Identifican un biomarcador de la depresión y la ansiedad en jóvenes

Según los autores de la investigación, publicada en la revista Plos One, a medida que se detecta el biomarcador cognitivo antes de que aparezcan los síntomas de la depresión y la ansiedad, se podrá iniciar una intervención temprana, que ha demostrado ser una de las maneras más eficaces de lucha contra la enfermedad mental, realizada en adolescentes de entre 15 y 18 años.

Los participantes se sometieron a evaluaciones genéticas y ambientales y se les hizo una prueba de equipo para medir la forma de procesar la información emocional. Los adolescentes con una variación en un gen (la forma corta del transportador de la serotonina), así como la exposición a discusiones familiares intermitentes durante más de seis meses y violencia entre los padres antes de los 6 años tuvieron dificultad en la prueba emocional, lo que indica una incapacidad para procesar la información emocional.

'La evidencia es que tanto nuestros genes y nuestras experiencias de la primera infancia contribuyen a los estilos de pensamiento personales antes de que aparezcan los síntomas clínicos de la depresión o la ansiedad. Esta prueba revela una deficiente capacidad de percibir de manera eficaz los procesos de emoción en algunos adolescentes, lo que puede conducir a enfermedades mentales', explica el investigador principal, el profesor Ian Goodyer, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).

Los científicos esperan que su investigación pueda conducir al desarrollo de pruebas cognitivas de bajo coste para la detección de estas enfermedades, especialmente en las personas identificadas como de alto riesgo social y genético. 'Este tipo de biomarcador cognitivo también se puede utilizar para ayudar a la terapéutica, por ejemplo, a determinar qué tratamientos pueden funcionar mejor para los tipos de depresiones y trastornos de ansiedad', añade Goodyer.

Para Matthew Owens, también profesor en Cambridge, tener dificultad en el procesamiento de emociones puede contribuir a malentendidos con otras intenciones de la gente y hacer que las personas sean emocionalmente vulnerables. A su juicio, esta investigación 'abre la posibilidad de identificar a pacientes que corren mayor riesgo y ayudarles con las técnicas para procesar las emociones más fácilmente o capacitarlos para responder de forma más adaptativa a la retroalimentación negativa'.