Un
estudio coordinado por investigadores del
Hospital Clínic-IDIBAPS demuestra que
la administración de un fármaco fibrinolítico después de una trombectomía mecánica mejora el pronóstico de los pacientes de forma significativa a los tres meses. Este medicamento se solía dar antes de la realización del tratamiento, no después. Los autores sugieren que
el trabajo puede suponer un cambio de paradigma en el tratamiento del
ictus isquémico.
El ictus isquémico se produce cuando se obstruye un vaso sanguíneo que lleva la sangre al cerebro. Representa el
85% de los casos de ictus. Cuando la sangre no llega de forma adecuada, la función de la parte del cerebro afectada puede quedar alterada de forma transitoria o permanente.
Durante las primeras horas del ictus actuar rápido es clave. De promedio,
cada minuto que pasa mueren dos millones de neuronas (un cerebro adulto tiene 100.000 millones de ellas). Por ello, los tratamientos que permiten recuperar el flujo sanguíneo deben utilizarse hasta 24 horas después del ictus.
Trombectomía mecánica
La trombectomía mecánica es un tipo de tratamiento que consiste en la
introducción de un catéter por la arteria femoral para hacer avanzar un stent hasta la arteria obstruida. El objetivo es el de
capturar, entre las mallas del stent, el
trombo y extraerlo después de la circulación. Se trata de un procedimiento de elevada complejidad que
solo se realiza en hospitales terciarios con profesionales altamente cualificados.
En el 80% de los casos se consigue que la sangre vuelva a circular con normalidad. No obstante, los especialistas observan que,
a los tres meses, el porcentaje de personas que están libres de secuelas es del
27%.
Esta diferencia de porcentajes evidencia que
el tejido del cerebro cercano a la formación del trombo va a morir, aunque la sangre vuelva a circular con aparente normalidad. Lo que se plantea en el estudio es que,
aunque la arteria principal esté abierta, existe afectación a nivel de la microcirculación cerebral.
El doctor
Ángel Chamorro, jefe de la Unidad de Patología Vascular Cerebral y del grupo de investigación Enfermedades cerebrovasculares del IDIBAPS, lo explica de esta manera: 'Cuando cerramos una arteria y luego volvemos a abrirla, la sangre vuelve a circular por la arteria, pero no lo está haciendo por el capilar, la parte más pequeña, que está
por debajo de las técnicas de imagen que tenemos ahora convencionales, como la arteriografía'.
En otras palabras,
la microcirculación queda por debajo del nivel de diagnóstico de la arteriografía cerebral que se utiliza para ver la reperfusión después de la trombectomía mecánica.
Restablecer la microcirculación
Para restablecer la microcirculación,
los investigadores se plantearon la administración de un fármaco fibrinolítico. Este medicamento potencia la disolución de trombos y ayuda a restablecer el flujo sanguíneo, después de la realización de la trombectomía. Así,
121 pacientes atendidos en los centros terciarios de ictus en Cataluña han participado en el estudio. Concretamente los
hospitales Clínic, Germans Trias i Pujol, Josep Trueta de Gerona, Bellvitge, Sant Pau, Hospital del Mar y Vall d'Hebron.
A un grupo se les administró el
tratamiento fibrinolítico después de la trombectomía mecánica y al otro grupo,
placebo. Los resultados muestran que, después de administrar el fármaco, se aumentan hasta un
59% las posibilidades de obtener una excelente recuperación y sin secuelas a los tres meses.
Según Chamorro, el reto ha sido convencer a los compañeros de que 'dar un fármaco que rompe los trombos en arterias que supuestamente ya hemos curado previamente estaba justificado'. Este fármaco se solía dar antes de la realización del tratamiento, y ahora se hace después. Así
se restablece primero la ciruclación en la arteria principal y después se deshacen los trombos más pequeños.
Este trabajo puede suponer un
cambio de paradigma en el tratamiento del ictus isquémico, según Chamorro. 'Hemos aprendido que una
arteriografía, que es la técnica que utilizamos para ver si al paciente se le ha abierto o no la arteria,
no es suficiente para saber si al paciente le hemos abierto el capilar', asegura. 'Por tanto, vamos a tener que hacer dos cosas: u
sar el fármaco que hemos empleado en el estudio muchas más veces o
incorporar estudios de imagen que sí sean capaces de detectar esos capilares', concluye el doctor.
El estudio ha contado con la financiación obtenida a través de
La Marató de TV3 del año 2016. Esta estuvo dedicada al
ictus y las lesiones medulares y cerebrales traumáticas.