, celebró la medida si bien moderó cualquier elevada expectativa sobre la misma y centró su alocución en los problemas que atosigan a los profesionales europeos, también a los sanitarios, debido a la crisis y a los recortes: 'Se ha producido en los últimos años una fuerte caída del empleo, una bajada de salarios de hasta del 20 por ciento, es una realidad, aunque esta tarjeta sea un éxito hay una crisis de empleo en toda Europa, especialmente entre las mujeres porque la mayoría de las enfermeras son mujeres', dijo Sipilä.
A pesar de todo, la lengua seguirá siendo una barrera importante para la movilidad, debido a que será un elemento imprescindible para trabajar en cualquier otro país, especialmente si se trata de profesiones sanitarias (mucho menos en los casos de profesionales de la industria o del comercio, otros sectores para los que está pensada esta iniciativa). Con todo, los países destino ofrecen y sufragan cursos para aprender la lengua de cada país para los profesionales que recaben a través de sus ofertas de empleo.
En cuanto a sus características y sobre el procedimiento para obtenerla, la carta profesional europea no implica autorización para trabajar en otro país en cualquier caso habrá que estar registrado en el colegio nacional de profesionales de ese ramo.
El reconocimiento obtenido por la tarjeta sólo es para el país que ha evaluado la solicitud y aprobado la tarjeta. Si un profesional quiere moverse de un país a otro, necesitará emitir otra solicitud específica a este país.
La Comisión Europea deberá crear la tarjeta para cada profesión determinada, por tanto, no estará disponible en cuanto entre la directiva o sea traspuesta al país en cuestión.
La solicitud siempre se realizará online y no se excluye la posibilidad de que haya que pagar alguna tasa. En esa aplicación on-line se adjuntarán todos los documentos requeridos en formato digital.
Los plazos previstos son éstos: una semana para que la autoridad nacional informe de haber recibido la solicitud; un mes tras el fin de esta semana para que la autoridad verifique la validez y autenticidad de la documentación remitida por el profesional y transmita la solicitud, a través del sistema electrónico, a la autoridad competente del país destino; ésta autoridad tendrá un mes para conceder la tarjeta electrónica profesional. Con todo, si se traspasa dicho plazo de tiempo, la UE ha implantado la cláusula de que esto se considerará un reconocimiento tácito. El proceso total, como mucho, se prolongara menos de tres meses.
Esta medida llegará después que entrara en vigor el pasado mes de octubre la directiva europea de sanidad transfronteriza, que concedía el derecho a cualquier ciudadano europeo de ser atendido en cualquier otro país de la UE como atención programada. El objetivo de alcanzar una suerte de espacio sanitario único europeo está más cerca.